He conocido a Chávez

Dariela Aquique

HAVANA TIMES — Les confieso algo, he sido todo este tiempo víctima del prejuicio para con el gobierno bolivariano de Venezuela y su afán de construir un modelo político, económico y social, al que han llamado socialismo del siglo XXI.

La figura del presidente Hugo Chávez, siempre despertó en mi cierta suspicacia. Quizás a fuerza de estar saturada de discursos políticos, donde una nueva sociedad y un hombre nuevo eran el leit motiv. Quizás nuestra experiencia nacional, donde la promesa se desdibujó en decepción.

O esa imagen que siempre tuve de él, donde me parecía un clon de Fidel Castro, no me motivaron nunca a conocer en detalles el movimiento revolucionario venezolano.

Todos estos días y a raíz de su desaparecimiento físico, he estado muy al tanto de cada noticia, reportaje o trasmisión televisiva de esta eventualidad. Les confieso, que en cuatro días he conocido a Chávez y a su proyecto político-social, para su nación y para America Latina y el Caribe.

No he podido evitar en ocasiones, sentir vergüenza conmigo misma, por haber juzgado a priori a este dignatario.

Me he conmovido con los documentales que mostraron su vida y sus raíces. He aprendido de la historia de Venezuela y de estos 14 años de su gobierno.

He percibido a un pueblo conmovido y agradecido con un líder que les enseñó la senda de la soberanía. He visto manifestaciones de dolor de todas las latitudes del mundo. He visto una enternecedora ceremonia de despedida.

Me he sorprendido con lágrimas espontaneas, como un contagio por el pesar del mundo, evidenciado en la presencia de tantos mandatarios, de personalidades de las artes, la ciencia, la política, la religión internacional.

Las palabras del vicepresidente Nicolás Maduro, las guardias de honor de 33 jefes de estado. El llanto de una familia y el clamor de un pueblo me han mostrado a un revolucionario, un político, un cristiano, un hombre de bien.

Latinoamérica despide a uno de sus más nobles hijos. Alguien que soñaba con un mundo sin potencias, sin guerras, sin exclusión social, política, racial, religiosa o de género –a quien he evaluado mal, pero al que (como reza el viejo refrán: más vale tarde que nunca) he conocido.