Cómo deberían ser las cosas (II)

Dmitri Prieto

Lector de periodico en La Habana. Foto: Caridad

Toda esta experiencia autogestionaria en el Reparto Eléctrico (vea la primera parte) me hizo pensar en muchas cosas. Primero, en el potencial de autoorganización de la gente, y en las posibilidades de las instituciones cuando se involucran con las necesidades populares “desde abajo.”

Me refiero a que no fue una campaña “mandada” ni una acción “beligerante” o partidista, y sin embargo tuvimos todo el apoyo del CDR local. Segundo, en que sólo así la gente ven lo que hacen como algo suyo, propio.

Cuando le comentaba la experiencia a una amiga francesa, le dio bastante risa pensar que vacunar perros y gatos y sembrar árboles puede convertirse en un paso en el camino a otra Cuba posible.

Muchos pensamos (y me incluyo) que deben analizarse las medidas políticas “macro” que debe llevar a cabo el pueblo –ciudadanos y ciudadanas- de Cuba, que nos correspondería a todos juntos inventar nuestro futuro.

Cuando digo inventar me refiero a crear, decidir y auto-gestionar.  No basta solamente las denuncias y criticas de lo mal hecho.

Varios comentaristas han escrito sobre mis posts que no aporto un “programa” de cómo debería ser Cuba. Me parece que en el estado actual del país nosotros los y las de Cuba más que a programas estamos receptivos a acciones concretas, bien coordinadas, que nos conecten con nuestro futuro en solidaridad y protagonismo.

El ver a la gente cooperar y organizarse produce fe en la posibilidad de ese futuro. Al fin y al cabo, ya José Martí empezó a trabajar con la gente a partir de los propios espacios que la gente –obreros, militares, mujeres, activistas afrocubanos, periodistas- habían creado, y así se logró la independencia de España. Aunque quedaba y aún queda tremendo trecho por recorrer hasta la Cuba que soñamos.

No basta con quejarse de liderazgos carismáticos ni de estructuras anquilosadas, porque el carisma de los líderes y la pérfida inercia de las estructuras se asientan sobre las prácticas comunes de la gente común.

Entonces, para llegar a una Cuba más libertaria y vivible (lo cual para mí significa socialista, pues el socialismo sólo existe si se vive en libertad), debemos empezar a sembrar prácticas, prácticas en forma de árboles y de amor gratuito a los animales, prácticas de convivencia y de interacción entre gente en forma de solidaridad más allá de las órdenes. Por allí se empieza.

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