Eso lo dijiste tú…

Dariela Aquique

Hay una curiosa anécdota rusa de un agente de policía que detuvo a un hombre por estar en un lugar público hablando del Dictador. Lo llevaron preso y lo condenaron a ser fusilado, Stalin que firmaba las ordenes de ejecución, preguntó los cargos contra este individuo:

– ¿Decía mi nombre?

–No, el policía intuyó que hablaba de usted, respondió el oficial

A lo que Stalin añadió:

-Ah, entonces ese guardia, piensa que si hablaba de un Dictador se refería  a mí, pues ejecútenlo a él también por considerarme un tirano.

Traigo a colación esta historieta, porque en algo se parece a esto que les voy a narrar.  En mi entrada acerca del asesinato de Gadafi, y repito asesinato, porque considero fue ejecutado de forma bestial.  Tal vez un juicio donde se le condenara habría sido más ético y humano, sin golpearle y abalearle, lo que opino fue una barbarie.

En cuanto a la intervención de la OTAN, también deje muy claro, me parecía un inmoral oportunismo, porque cualquiera que sean y las dimensiones que tengan los conflictos internos de una nación, deben ser resueltos por sus nativos, sin mediadores externos.

Ahora bien eso no quiere decir que considere a Gadafi un héroe, que ha sido injustamente eliminado. Es cierto que las tropas insurrectas recibieron apoyo militar de la OTAN, favor este que les será cobrado a muy alto precio, verán el expolio de sus riquezas y la injerencia en su economía, su política y sociedad y para entonces quizás tengan otras razones para amotinarse en contra del antes aliado.

Pero eso es cuestión de tiempo y concientización de los libios, lo que me ocupa son ciertos criterios pro gadafistas, donde se intenta sublimar la figura de este individuo, el que como cité en el post, hizo realmente grandes aportes al desarrollo social y la estabilidad económica de Libia, con sus programas progresistas.

¿Pero dónde se estanca el progreso de un país? Cuando el líder que lo emprende, se anquilosa en el poder, impone su ideología como única permisible, no admite réplicas, ni oponentes, hace obligatorio el estudio de sus libros en las escuelas y dan al traste con todo vestigio de democracia.

Fue lo que le pasó a los libios, los que no tienen vocación de ovejas emprendieron la lucha, los conformes preferían esa realidad a cualquier cambio. Al final el conflicto se convirtió en pretexto para que las potencias sacaran dividendo del asunto.

Una comentarista de habla inglesa, me llama casi traidora por expresarme de esta forma y me pregunta qué diría yo si eso hubiese pasado en Cuba o en Venezuela. Hay aquí un detalle curioso, ¿por qué esta señora encuentra puntos en común entre Libia, Venezuela y mi isla? Me invade un pensamiento parecido al de Stalin y aquí como reza un dicharacho muy cubano, le respondo: eso lo dijiste tú…