La suerte de partir y llegar

Osmel Almaguer

Ruben Lester. Foto: caimanbarbudo.cu

HAVANA TIMES — Rubén Lester (Santiago de Cuba, 1977) irrumpe en la trova cubana con una propuesta interesante, si bien no ha sido una de las caras más beneficiadas por la promoción. Sus letras combinan sentimientos y objetividad; recrean la relación del hombre con el paisaje, con el entorno rural, la tierra y los animales. Entre sus temas más recurrentes también se encuentra el de la separación, con el fenómeno de la migración no solo como acápite, sino como historia misma que lacera.

Mezcla de ternura e intensidad, imágenes y complejidad fonética, estas composiciones son capaces de provocar la emotividad en quienes las escuchan, al tiempo que incitan a la reflexión.

Rubén Lester pertenece al Consejo Provincial de Artes Escénicas desde el año 1998. Se ha presentado en diferentes escenarios dentro y fuera de Cuba, citando como ejemplos entre los primeros las Romerías de Mayo y el Longina, de Santa Clara, festivales de sobrado prestigio; mientras que entre los últimos podemos citar los festivales TransMusicales de Francia, Cuba-Compostela, en España y M&M, en Italia.

Ha compartido escenarios con Vanito, Telmary, Yusa, Vivanco, Raúl Torres, entre otros.

Suerte

Y que nunca te vayas, sin ponerte primero / un camisón de rayas, un cinturón de cuero / sueñas con la marisma, los mosquitos fieros / y la locura misma, provoca el desespero / ya con la crin mojada, salitre se torna miedo / y con la crin mojada, salitre tórnase miedo / y las memorias que afloran rompen el corazón / y las personas que lloran, cualquiera del montón / por eso suerte, suerte Compay / fuerza y suerte, suerte Compay.

Y con el primer buche malo de agua salada / comienza la aventura y será todo o nada / apretando bien los dientes ya la suerte está echada / la cara sumergida, el recuerdo de tu amada / y de ver solo mar y cielo, salitre se torna miedo / de solo ver el mar y el cielo, salitre tórnase miedo / y las memorias que afloran rompen el corazón / y las personas que lloran, cualquiera del montón / por eso suerte, suerte Compay / fuerza y suerte, suerte Compay.
Mamá no llores / mamá no llores, que lloro.

La doble emotividad de esta canción, quiero decir, el fuerte sentido de la letra sumado a la interpretación de su autor, hacen de la misma, y a pesar de su claridad, una pieza difícil de analizar. La escogí porque me parece importante el tema de la migración, a pesar de su recurrencia en la música cubana.

De modo general, y esta idea aparece implícita en el título, el autor expresa cierta inconformidad con la suerte. Se pone cuestionador, tanto con la suerte del sujeto lírico que protagoniza el viaje a través del mar, como con la del amigo que le habla, la de la familia, todos los que lo ven alejarse en un viaje pagado con la doble cara de una moneda que, en su “cara”; exhibe el brillo de llegar a un país extraño y, posiblemente, resolver problemas económicos, mientras que por el lado contrario le espera la “cruz”, o sea; el verse obligado a abandonar su lugar y crearse complejos problemas afectivos.

Y hablo desde la posición del que nunca ha pasado por eso, aunque sufro la distancia que me separa de mi hermana, que hoy por hoy reside en Venezuela. Por eso, ni siquiera voy a abundar en el tema de la separación familiar. Quienes saben lo que es eso, porque lo han vivido, no necesitan que lo explique, y aquellos que han tenido mejor suerte nunca lo comprenderán. Solo decirles que es como si alguien hubiera muerto pero, al menos, supieras que es un fantasma, que no se ha perdido completamente la posibilidad de contactarle.
La canción no se expande al tema general de la migración, sino que se concentra en el de la migración ilegal, aunque a decir verdad no debería haber hombre ni ley sobre la tierra que impida a otro caminar libremente sobre esta.

Y dentro de la migración ilegal, se inserta en el complejo tema de los balseros, aquellos que lo arriesgan todo, muchas veces por un ideal, otras por mejorar de vida, y los mejores por conseguir un trabajo que posibilite el sustento de su familia. Estos, son verdaderos héroes, no elegidos por una nación, ni queridos por todo un pueblo. Son, y en este sentido cargan el doble peso de la cruz, sacrificados y despreciados.
Sin embargo, el peso de la canción, y es donde creo radica su fuerte, es la descripción de lo que se siente, el nerviosismo previo a la partida, todo lo que está en juego, y el miedo, sobre todo el miedo, pero también el odio, o el rencor, que ojalá Dios ayude a despejar de los corazones de los balseros, y que los ayude a llegar, ¡qué coño!, sobre todo eso.

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