El “Snowden” de Oliver Stone: ¿cómo digerirlo en Cuba?

“Sin la información para comenzar un debate público estaríamos perdidos.” (Edward J. Snowden)

Por Vicente Morín Aguado

HAVANA TIMES — Oliver Stone presentará Snowden en el próximo festival de Cine a celebrarse en La Habana del 8 al 18 de diciembre.

La película se afinca en un prolongado diálogo entre Corvin, veterano oficial de la CIA, experto en la Internet y el súper hacker Edward Joseph Snowden. Leer detenidamente este guión significa un mensaje difícil de digerir para la combinación autoridad-burocracia que determina la censura en Cuba.

“Cuando los poderosos se quieran proteger clasificándolo todo nosotros los llamaremos, y cuando traten de asustarnos para que sacrifiquemos nuestros derechos humanos no seremos intimidados, no nos rendiremos, no seremos silenciados.”

Aunque el filme apunta directo a los Estados Unidos, donde una larga tradición de respeto a la individualidad está cuestionada por la intervención masiva, fuera de la ley, de las agencias gubernamentales de espionaje, la realidad es que los citados 3 mil millones de mensajes chequeados a estadounidenses no son un caso particular, como acaba de denunciarlo el portal web cubano 14 y Medio:

“En julio de 2014 los gobiernos de Cuba y China rubricaron un acuerdo de “cooperación en el ciberespacio”. El país asiático ha traspasado a la Isla parte de su experiencia sobre la vigilancia y el bloqueo de contenido en la web, en especial la aprendida desde la puesta en marcha en 1998 del llamado Proyecto Escudo Dorado, más conocido mundialmente como el Gran Cortafuegos y que emplea a más de 30.000 censores.” (03/09/2016)

La revista fundada por Yoani Sánchez fundamenta la extendida intervención estatal del gobierno cubano en la telefonía celular, específicamente los mensajes SMS, con extensión a correos electrónicos privados, llegando al extremo de bloquear páginas o revistas digitales completas.

Se apoya en pruebas factuales a partir de palabras que sirven de filtro, la metodología es similar a la descrita en el filme: “Es como una búsqueda en Google, pero vemos todo: correos, chateos, Facebook, lo que sea.”

Hay palabras y frases filtro comprobadas tratándose de Cuba: Guillermo Fariñas, huelga de hambre, Castro, derechos humanos, Cubanet, Diario de Cuba…

Lo peor no es tal intromisión del referido binomio burocracia-autoridades, sino que se hace sin siquiera apelar a ley alguna, fuera de toda decisión judicial. En la Mayor de las Antillas, tratándose de asuntos ligados a la mal interpretada política, los jueces no juzgan. Once millones de personas quedan al arbitrio de un puñado de funcionarios.

¿Por qué el gobierno recibe a Stone y permitirá exhibir la cinta?

Se trata de un mínimo de riesgo a cambio de ofrecer una imagen de tolerancia democrática, dirigida especialmente hacia el exterior, respaldada por la fama del cineasta que le hizo dos largos documentales al Comandante, por cierto, nada divulgados en nuestro país:

De la película Snowden.

Primero, serán 2 horas diez minutos, especial atención a los textos, escasa acción, factores que nada atraen al 90 % de los cubanos, alienados por la diaria batalla existencial. Aquí priman las telenovelas de los canales de habla española junto a las llamadas películas “de comandos”.

Al indagar en diez puntos donde gestores privados ofrecen el paquete semanal, solamente en uno de ellos—mercado de Fin de Siglo en el boulevard de San Rafael— se ofrecían los premios Oscar de estos últimos años. Poco queda para el denso largometraje que se comenta. No hay peligro de “contaminación” para los videos clientes.

El joven vecino que facilitó a este redactor la copia AVI del filme advirtió: “Tío, eso está pesado, no tengo paciencia para verlo, es demasiado tiempo atento a lo que dicen porque te pierdes y no entiendes nada.”

Segundo, Snowden será exhibida públicamente un día tal vez, con claque de periodistas, intelectuales previamente invitados y los espectadores que alcanzaron la entrada esa jornada.

Tercero, el mito de la privacidad es un asunto estadounidense, en nuestro país vivimos bajo eterna vigilancia desde que en 1960 fundaron los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), nos sabemos controlados sin derecho a réplica, nos han inculcado el objetivo que Stone pone en boca del instructor de la  CIA:

“La mayoría de las personas no quieren libertad, quieren seguridad.” El secretismo se convierte en camino hacia la “victoria” ante los enemigos de la Patria. Sin embargo, el propio guionista de Snowden aporta la contrapartida: “Uno no tiene que estar de acuerdo con los políticos para ser patriota.”

Ante el desafío de nuestra realidad valen las palabras del principal colaborador de Julian Assange:

 “La mayor libertad que tengo es no preocuparme por lo que pase mañana, porque soy feliz con lo que he hecho hoy.”

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