Una revista Sputnik y la glasnost tropical (II)

Daisy Valera

HAVANA TIMES — Hace poco se cumplió dos meses del último congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), donde nuestro primer vicepresidente Miguel Diaz-Canel promete sostener despachos con las fuentes para que dialoguen con los periodistas y anuncia aumentos salariales por los resultados y la trascendencia de los medios.

Finalmente señala que estos deben encontrar su identidad y personalidad (asombrosamente no descubierta en 50 años).

La prensa cubana vive un momento de apertura.

Desafortunadamente pesan aun sobre ella, como una amenaza, las supuestas consecuencias de la política de transparencia de la prensa soviética; acusada de deslegitimizar el liderazgo y desmantelar ideológicamente a la sociedad.

Pero nuestra tímida glasnost no es el resultado del noveno congreso de los periodistas, aunque este haya servido para intensificarla.

Podríamos colocar su punto de inicio en el año 2007, cuando como por sorpresa comenzó a aparecer en el Granma la sección de opinión de los lectores.

Durante el 2009, los periódicos cubanos informaron sobre el extenso proceso de discusión realizado en los barrios, que sirvió al PCC para conformar los Lineamientos de la transformación económica, que presentaría en su sexto congreso.

En los últimos años también han ido apareciendo espacios televisivos como El Triángulo de la Confianza, fundamentalmente en el Canal Habana (aun sin alcance nacional), donde se hacen críticas y propuestas relacionadas con problemáticas sociales.

Entre las últimas trasformaciones dentro de los medios está la trasmisión en la televisión nacional de la mayoría de los espacios de Telesur, que antes no eran emitidos a pesar de ser Cuba uno de los principales países accionistas del canal.

La prensa cubana se encuentra a la espera de la nueva política comunicacional del gobierno y el Estado que se diseña desde el pasado abril.

Las fórmulas: logros nacionales + desastres internacionales o se ha cumplido el plan de papas + guerra en el resto del mundo; son un ridículo que ha tenido como respuesta la aparición de cientos de blogs y sitios digitales sobre la realidad cubana, que bien podrían ser el equivalente local a los sasmizdat* de la URSS.

En la revista Sputnik de marzo de 1989, la que fue el tema que inició la primera parte de este diario, puede leerse un trabajo sobre Borís Pasternak y su expulsión de la unión de escritores soviéticos, las valoraciones sobre la perestroika de un físico que nunca militó en el PCUS y algunos cuentos del libro Relatos de Kolimá; escritos de Varlam Shalámov sobre sus vivencias en un campo de trabajo forzado.

Hoy nuestros medios nos invitan a tomar refrescos Ciego Montero** pero no dicen una palabra sobre la obra de Heberto Padilla o de las experiencias en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción.

Con, o sin una nueva Ley de Prensa, urge la eliminación del periodismo explícitamente propagandístico.  El espacio que hoy ocupan la censura y la autocensura debe ser tomado por la crítica y la confrontación. Cuba necesita una prensa independiente de las reglas del Estado/Partido.

Notas:

*publicaciones clandestinas soviéticas de factura artesanal

**Refererencia a Radio Taíno y la propaganda a los productos Ciego Montero: ¡Ciego Montero, Ciego Montero, como me gustas como te quiero!

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