Virulo, un merecidísimo premio nacional del humor

Dariela Aquique

HAVANA TIMES — Una noticia que con beneplácito han recibido muchos cubanos de mi generación y un poquito de las anteriores, es que este jueves 13 de noviembre en la sala Avellaneda del Teatro Nacional, será entregado el Premio Nacional del Humor 2014 a Alejandro García Villalón, más conocido por Virulo.

Este alias que surgió de la broma de una profesora de primaria en un pase de lista al cambiarle el apellido Villalón por Virulo, llegó para quedarse. Arquitecto de profesión, humorista por elección y artista de nacimiento, comenzó su carrera en el movimiento de la Nueva Trova Cubana a finales de 1972.

Ha sido conductor, escritor y director de programas televisivos, compositor, actor humorístico, trovador, musicalizador de películas y dibujos animados, director de espectáculos y de grupos teatrales, director del Centro Promotor del Humor. Pero será siempre recordado por aquellos años frente al Conjunto Nacional de Espectáculos de Cuba.

Esta extraordinaria agrupación, ha sido en mi opinión (sin desmeritar a La Seña del Humor de Matanzas y a Salamanca), el mejor de todos los grupos a humorístico que ha tenido el país. Un elenco de todos estrellas que revolucionó la manera de hacer reír y sentó pautas para los colectivos posteriores.

Auxiliados del chiste inteligente, sin dejar de ser popular, reflejando a la sociedad cubana desde la crítica sin alejarse ni un segundo del hecho artístico. Virulo y el Conjunto Nacional de Espectáculos regalaron a los cubanos funciones inolvidables sin chabacanerías ni banalidades.

Cuéntame tu vida sin avergonzarte, Échale DDT, A quien le sirva el saquito que se lo ponga, El Génesis según Virulo, La esclava contra el árabe o El Bateus de Amadeus, fueron algunos los espectáculos teatrales musicales que hicieron la etapa de oro de la escena humorística cubana.

Su admiración por Les Luthiers, de quien dice ser amigo personal, dio a luz a la trilogía Sexo, luego existo, después pienso, La soprano estreñida e Il medio Castrato, que tiene como personaje principal al singular Konstantin Vonsauerkraut, una suerte de versión virulizada del Johann Sebastian Mastropiero de los argentinos.

En 1990 se fue a vivir a México con su esposa y trabajó algún tiempo en un programa de TV Azteca y otros proyectos. Escenarios de Colombia, Venezuela, España, Argentina, Chile y Ecuador le han dado palmas.

Aunque ha hecho la mitad de su carrera fuera de Cuba, como el hijo prodigo siempre vuelve a casa. Y en todo este tiempo nunca pasó más de dos años en que no viniese a hacer presentaciones en los teatros habaneros.

Este merecidísimo premio, además del aplauso es una modesta forma en la que el público y las instituciones culturales cubanas puedan reciprocar el talento y la entrega que por casi cuatro década nos ha dado nuestro Virulo.