El Clásico de Béisbol y la polémica sobre quién debe dirigir el Cuba

Por Ronal Quiñones

HAVANA TIMES — Faltan todavía unos cuantos meses para el Clásico Mundial de Béisbol de 2017, y aunque en las últimas horas ya se divulgó una prenómina de 50 peloteros, las mayores polémicas giran en torno a quién sería el director del equipo Cuba.

Tras la divulgación de los primeros jugadores llamados algunos critican las ausencias del lanzador Noelvis Entenza y el jardinero Roel Santos, pero el tema más candente es quién tomará las riendas del combinado nacional.

Hace cuatro años Higinio Vélez, en su doble condición de presidente de la Federación Cubana de Béisbol y Comisionado Nacional de la disciplina, dijo públicamente que Víctor Mesa sería el “elegido” en este cuatrienio, pero desde hace un tiempo el Comisionado Nacional es Heriberto Suárez, y algo, al parecer, cambió.

Como resultado, Roger Machado ha dirigido varios eventos, y hasta Alfonso Urquiola tomó temporalmente las riendas del principal conjunto antillano. Además, Víctor Mesa no ha parado de sumar antipatías en la afición cubana, que superan con creces lo que hace bien. Si no bastara con formar un trabuco “robando” peloteros a las demás provincias, sus actitudes públicas también dejan qué desear dentro y fuera de los terrenos.

Si esto fuera poco, no acaba de conquistar el título nacional, y a nivel internacional lo más importante es el cetro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2014, una lid de calidad mediocre.

Además, se especula que su viaje personal a Estados Unidos, autogestionado hace un par de años, le granjeó enemigos en la esfera directiva.

Más allá de preferencias personales, la Federación Cubana no ha asumido todavía una línea de trabajo en este sentido, para determinar cómo se va a elegir al mánager del equipo nacional más seguido en la Isla.

Algunos se inclinan porque sea uno fijo para un periodo de dos o cuatro años, o que tome las riendas automáticamente el campeón nacional.

Esto último entraña ciertos riesgos, pues tal como está la pelota cubana, no siempre gana el más capacitado. El ejemplo más reciente es el del villaclareño Ramón Moré, quien hacía muchas veces lo contrario a la lógica, pero así y todo se coronó en aquella final épica donde Ariel Pestano conectó jonrón con bases llenas y lo celebró de manera desproporcionada en la cara de Víctor Mesa.

Además, esto podría derivar en un cambio constante de director. Ya se sabe que cada director tiene su librito, y la consecuencia podría ser que cada año se jugará y se escogerá a los integrantes del plantel de una manera, y al siguiente se experimentará con otra.

Con respecto a la otra variante, tiene a su vez otras aristas, porque algunos se inclinan por alguien que no esté actualmente en funciones de dirección en la Serie Nacional, y el resto ve eso como una ofensa a quienes se desgastan todo el año en la competición del patio.

A finales del siglo pasado Jorge Fuentes era el sempiterno mánager del Cuba y no se formaba polémica, ganase o no la Serie Nacional o la Selectiva. En adición, al contrario de Víctor Mesa, no utilizaba su cargo para reforzar a Pinar del Río o Vegueros ni obtener privilegios.

Claro, a Fuentes lo acompañaban, también, sus resultados internacionales, pues en una época en la cual Cuba era una selección conformada por “profesionales”, enfrentaba a peloteros amateurs y no solamente ganaba, sino que paseaba la distancia, salvo muy pocas excepciones. No extrañó, entonces, que tuviera una racha de alrededor de 100 victorias consecutivas.

Con esa opción, el director técnico nacional estaría supervisando a todos los equipos en el torneo doméstico. De esa manera tendría más tiempo para salir de las interioridades de un conjunto para echar un vistazo al talento existente en el resto.

Esa persona asumiría el mando por el periodo de dos o cuatro años, y en dependencia de sus resultados sería mantenida o no en el puesto.

Pudiera ser también alguien envuelto en la lid del patio, pero evidentemente la gente no quiere a Víctor, básicamente porque considera, con bastantes elementos que lo justifican, que el actual DT de Matanzas aprovecha el cargo para sacar ventajas a favor de su nómina, en pos de esa asignatura pendiente que es levantar el trofeo doméstico.

¿Qué dicen los fanáticos?

Havana Times se debatió entre ir a buscar criterios a la calle o no hacerlo, porque realmente el estado de opinión en la capital es bastante agresivo con el expelotero villaclareño, pero decidimos obviar los ataques personales y quedarnos con las sugerencias más generales.

Por ejemplo, David, trabajador de las Comunicaciones, piensa que el mánager del Cuba debe estar entre el mencionado Fuentes, Alfonso Urquiola o Rey Vicente Anglada. “Esos son directores probados tanto dentro como fuera de Cuba, y tienen toda la capacidad para conducir al equipo en el Clásico. Siempre se dice que desde fuera se ve mejor, por eso no me gusta que el técnico dirija a un equipo en la Serie Nacional. Así se hace en todo el mundo.”

“Y entonces, ¿para qué se sacrifican los demás?”, dice José Manuel. “A mí tampoco me gusta que sea el campeón nacional, porque por ejemplo, podría ser Carlos Martí (DT de Granma) y ese hombre manda a tocar bola en el tercer inning teniendo uno de los equipos más bateadores de Cuba, pero sí debería ser Mesa o Machado, porque son los que más conocen a los peloteros que podrían integrar la nómina. Los demás están más lejos de la pelota cubana.”

“Pero a lo mejor no gana ninguno de los dos, ¿Qué queda para el campeón?”, se pregunta Teddy.

“Pues para él está la Serie del Caribe, el tope con Estados Unidos o el torneo de Holanda. Cualquier cosa, que en la pelota siempre hay oportunidad de jugar”, responde José Manuel.

Al escuchar el debate intervino Edgar, quien maneja un bicitaxi. “No discutan por gusto señores. El director hace rato que está escogido y si no es Víctor Mesa, que es la idea que me da, porque en la preselección está todo el equipo de Matanzas, será entonces Roger, eso no pare más.”

En general, aunque cada cual tiene su candidato, el criterio más generalizado es que esté entre esos dos hombres, aunque sea evidente el rechazo hacia el mentor yumurino.