Un fin de semana en el litoral norte Habana-Matanzas

Carlos Fraguela

HAVANA TIMES — El fin de semana pasado me invitaron a una excursión semi-improvisada. Un amigo que vive en Uruguay y su novia alquilaron un auto de turismo, creíamos que era bastante tener transporte y decidimos aventurarnos confiados en que sería posible resolver luego donde pasar las noches.

El viernes fue lluvioso y debimos pasarlo mayormente dentro del carro, no obstante nos bañamos a duras penas batallando contra las olas de la Playa de Jibacoa, el oleaje fue una dificultad que llevo a la novia de mi amigo a niveles altos de adrenalina.

Hicimos una comida en un parador que hay en la carretera que comunica La Habana con Matanzas antes de pasar por el punto de control del puente de Cumanayagua. Nuestra próxima parada la planificamos en Varadero. El precio del peaje de la playa más famosa de Cuba para autos de turismo es 4 CUC, dato curioso.

En la noche tuvimos una corta molestia por causa de dos hombres muy impertinentes que al parecer creyeron que éramos extranjeros y nos proponían ir a una discoteca. No estábamos nosotros para cambiar nuestros planes, que eran sobre todo conseguir donde refugiarnos para dormir.

Todos nuestros intentos fueron inútiles, tuvimos que dormir dentro del carro, que era pequeño e incómodo. Estacionamos en una callecita entre dos hoteles donde en la noche hubo mucho tráfico de personas que hasta las cuatro de la madrugada se movían hacia la playa en sus romances. Mi cervical sufrió y mi piel también por los mosquitos nocturnos. Ni pensar en un hospedaje.

Al amanecer nos bañamos en esa ubicación, detrás del hotel Cuatro Palmas. Varadero siempre me ha parecido muy estéril, pero se debe a que prefiero los corales como paisaje submarino, en lugar de las dunas vacías. Al mediodía salimos de Varadero para buscar hospitalidad.

El lugar se llama Boca de Camarioca. Una pequeña playa en la orilla oriental del rio, donde después de entrar al agua y caminar unos metros en la arena aparecen los corales que siempre estoy buscando para disfrutar de la observación. Antes de la caída de la tarde comimos en el parador del punto de control y nos apresuramos a entrar al ex complejo de bases de campismo Puerto Escondido.

Armamos dos tienditas de campaña dentro de una piscina vacía muy cerca de un mirador, en una de las bases que actualmente está desactivada, esto para protegernos del viento nocturno. Dormimos mal porque nos habían dicho que no se podían armar tiendas en la zona y decidimos que necesitábamos descansar a pesar del status quo.

Al amanecer bajamos a bucear a la playa principal de Puerto Escondido, donde el paisaje subacuático es imponente por su inmensidad, diversidad de especies y color. Solo por esta inmersión valió la pena no dormir.

Terminamos la excursión en la costa de una base de campismo llamada Peña Blanca el domingo en la tarde. El poder del pueblo decidió prohibir las acampadas en zonas de playa. Que mierda.

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