El Brexit y la burocracia

Dimiti Prieto

HAVANA TIMES — Eso de irse Gran Bretaña de la Unión Europea -el Brexit- tiene múltiples lecturas e interpretaciones. Los resultados del plebiscito, ganado mayoritariamente en Inglaterra y Gales por la opción de “salirse” (no así en Escocia e Irlanda del Norte), son ahora cuestionados por millones de jóvenes británicos que perdieron la oportunidad de trabajar en los otros 27 países de la Unión.

Quienes votaron por salir de la UE fueron en su mayoría los súbditos británicos de más edad, que veían en Europa más bien un impedimento para lo que consideran una política estatal independiente…

Lo del Brexit no es MI polémica. Acá en Cuba tenemos bastante porquería con que cargarnos.

Pero me llama la atención un momento del que se habla poco en los análisis que he leído.

Es el tema de la burocracia.

La lógica binaria del referéndum o de la aceptación vs. rechazo de sus resultados, convierte a la fracción pro-UE en defensora involuntaria de un mecanismo rotundamente burocrático y anquilosado. Aun cuando la Europa Unida haya -indiscutiblemente para mí- generado formidables oportunidades de movimiento, de convivencias y de paz.

Estoy convencido que más allá de lo políticamente irracional (factores ideológico-identitarios, afectivos, e incluso la xenofobia) hay un componente muy razonable en el rechazo a la UE, y es la consciencia de lo burocrática que se ha vuelto la Unión. Pero -estemos claros- del mismo modo que quienes son pro-UE se obligan a apoyar la euro-burocracia, aquello/as que rechazan la Unión votaron por la burocracia “nacional” del Estado “independiente”; y ese patrón se repetirá en cualquier otro plebiscito que pueda suceder ahora en otros países europeos.

La noción de los “Estados Unidos de Europa”, promovida en el siglo XIX por gentes progresistas y radicales en un amplio espectro desde Mikhaíl Bakunin hasta Víctor Hugo, no implicaba para sus defensores de aquellos tiempos la necesidad de criar colmenas de nuevos decisores burocráticos, sino más bien la de asegurar la paz entre potencias tradicionalmente guerreras, mediante instituciones que validen la solidaridad y el democratismo de base, en una convivencia esencialmente no-autoritaria.

Todo ello se volvió utópico en la segunda mitad -sobre todo a finales- del XX, cuando la UE de un sueño se convirtió en un lastre para muchos. Su sede: en un depósito de burócratas.

Es muy jodido que alguien que está lejos, en una oficina climatizada, decida por uno aquí y ahora.

Y es que el sistema estatista-autoritario y capitalista moderno no sabe, no puede, no está capacitado para razonar en otros términos.

La burocracia es una de las mayores causas del euro-escepticismo. Y ese escepticismo lastrará cualquier idea de integración, mientras tal burocracia siga existiendo.