Problemas de visión

Daisy Valera

Optica Almendares. foto: cuba.si

HAVANA TIMES, 3 abr — Me di cuenta del error cuando la doctora, con su pulcrísima batita blanca me preguntó si la receta la quería para comprar en moneda nacional o en CUC.

En automático le respondí: – para los de moneda nacional – ella desechó de inmediato el recetario color mamoncillo con refinados dibujitos pardos y me extendió un frágil papel gris.

La textura y las dimensiones de aquel papelito opaco hecho con bagazo me lo dijeron todo. Yo no debía, no tenía que estar allí.

Entré a la Óptica Almendares de la calle Obispo desesperada por deshacerme de este dolor de cabeza que me provoca mi astigmatismo gracias a que rompí mis espejuelos meses atrás.

Todo era perfecto, el aire acondicionado, el uniforme de la recepcionista, el butacón de rayas negras y blancas, incluso yo.

Que sabía que en ese momento me estaba librando de infernales colas y días perdidos para graduarme la vista en algún departamento pequeño y caluroso del sistema nacional de salud.

Me sentía tranquila en aquella sala de espera donde nadie gritaba, donde los doctores y técnicos caminaban de un lugar a otro sin caras de hastío.

Leía las indicaciones de los lentes, espejuelos y geles oculares en francés y si quería podía hacerme la idea que estaba en París.

Pero no.

Disposición, profesionalidad, eficiencia. El paraíso que demanda el Partido Comunista estaba allí, en esa vieja calle de La Habana Vieja.

Me probé aproximadamente 10 lentes y terminó el trabajo de la doctora calculando mi receta, – son 10 CUC –  tragué saliva y pagué sin chistar el precio que al parecer tiene un trato amable y un local limpio.

Fin del sueño, hora de la verdad. 

Yo enfrentándome a aquel papelito gris que me restregaba en la cara que mi salario de tres meses no puede pagar los chulos espejuelitos que se manda a hacer la clase alta cubana.

Hora de la impotencia. Yo recorriendo las ópticas en moneda nacional del Cerro para encontrarme que no existía la graduación que necesito.

Finalmente llegar al Vedado, y que me digan que están disponibles todas las graduaciones que no había ni en el Cerro, ni en Marianao, ni en 10 de Octubre, ni quizás en el resto de los barrios pobres de la ciudad.

Maravillas de nuestro sistema de salud, resistí la cola, encargué mis espejuelos por 20 pesos cubanos y me quedé con un estuche para ellos solo por 11,50.

Ahora espero y estoy feliz. Solo demoraran un mes en tenerlos listos.

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