Ser actor o actriz en Cuba

By Lynn Cruz

Beatriz Viña en Crematorio en fin…el mal.

HAVANA TIMES — Cada día se exige más de los actores y en menor tiempo. Los diseños de producción en la actualidad están planeados para actores entrenados, los cuales no necesiten hacerse demasiadas preguntas y ejecuten con eficiencia lo que les pida y/o exija el director.

Pasa mucho en los rodajes, donde siempre hay tiempo para cambiar la tarjeta de la cámara, para cambiar las luces o para que venga o se vaya una nube; pero cuando le preguntan a los actores ¿listos?, si el actor o actriz dice: “Necesito un momento”, entonces hay estrés en el rodaje.

Una buena pregunta sería ¿cómo se las agencian los actores y actrices cubanos? Es lógico que tengan que entrenar. Cuerpo, voz y mente son los instrumentos. Ser un buen observador, dedicar más tiempo a la profesión que a ti mismo, es lo que más se escucha de los profesores en las escuelas de arte.

Ahora bien, te has entrenado, te has superado, eres capaz de enfrentarte al papel más difícil. La mayoría de los actores que continúa trabajando en Cuba tiene que realizar una peripecia tremenda para sobrevivir, y abandonados a su suerte, cuentan con la Agencia Actuar como única entidad de representación, que solo sirve para decir que perteneces a la misma y con ello te contraten para cobrarte impuestos, y, de vez en cuando, llamarte a audiciones.

Lester Martinez en Memorias del Desarrollo

No existe una participación verdadera para que cobre vida como organismo, de modo que los actores tienen que convertirse en sus propios representantes, publicistas y, bien es sabido, es mejor que hablen de uno a tener que hacerlo uno mismo. La razón de ser de esta agencia ha terminado siendo la indiferencia, el descrédito.

Luego, si logras el papel, tienes que discutir los términos del contrato; si es con producciones extranjeras, peor, porque desconoces completamente las palabrejas legales, de modo que firmas sin entender la mitad del contrato y en el camino te enteras de que has metido la pata. Entonces te das cuenta de que debiste, además, estudiar leyes; pues así de sobresaltados están los dichosos que logran, se diría, pescar un trabajo con una industria de cine deprimida.

La producción de telenovelas, teniendo en cuenta el número de actores, tanto recién egresados de las escuelas de arte, como los que ya peinan canas, es insuficiente, ridícula; así sucede con la radio, el doblaje y el resto de dramatizados que produce el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT).

Yasmani Guerrero en Jirafas.

En este medio los intérpretes gozan de mayor publicidad , pero el hecho de que trabajes bien, te esfuerces, lejos de ser algo bueno, puede ser irrelevante. “El pueblo te adora, pero hay que poner caras nuevas”, son algunos de los argumentos para que no trabajes en dos novelas seguidas. Al parecer, frente a la incapacidad de emplear a los tantos actores y actrices, ha “bajado” la orientación de rotarlos y, de este modo, imitar al buen Jesús, multiplicar los panes y los peces.

Solo que en el ICRT es pan para este año de grabación y hambre para el que viene, pues la novela terminó. Del teatro en casi ninguna parte se puede vivir, pero si eres actor de teatro en Cuba, las condiciones son paupérrimas.

Lo cierto es que se ha debilitado la especie actoral, dejando un vacío profundo en las distintas generaciones, pues entre la emigración y la escasa producción, resulta casi imposible seguir el recorrido de los intérpretes más valiosos.

Sin armas no se libran batallas, porque igual de accidentadas son las carreras de los actores, los directores y, sobre todo, de los guionistas, (que en muchos casos son los propios directores) a quienes les resulta cada vez más difícil desarrollar proyectos que permitan a las actrices y actores trabajar personajes donde se aprecien la introspección, los silencios. Prevalece en los guiones la mundanidad verbal, como si la crudeza de la realidad ahogara cualquier posibilidad de desarrollar un mundo interior que se eleve de esa cotidianidad.

Mario Guerra en La Obra del Siglo

Dentro de este panorama, han surgido obras que sobresalen por su autonomía, también porque en su mayoría son producidas de manera independiente y no tienen compromisos con la industria. De modo que muchas veces son silenciadas por tener una visión más polémica de la realidad, gozan de mayor libertad creativa y permiten a los actores y actrices interpretar papeles con mayor complejidad sicológica.

Según Paul Henri Thiry d’Holbach en su libro “El Sistema de la Naturaleza”: “El remordimiento no existe o deja de existir en las sociedades corrompidas, puesto que el hombre dirige todas sus acciones por la opinión de sus semejantes”. Entonces, ¿cómo deslindar entre el bien y el mal? Tiene un gran reto el arte, reconstruir la moral, porque la desvalorización de la sociedad, la doble moral, consecuencia del oportunismo y la urgencia por sobrevivir, ha dado al traste con sujetos completamente amorales.

La inercia es grande, los códigos y valores están trastocados. Subdesarrollo emocional producto de una sociedad increíblemente compleja en su propio subdesarrollo kafkiano, que ahoga la verdad o la distorsiona con caricaturas lejanas de la ambigüedad que debiera ser el arte, pero como dijeran: “no es el arte el que imita la vida, es la vida la que imita el arte”.

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