Cartas en la web

Dariela Aquique

Los que hacen cartas a uno que se va.

HAVANA TIMES — Bien movidita anda la web 2.0, con una trilogía de cartas abiertas, que todas versan sobre el tan polémico y común tema de la diáspora cubana.

La primera de ellas fue Carta a un joven que se va., un especial para La Joven Cuba, del intelectual Rafael Hernández, con fecha 16 de junio, y un exergo de San Pablo, Epístola 1ª a Timoteo, cap. 4, vers. 12, 16.

La segunda Carta de un joven que se ha ido., de Ivan López Monreal, desde Pomorie, Bulgaria, con fecha 10 de agosto.

Y la última Carta de una joven que no se va., por la Socióloga y cuentapropista Diosnara Ortega González, también especial para La Joven Cuba, y con otro exergo, pero de Habana Abierta.

Desde diferentes ópticas, todos analizan la problemática del éxodo y sus consecuencias. Rafael Hernández, quien pertenece a una generación que le tocó vivir esos primeros años de efervescencia revolucionaria, donde los jóvenes dieron el paso al frente para integrarse (y entregarse) a todos los llamados que hiciera el nuevo gobierno para construir aquella prometida sociedad más justa: “…por los humildes, con los humildes y para los humildes…”

Rafael habla de los Jóvenes Rebeldes, de la Alfabetización, de Girón, de la Guerra de Angola. A ellos les tocó hacer la segunda parte. Ellos que no estuvieron en la Sierra Maestra, ni en las luchas clandestinas, estaban en deuda con “los libertadores”, con los barbudos, con los combatientes, con los héroes que derrocaron a Batista y solo por eso pedían (no, exigían), incondicionalidad con sus ideologías, con sus mandatos. Y así ha sido hace 53 años. Y si no te gusta: te vas.

Rafael es parte de esa generación que creyó en la promesa y como decimos los cubanos: echó rodilla en tierra para que así fuera. Ese grupo se dividió en tres:

1-Los que se decepcionaron y se fueron

2-Los que se decepcionaron y se quedaron, pero en la inercia, esperando a ver qué pasa

3-Los que todavía albergan esperanzas, porque les cuesta aceptar que han sido timados en su credo (A esta última tropa pertenece Rafael)

Los que hacen cartas de un joven que se fue.

En su carta encuentras textos tan insultantes (aunque no sea su intención), como estos: (…) A ti no te ha tocado vivir como malos tiempos o incluso como derrumbe de ilusiones, sino como único horizonte de vida. Cuando llegaste, todo estaba hecho (…)

Estas frases pertenecen a la alocución tan manida de: ¡…eres todo gracias a la Revolución! Frasecita que de tanto repetirla, lejos de ser aceptada fue cada vez y cada vez más perdiendo en adeptos. Rafael se preocupa por una Nación que se desangra, que pierde a sus hijos más nuevos, a su fuerza de trabajo activa.

Recurre a la ineficiente estrategia de la comparación: el voraz capitalismo versus el justo socialismo. Rafael parece intentar convencer (aunque diga que no) a los más jóvenes, de cuán necesaria se hace su presencia y su permanencia en la isla. Como es lógico, imagino que él se preguntará, ¿qué será de Cuba mañana?, cuando ya no estén los octogenarios gobernantes, pero tampoco esté la mayoría de sus jóvenes para refundar este país.

El viejo Rafael, no lo duden amigos, aunque desde un discurso arcaico, tiene buenas intenciones.

La respuesta no se hiso esperar y fue Ivan López Monreal, de 28 años, residente en la lejana y fría Bulgaria, quien le enumerará todas sus razones, objetivas y subjetivas, por la que un joven se va de Cuba. Él pertenece a esa generación de los ochenta, hijo de los Jóvenes Rebeldes, de los Alfabetizadores, de los veteranos de la Guerra de Angola.

Y de los que salvo algunas excepciones, que les tocó picar más alto y acomodarse a las prebendas oficiales; vieron a sus padres envejecer poco a poco en la carencia, en la frustración. Entonces a muchos Ivan les tocó irse, porque en realidad se dieron cuenta, de que por el contrario de lo dice Rafael, cuando ellos llegaron todo estaba deshaciéndose.

Ivan es parte de esa generación, que vio la promesa incumplida y como decimos los cubanos: alzó el vuelo, para desde lejos con sus contribuciones monetarias ayudar a su familia y al país, porque se sabe que las remesas familiares en Cuba son uno de los pilares fundamentales de su anémica economía.

En su carta, dice cosa como: (…) Abandonar o permanecer en tu país es una decisión muy personal que nunca debe juzgarse en términos morales. Yo elegí este camino porque quería un futuro diferente al que veía en Cuba, y salí a buscarlo consciente de que podía salir mal, pero quise correr ese riesgo. No voy a mentirle diciendo que fue doloroso. No lloré en el aeropuerto. Todo lo contrario, me alegré. Le digo más, me liberé (…)

Los que hacen cartas de una joven que no se va.

Ivan pertenece al grupo de:

1-Los que se decepcionaron y se fueron

2-Los que se decepcionaron y se quedaron, pero que están esperando su oportunidad de irse

3-Los que ya no albergan esperanzas, pero se han ido espiritualmente, se han ido sin irse (a esta última tropa pertenece Diosnara)

La tercera de las cartas la hace una muchacha que contemporánea con Ivan, pero que no se ido, no físicamente por lo menos. Ella habla de esa desidia, de esa indiferencia de quien ha perdido la fe en las mejoras, que se ofrecen y no llegan.

La carta de Diosnara es tal vez la más desoladora, narra un día a día, lidiando con la corrupción y la mentira, con la apatía y el caos, con el esfuerzo y la desesperanza.

Ella escribió: (…) Muchos han abandonado a Cuba desde dentro: jóvenes, viejos, funcionarios, amas de casa, campesinos, obreros. Algunos caemos como en corto circuito, por momentos nos conectamos con lo que pasa, cuando nos duele mucho, hacemos algo, decimos algo, y otras tantas nos volvemos indiferentes y es como si no estuviéramos, como si también nos hubiéramos ido. Existe también una diáspora y un exilio dentro de Cuba, que se siente aunque no se ve. Nosotros mismos las hemos construido (…)

Rafael desde su apego a la historia y su compromiso con la oficialidad, por su posición de intelectual, que si no hablas bonito, de ti no sabemos más. Ivan desde el gélido exilio partiéndose el lomo, pero libre. Diosnara desde el me fui sin saberlo, como muchos.

A eso se reduce este país, a idos y quedados, a quedados y ausentes. A cartas en la web.

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