Yenisel Rodríguez Pérez
HAVANA TIMES — El deporte amateur cubano ha dejado de estar en la élite mundial. El creciente interés que las potencias emergentes dedican al deporte amateur y la incorporación de deportistas profesionales a las competiciones amateurs de mayor importancia, han elevado la calidad del deporte no profesional como nunca antes.
Esto sucede en momentos en que el Estado cubano implementa profundos recortes al gasto social, afectándose de manera significativa la infraestructura deportiva amateur nacional. Por tanto el deporte cubano ve reducida sus posibilidades de ubicarse en la élite del deporte internacional.
La confluencia de estas circunstancias afecta el estatus de potencia deportiva que definía al deporte amateur cubano. Realidad que fue utilizada como estandarte sociopolítico por el Estado cubano por muchas décadas.
En el fondo ha sido la derrota de una ideología deportiva por otra. El declive de un concepto del deporte amateur de corte populista y estatista, a manos del discurso mercantil que define al deporte amateur como retaguardia formativa del deporte profesional.
La derrota del populismo deportivo está estrechamente asociada a la caída del campo socialista y a la insostenibilidad del deporte subvencionado.
Es en la vida cotidiana de los deportistas cubanos que estas realidades se hacen significativas. La mala atención que se les destina, el robo del dinero de los campeones internacionales y las restricciones para firmar contratos con el deporte profesional, han generado un estado de opinión desfavorable hacia el deporte amateur.
Continuar desconociendo la hegemonía del deporte profesional traerá más problemas que soluciones al deporte cubano.
La batalla a la mercantilización del deporte, por demás otro de los discursos demagógicos de los gobernantes cubanos, había que ganarla haciendo una revolución total desde abajo.
No se puede sacrificar a la afición cubana, que cada día sufre como se desmorona el deporte amateur nacional, a consecuencia del ostracismo sociopolítico y económico del Estado cubano.
Privándolos de ese otro imaginario que reafirma el nacionalismo deportivo en la incorporación de los deportistas profesionales a las selecciones nacionales de sus países de origen.
Hasta cuando nos tenemos que resignar a ver como los jóvenes talentos que no abandonan el país, desperdician su aptitud en ligas nacionales de poca calidad, mientras decenas de entrenadores cubanos colaboran con equipos profesionales de cualquier parte del mundo.
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