El mundial de futbol y sus “efectos secundarios”

De cómo capitalistas y gobiernos se sirven del mundial de futbol.

Pedro Campos

HAVANA TIMES — No soy especialista en este ni en ningún otro deporte y, como la mayoría de los cubanos de mi generación, sí soy amante de la pelota, pero no dejan de agradarme los buenos partidos de balompié que ahora estamos viendo en este Mundial de Brasil.

Me gustó mucho el partido escenificado entre Brasil Y México, dos países latinoamericanos a los que admiro por su cultura y tradiciones, especialmente su música, que terminó empatado a 0.

Pero no es sobre Futbol, que tecleo estas páginas, sino sobre algunos de sus “efectos secundarios”.

Por ejemplo aprecio como este fenómeno deportivo-comercial mundial desplaza de la prensa internacional, particularmente de la televisión y deja en planos inferiores noticias e informaciones sobre acontecimientos tan importantes como la ofensiva de extremistas islámicos en Iraq o la reelección del Presidente Santos en Colombia, que negocia un proceso de paz con la guerrilla.

Dos fenómenos, cuya evolución en una u otra dirección, van a tener muy importantes consecuencias políticas, económicas y sociales para las regiones que les circundan y que podrían generar o aliviar actuales complicados conflictos internacionales, a simple vista para lo que siguen los problemas globales.

Es sintomático como los fanáticos de casi todos los países presentes en el mundial, esperan un triunfo del equipo de su nación a sabiendas de que están muy distantes de las posibilidades de sus rivales. Es como una enfermedad que nubla el entendimiento. Los respectivos gobernantes en el poder aprovechan la cita mundialista para explotar a su favor el nacionalismo que estalla en cada presentación de su equipo, pierdan o ganen.

Así por ejemplo, toda la belleza y alegría del mundial, ahoga, invisibiliza la masiva protesta de muchos brasileños ante los descomunales gastos e inversiones hechos por el estado para hacer realidad ese espectáculo, en medio de tanta pobreza que todavía subsiste en las favelas y los campos de ese hermano país.

¡Y como se explota comercialmente el evento! La venta de camisetas, afiches, chapillas, banderas, bisuterías, televisores, pitos y matracas desborda todas las expectativas imaginables. Es una verdadera fiesta del comercio que en muchos aspectos supera las navidades y el fin de año.

Especialmente me han llamado la atención las ofertas de televisores de medianas dimensiones y sistemas por cable y satelitales de acceso a bajos precios, así como de celulares y tablets de última generación con aplicaciones para estar al tanto de todos los detalles del mundial.

Muchas tiendas, en varios países latinoamericanos, entregan un televisor de moderna tecnología de 32 pulgadas por el imple pago de una inicial mensualidad relativamente pequeña, a sabiendas de que muchos consumidores, quizás no puedan pagar después las otras mensualidades y devuelvan los televisores, según me comentó un vendedor de estas tiendas.

No puedo menos que acordarme de “El papel del crédito en la economía capitalista”, tan bien tratado por Marx, en el capítulo XXVII del III Tomo del Capital, que recomiendo a todos los interesados en profundizar en el tema.

A renglón seguido me dijo el vendedor: de todas formas la tienda gana, aunque solo la mitad de los compradores termine de pagar sus televisores, dados los bajos costos de la tecnología moderna. Además, señalo, los grandes productores de estas tecnologías, están de alguna manera vinculados con las grandes cadenas de televisión por cable y satélite, cuyas ganancias principales provienen de los anuncios por los que se pagan miles de millones de dólares.

Las ganancias más importantes no provienen, por tanto, de la venta de artículos y medios audiovisuales a bajos precios, sino de los anuncios de las publicitarias.

Significativamente, las nuevas tecnologías no solo están permitiendo la más amplia difusión de todos los partidos del más internacional de los deportes, sino que están siendo aplicadas para identificar aspectos y violaciones difícilmente identificables por el ojo del más avispado árbitro, tales como si el balón entró o no en área de gol, si fue o no faul o penalti un encontronazo, si hubo o no fuera de juego, etc., factores todos que contribuirán a perfeccionar las formas y reglas de arbitraje y el deporte mismo.

Un aspecto que habla de la internacionalización del deporte profesional de alto rendimiento, es el hecho de que ahora en la cancha antiguos compañeros de clubes profesionales formados por ciudadanos de diferentes países, se enfrentan en representación de su país de origen. Un elemento que, he visto, ayuda al respeto mutuo y a la confraternización en el campo de juego.

¿Y Cuba? Pues el gobierno, temeroso de que las nuevas tecnologías sirvan a propósitos adversarios, se las ha arreglado para usarlas, en forma inteligentemente dirigida, en función de tratar de canalizar los entusiasmos juveniles hacia el futbol y desviar su atención de los graves problemas en que vivimos.

Así, en la capital, tres importantes salas de cine, han sido dotadas de pantallas gigantes de televisión a través de la cuales pueden seguirse los principales partidos en vivo, a precios que permiten al estado recaudar unos cuantos millones de pesos para tratar de ayudar a mantener el equilibrio financiero de la desequilibrada economía cubana.

Nada, que el futbol sirve para todo y, que en todas partes “cuecen habas”.
—–
pedrocampos313@yahoo.es

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