Margaret Randall presenta en Cuba su libro “Cambiar el Mundo”

Por Circles Robinson

HAVANA TIMES – La autora estadounidense Margaret Randall tiene más de medio siglo de vínculo con Cuba y continúa alimentando esa relación, que va mucho más allá de los varios libros que ha publicado sobre la Isla.

Randall vivió en La Habana  desde 1969 hasta 1980, donde crió a sus cuatro hijos, mientras estuvo inmersa en el mundo cultural y los eventos épicos de aquellos años. En el 2009, a través de Rutgers Press, publicó su relato de esos años con el título To Change the World: My Years in Cuba (Cambiar el mundo: mis años en Cuba).

Havana Times comenzó a salir el año anterior (2008), aunque en ese momento solo publicábamos una edición en inglés. Pedimos, y recibimos permiso para publicar algunos fragmentos del texto, que fueron ampliamente leídos.

En la contraportada se encontraba una declaración de María López Vigil, autora del libro Cuba: ni el cielo ni el infierno:  “Para conocer a Cuba no bastan ni análisis ni estadísticas ni declaraciones oficiales ni diatribas de sus adversarios. Lo que se necesita son ojos llenos de corazón, ojos apasionados, para mirar al pueblo cubano en su vida cotidiana. En este libro, Margaret Randall mira a Cuba a través de esos ojos”.

Esta semana, Randall regresa a La Habana para presentar la edición española de Cambiar el mundo: mis años en Cuba, que acaba de salir de la editorial Ediciones Matanzas, traducida por la periodista habanera Barbara Maseda.

Su primer evento será de firma de libros en el puesto de Ediciones Matanzas en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, sede principal de la Feria del Libro, el miércoles 15 de febrero, a partir de las tres de la tarde.

El día siguiente, el 16 de febrero, a las dos de la tarde, Margaret presentará su texto en la emblemática Casa de las Américas en el Vedado, localidad de La Habana.

Realizamos una entrevista con Margaret, quien cumplió 80 años en diciembre pasado, y sigue muy activa en su prolífica producción literaria.

HAVANA TIMES: ¿Qué tipo de contactos mantuvo usted con personas en Cuba después de su partida en 1980, y cómo evolucionó esa relación a través de los años?

Margaret Randall

MARGARET RANDALL: Dije adiós a muchos buenos amigos cuando salí definitivamente de Cuba en 1980. Me he mantenido en contacto con la mayoría de ellos, ya sea por correo electrónico (a pesar de lo difícil que pueda ser esto por el lado de Cuba) o porque he visitado la Isla con frecuencia en los años posteriores.

Algunas de las personas que conocí emigraron, y pude verlas en los Estados Unidos o en otro lugar… o mantener una correspondencia con ellos allí. Hace poco, un amigo muy querido y yo  nos reconectamos en Miami después de no habernos visto durante 35 años.

Como dejé una parte mia en Cuba, mantener esos contactos ha sido muy importante para mí. Cualesquiera que sean los cambios políticos, sean cuales sean los caminos ideológicos, diferentes o similares, que hemos seguido, la amistad para mí es profunda y significativa. Me gusta pensar que supera la ideología que, como usted sabe, emana a menudo de la experiencia particular de una persona y cómo esto afecta su vida.

HT: Aparte del correo tradicional, el correo electrónico o las llamadas telefónicas, y otras interacciones personales, ¿de qué otras maneras se mantuvo en contacto con Cuba? ¿Qué medios utilizó / prefirió para obtener su información sobre la Isla? ¿Siguió la obra de autores, artistas cubanos, etc?

MR: Yo seguí, siempre, leyendo literatura cubana – escrita tanto por los que viven en el país, así como por aquellos que se fueron. Traté de mantenerme a tono con las películas cubanas. Y, por supuesto, la poesía es mi género preferido.

Mantenerme en contacto con la poesía de Cuba a través de los años fue particularmente útil cuando decidí, hace un par de años, reunir una antología bilingüe de ocho décadas de poesía cubana: ONLY THE ROAD (SOLO EL CAMINO).

Ese libro, que tiene 510 páginas, fue publicado hace solo unos meses por Duke University Press. Estuve en Cuba en octubre de 2016 y lo presenté en Casa de las Américas. En cuanto a los medios de comunicación, leo muchos de estos, entre los que se encuentran dentro del país están  Granma, Havana Times y OnCuba, así como lo que la prensa progresista y burguesa tiene que decir sobre la Isla en el resto del mundo.

HT: Además de la prueba legal que usted describe en el libro para recuperar su residencia en los Estados Unidos, ¿cómo sus vínculos con Cuba impactaron su vida cuando regresó a su país natal?

Margaret Randall con el periodista argentino Rodolfo Walsh en La Habana 1968.

MR: Siempre he pensado que vivir en Cuba en la década de 1970 y poder criar a mis cuatro hijos allí fue un gran privilegio en mi vida. Por supuesto que defender la Revolución Cubana fue algo negativo en términos de mi caso de migratorio. Pero ese es el precio que uno paga siempre por defender lo que uno cree. Con todos sus defectos, la Revolución Cubana me enseñó que otro mundo es posible. Eso es un regalo extraordinario.

HT: ¿Algunos de sus puntos de vista sobre Cuba (y el Gobierno cubano) han cambiado desde el momento en que terminó de escribir Para cambiar el mundo…, hasta la fecha?

MR: Por supuesto, mis ideas cambian constantemente. A cualquier persona de pensamiento le sucede. Todavía amo y admiro profundamente la Revolución Cubana, especialmente la visión de sus primeras generaciones. Al mismo tiempo, a medida que me vuelvo más sabia, veo la historia de una manera más matizada. Veo problemas y complejidades que no vi antes. Es dialéctico, como lo es todo.

HT: ¿Cuándo regresó a Cuba por primera vez? ¿Cómo ocurrió eso? ¿Cómo se siente acerca de ese reconexión con ese país?

MR: Durante los años de mi proceso de inmigración, no pude viajar fuera de los Estados Unidos. Gané el caso en 1989, así que no volví a Cuba hasta los 90, cuando realicé una serie de viajes trayendo a mujeres estadounidenses para que experimentaran un poco de la Revolución.

Cuando viví en Nicaragua (1980-84) visité Cuba una vez, en 1983, para participar en la boda de mi hijo, pero ese fue un viaje muy breve. En los noventa el país había cambiado bastante en comparación con diez o doce años atrás cuando me había ido para siempre. Por supuesto, la implosión del mundo socialista había tenido lugar, y Cuba estaba sufriendo su “período especial”. Me di cuenta de que muchas personas estaban cansadas, y algunas resentidas.

Para el 2011, cuando fui invitada a participar en el jurado del concurso literario de Casa de las Américas, las cosas parecían mejores. El acontecimiento de 2007 [también conocido como la guerra de los correos electrónicos] alrededor de los llamados “Cinco Años Grises” también había ocurrido para entonces, y como yo estoy más conectada con el mundo de los artistas y escritores eso me animaba.

Desde entonces he regresado varias veces más, sobre todo, para realizar investigaciones para algunos libros (HAYDÉE SANTAMARÏA, REVOLUCIONARIA CUBANA: ELLA FUE LLEVADA POR LA TRANSGRESIÓN, que apareció en 2015, y REVOLUCIÓN EXPORTADORA: SOLIDARIDAD GLOBAL DE CUBA, que saldrá en abril de este año, ambos a través de Duke University Press).

Cada vez que venía notaba cambios. Y la renovación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, que tuvo lugar en diciembre de 2014, también ha marcado una diferencia. Quién sabe qué pasará con nuestra actual Administración, aunque nada de lo que promete se siente bien. La depresión económica mundial, la apertura de los mercados y la subida del turismo han tenido un impacto en la vida de los cubanos. Así que sí, cada visita me muestra un país diferente. Pero siempre salgo con la confianza de que el pueblo cubano encontrará maneras de lidiar con el cambio de maneras que finalmente les beneficiarán.

La presentación del libro Cambiar el mundo: Mis años en Cuba será este jueves 16 de febrero a las 2:00 pm. en la Casa de las Américas.

HT: Muy poco ha cambiado en el discurso oficial sobre la igualdad de género y  racial en Cuba, desde aquellos años que usted describe en su libro (es decir, todo es perfecto en teoría, por lo que los problemas reales se abordan superficialmente o no se abordan en la práctica). Basado en lo que usted ha visto en Cuba y en los Estados Unidos en las últimas décadas (en términos de políticas y debates públicos), ¿qué podrían aprender los dos países uno del otro para tratar esos asuntos no resueltos?

MR: Puede parecer superficialmente que en Cuba haya cambiado muy poco con respecto a cuestiones de género e igualdad racial. Tal vez es mi edad (cumplí ochenta en diciembre), pero tomo una visión más larga en cuanto a esto. Creo que mucho ha cambiado y otro tanto queda por hacer.

Nuestros países son tan diferentes en esos aspectos. Aquí en los Estados Unidos tenemos igualdad matrimonial y un respeto por las parejas del mismo sexo que aún no se ha instituido en Cuba. Por otro lado, no tenemos atención médica universal ni educación ni muchos otros beneficios que, aunque no suelen considerarse cuestiones raciales o de género, sí lo son. Miren a los Estados Unidos en este preciso momento: sumido en un gobierno neofascista con un psicópata al frente. Tenemos aquí un debate mucho más abierto que en la Isla. Creo que Cuba también podría beneficiarse de eso. Sin embargo, la libertad de expresión no siempre conduce a la justicia, como bien podemos ver.

HT: Hay muchas cosas acerca de la Cuba en la que usted vivió, que la hacían desacertada para un país desde el cual cambiar el mundo: la libertad de expresión y asociación eran muy limitadas, las iniciativas privadas y las empresas privadas eran ilegales, la comunicación y el contacto con personas extranjeras (tanto emigrantes cubanos como extranjeros) era un pecado, las personas religiosas y homosexuales eran discriminadas, los controles sociales eran demasiado estrictos, y así sucesivamente. ¿Qué tipo de cambio positivo fue posible en ese contexto?

MR: Es cierto que cuando viví en Cuba la libertad de expresión era muy limitada y las empresas privadas eran ilegales. No es cierto que el contacto con personas de países extranjeros fuera un pecado. Estaba prohibido para los miembros del Partido Comunista, pero muchos ciudadanos comunes y corrientes tenían contacto regular con los miembros de la familia que habían emigrado.

Las personas religiosas y homosexuales fueron discriminadas, algo terrible (aborrezco la discriminación contra cualquier grupo o individuo), y el discurso que incluía términos como “gusano” fue, creo, un grave error.

La Revolución Cubana rectificó esos errores con el tiempo. La mayoría de las prohibiciones fueron suavizadas. En retrospectiva, es muy fácil decir que deberían haber sido eliminadas antes o que nunca deberían haber existido en primer lugar. Pero en el clima político creado por la actitud de los Estados Unidos hacia la Isla, el bloqueo y tantas otras cosas, no es difícil comprender hasta qué punto se volvió defensivo el liderazgo.

Mi propia experiencia en Cuba me mostró que tales actitudes eran cíclicas: cuando la presión se  encendía, la Revolución tensaba su cuerda. Cuando la presión bajaba un poco, esta aflojaba un poco. Sin embargo, la censura siempre conduce a la autocensura y los estrictos controles sociales llevan a la cobardía personal. Comprendí cuántos de esos controles llegaron a ser, pero no los aprobé entonces, ni ahora tampoco.

 

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