Mi primera cooperativa

Daisy Valera

Aun no vendo variedades de café en alguna esquina del Vedado, ni cocino platos mexicanos  que rompan con la monotonía gastronómica nacional.

Tampoco me he apuntado en la idea de algunos amigos de comenzar lo más pronto posible una cooperativa de producción agrícola en cualquier potrero de los barrios periféricos de la ciudad.

Por el momento mí tiempo me lo roba el cumplimiento del servicio social.

Ocho horas sentada frente a una computadora sin demasiada motivación puede ser más complejo que guataquear un campo de tomates.

Este sueño mío de formar parte de una cooperativa a tiempo completo tendrá que esperar un poquito más.

Pero he decidido no perder las esperanzas y comenzar a practicar.

Mientras me dedicaba a estudiar las características del trabajo cooperativo y las experiencias de este tipo que han existido y existen en el resto del mundo, ha surgido una idea.

Organizar la cooperativa más sencilla y en la que hay que invertir menos tiempo, pero que también reporta beneficios.

Una cooperativa de consumo.

Los integrantes, amigos y colaboradores de Havana Times.

Erasmo, Irina, Eduardo y yo vivimos en un barrio donde la mayoría de los productos agrícolas son ofertados por vendedores privados y el costo de los alimentos es por tanto mucho mayor.

En el centro de la ciudad, sin embargo, existen agromercados donde los productos tienen precios más asequibles.

Así que nos hemos organizados en grupos de a dos.

Proyectamos hacer compras dos veces al mes, llenando nuestras mochilas con la mayor cantidad de alimentos que podamos cargar y conseguir en los agros baratos del Vedado.

Por el momento hemos descubierto que los pepinos en Alamar cuestan el doble y las habichuelas son tres pesos más caras, así que estamos gastando menos.

Y de paso ahorramos tiempo, ya que antes teníamos que salir a comprar comida todas las semanas y ahora solo lo hacemos una vez al mes.

El experimento apenas comienza pero va bien, aprendemos a organizarnos, decidir entre todos y encontrar opciones.

Tengo esperanzas de que continúe y se pueda convertir en una solución (aunque paliativa) para los que como nosotros son víctimas de malas distribuciones de alimentos aquí en la capital.

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