No más lecciones

Dariela Aquique

Es revelador el estado de opiniones respeto a Cuba, que tiene una cifra (bastante alta, por cierto) de extranjeros simpatizantes bien sea con el proceso revolucionario, o por una posición izquierdista.

Yo leo con atención las notas que hacen a mis escritos lectores de habla inglesa, los traduzco y voy encontrando a cada paso en sus líneas, una suerte de intención de demostrarnos a los naturales: cuan de bueno y acertado tiene nuestro modelo social y cuan diabólico e injusto son algunos rasgos fundamentales del patrón capitalista, sobre todo en EE.UU.

He sonreído con indulgencia examinando esas letras donde con evidente cándido propósito, he encontrado esfuerzos de resumir en algunos párrafos lo que podía ser un ensayo de la historia de las relaciones de la isla y el gigante imperio norteamericano.

Nadie más que nosotros desde muy pequeños, conocemos al dedillo, todas y cada unas de las maniobras, estrategias y acciones de los EE.UU, para hostigar a las masas y lograr que por hambre y carencias dejen de apoyar el sistema socialista y en consecuencia se produzca el derrocamiento del gobierno de lo Castros.

El sistema de educación nacional desde su nivel primerio hasta el superior, prioriza esta temática y se nos está mostrando la esencia cruel del enemigo hasta saturarnos. La radio, la televisión, la prensa escrita; sin contar los mítines y reuniones de los sindicatos y los CDR, donde el capitulo: -Mala entraña del imperialismo yanqui-, no puede faltar.

Por eso el empeño de estos amigos, que recopilan información para enseñarnos nuestra propia experiencia, me resulta tonto. Para cualquier cubano, hasta el más desafecto con el gobierno, reconocer los valores en cuanto a tema de educación y salud en Cuba, es incuestionable.

Para cualquier individuo con sentido de la justicia, discrepar con los métodos expansionistas de los EE.UU, es lógico. Pero reconocer sin justificaciones lo malo del otro, “el enemigo” y alabar lo bueno de los nuestros, “los benefactores” del pueblo cubano, no necesariamente significa estar ciego en cuanto a donde se inclina la balanza en término de la verdad.

El pueblo ha sido victima durante años de una guerra ideológica sempiterna de un lado y de otro, tratando de ganar adeptos a sus bandos. El hecho es que en medio de esta vorágine a sido el más dañado, ya que los de allá no han dudado en cércalo para que agonicen y sedan y los de acá no han dudado en darles ciertas dadivas, para a cambio quitarle muchas libertades cívicas.

En oportunidades anteriores he patentado mi sentir al considerar que lograr una sociedad que tome de cada parte lo mejor de las dos, sería la más cercana a un ideal de equidad y justicias. Ya sabemos que eso es una utopía.

No creo que escribimos para hacer catarsis, creo que es una forma de contribuir a mostrar con sinceridad los otros rostros de la Cuba, que no es la que divulgan ni los medios oficialistas, ni los medios anticastristas. Ambos exageran los defectos del otro y hacen marketing con sus atributos favorables.

Es por eso que nadie tiene que convencernos, ni recontarnos lo de sobra sabido. Estamos por lograr que cada día sean respetados nuestros derechos ciudadanos. Muchas gracias por la buena fe, pero no necesitamos más lecciones de Historia.