Homofóbico en una calle de La Habana

Daisy Valera

Ella gritaba: ¡ven!, ¡te digo que vengas!, ¡ven y clávamelo aquí!

No entendí nada.

Los gritos, mezcla de histeria e impotencia, me hicieron quedarme paralizada en el lugar.

También me detuvieron de golpe sus tetas desnudas y la blusa tirada en el pavimento.

Esas tetas que la marcaban ahora como una mujer y desmentían a sus genitales ocultos en el pantalón.

Era la esquina donde se encuentra el CENESEX.

Recordé enseguida que hace unas semanas se celebraba la jornada contra la homofobia, promovida por este centro y Mariela Castro (hija del actual presidente cubano).

Y la marcha (con conga y todo) que realizaron el 14 de mayo, un considerable número de gays, lesbianas y transexuales.

Pero las imágenes que me llegaban en ese momento eran distintas, un grupo de trannys entre expectantes y asustados hablaban de un cuchillo y de llamar a la policía.

El joven al que la chica semidesnuda le gritaba salió corriendo ante la inminente llegada de una patrulla.

Los policías (y la multitud) lo persiguieron hasta la puerta de su casa que quedaba a pocas cuadras.

Fue entonces que pude ver el cuchillo que llevaba en la mano, tenía más de 10 centímetros: inmenso y peligroso.

Los policías se lo arrebataron, pero el chico escapó en busca de una piedra para lanzarle al tranny exclamando: Oye que tu estas formando, que tu estas formando!…..

Fue entonces que una tonfa contra su cuello lo hizo detenerse, lo empujaron hasta que calló en el piso y lo esposaron.

El tranny gritaba que no se iba montar junto con su agresor en esa patrulla, que le buscaran otra.

Entonces uno de los policías, más molesto que satisfecho por haber cumplido con su deber, le gritaba que se callara.

La frase que utilizó fue:

“Cállate ya chico!”

Y al hablar con uno de sus compañeros le sugirió:

“Espósalo a él también”.

El policía abiertamente irrespetaba a aquella persona que hacía unos instantes había estado en un grave peligro.

Y se encargaba de destilar su propia dosis de homofobia y violencia, mientras en un tono más bajo decía:

“A esta gente no se les puede hacer nada, porque sino lo que te cae arriba….”

Se podría decir que esta fue una historia con final feliz, si no fuera que por otras muchas calles de esta ciudad hay cientos de homófobicos y violentos dispuestos a sacar un cuchillo contra los que son diferentes.

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