Cuba en la Revolución granadina

Por Sheyla Hirshon

Fidel Castro y Mauirce Bishop. Foto: cubadebate.cu

HAVANA TIMES — Aunque no existe un acápite específico sobre la participación cubana en la Revolución granadina, detalles de esto aparecen como un tema recurrente en el libro La Revolución Granadina en el Presente Caribeño de Shalini Puri.

Cuba fue uno de los muchos factores en la formación de Maurice Bishop como líder y del Movimiento de la Nueva Joya, al igual que muchos otros grupos culturales y políticos radicales que abundaban en la región del Caribe en los años 70.

El Movimiento de la Nueva Joya (NJM por sus siglas en inglés) fue, fundamentalmente, una revolución nacional-democrática y anti-imperialista, basada en las necesidades del país. Este “se apartó de las fórmulas económicas de los soviéticos y de los cubanos” (Pág. 42) para centrarse en una alianza multiclasista y en una economía mixta.

Sin embargo, desde el principio, los cubanos fueron generosos con su ayuda. “Ninguna otra nación contribuyó más a la Revolución Granadina que Cuba. Esta contribuyó con unos 500 trabajadores del aeropuerto, asesores en todos los aspectos de la sociedad, tanto en la Cultura, como en la tecnología: los galenos que atendieron a cerca de la mitad de la población granadina y entrenaron a ciudadanos de ese país para que se convirtieran en médicos, la estación de radio en Beausejour, [de 50 vatios, con capacidad para cubrir el Caribe oriental] y más de 200 becas a los jóvenes para estudiar en La Mayor de las Antillas. Incluso hoy en día, esa relación perdura en el entramado de la vida cotidiana.” (Pág. 177)

La presencia de Cubanos durante el período revolucionario trajo cercanía, algunos matrimonios y algunas tensiones. Había “diferencias lingüísticas y culturales, por ejemplo, en los cánones de género, celo con respecto a las mujeres Granadinas que mantenían relaciones con Cubanos, diferencias en la cultura de trabajo y [tensiones debido a] actitudes raciales de algunos Cubanos hacia los Granadinos.” (Pág. 179).

Sin embargo, en una encuesta de opinión realizada a los granadinos en 1984, después de un año de la intensa propaganda de los Estados Unidos, el 94 por ciento de la población reconoció el esfuerzo de la ayuda Cubana en Granada y el 63 por ciento expresó una actitud favorable hacia ellos. (citado en la pág. 179)

No está claro el papel que jugó Cuba en el giro del NJM hacia un gobierno autoritario del Partido o en los sucesos del 19 de octubre. Son muchas las especulaciones y las pruebas contradictorias sobre si el Gobierno de Castro fue informado de la división del Gobierno Revolucionario del Pueblo en octubre de 1983 o si en algún momento Maurice Bishop solicitó el apoyo militar Cubano de forma directa.

Graffiti en St. George’s, Granada. Foto: Shalini Puri

Se sabe, que después de un viaje al extranjero con una parada en Cuba, Bishop cambió de opinión sobre aceptar la decisión del Partido de compartir el liderazgo. Otra cara de esta controversia gira en torno a una llamada telefónica que, supuestamente, Bishop realizó al embajador cubano Rizo el 18 o el 19 de octubre. Es probable que estas cosas nunca se sepan con certeza.

Lo que sí está claro es que Cuba fue la bandera roja que Ronald Reagan ondeó en su decisión de invadir. Desde el principio, la derecha pintó al Movimiento de la Nueva Joya y a otras corrientes de la región como peligrosas extensiones de influencia cubana y soviética en el área, ignorando por completo el carácter autónomo de estos movimientos nacionales.

El aeropuerto, cuya construcción fue uno de los principales proyectos de la Revolución, se convirtió en uno de los puntos focales de Reagan. En realidad, se había planeado mucho antes de la Revolución, para impulsar el turismo y la industria y fue apoyado por el Banco Mundial y compañías de la Florida, Gran Bretaña y Canadá, así como Cuba.

Sin embargo, para Reagan y el Gobierno de los Estados Unidos, la pista de aterrizaje prevista para tener 10 mil pies, así como su espesor “demostraron” que estaba siendo construida como un aeropuerto militar para reabastecer de combustible a aviones Cubanos o posiblemente como un sitio para misiles Soviéticos.

Los acontecimientos de octubre de 1983 dejaron a Cuba en una posición insostenible. Por un lado, los seguidores de Bishop y de la “Revolución Granadina (conocida popularmente como Revo)”, como la mayoría de los elementos progresistas de la región, compartían una “creencia regional duradera en Cuba como tejedor de milagros y como país que enviaba ayuda a los necesitados.” (Pág. 181)

Muchos de ellos esperaban la intervención militar Cubana directa, en apoyo a Bishop. Incluso cuando se avistaron los primeros aviones Estadounidenses, algunos se preguntaban si estos eran Cubanos o Soviéticos y si habían venido para “rescatarlos” a ellos del Consejo Militar Revolucionario (RMC por sus siglas en inglés) que había tomado el poder. Estas personas se sintieron amargamente decepcionadas por la falta de acción por parte de Cuba.

Sin embargo, siendo realistas, podemos decir que “la intervención Cubana podría haber precipitado un ataque de los Estados Unidos” y ” llevar la confrontación a una escala global.” (Pág. 180)

Además, como el mismo Fidel Castro declaró, su Gobierno había sido colocado en una posición “moralmente compleja”. Castro era muy cercano a Bishop e inequívocamente condenó su asesinato y dijo que la RMC y los 17 de Granada eran los responsables. Cuando llegó la invasión no podía luchar del lado de ellos u ofrecer ayuda en la batalla contra las tropas Estadounidenses.

Reconocimiento por el papel de Cuba en la construcción del aeropuerto de Point Salines. Foto: Shalini Puri

Los 784 cubanos que se encontraban en Granada en ese momento pagaron el precio de esa “complejidad moral”. El apoyo armado directo a los Granadinos no era posible. El comandante de las fuerzas Cubanas, el coronel Pedro Tortoló, había llegado a la Isla solo un día antes de la invasión y la gran mayoría del personal Cubano en ese país no eran soldados.

Aún así, el honor de Cuba estaba en juego, así como el peligro de que una victoria de los Estados Unidos pudiera envalentonarlos a atacar Nicaragua. “La solución de Castro fue instruir a su gente de no abrir fuego contra los Estadounidenses y no obstruir los intentos de estos de evacuar a sus ciudadanos.

Los Cubanos fueron mandados solamente a defender sus posiciones en el aeropuerto y en la embajada.”(Pág. 187).

Como lo ve Puri, “lo que el gobierno Cubano esperaba de sus compatriotas era un martirio heroico.” (Pág. 188) Al final, el mejor estimado de la cantidad de muertos cubanos es de 25, la mayoría, trabajadores del aeropuerto y de la embajada, con unos 59 heridos y 638 prisioneros, que después fueron liberados.

El 14 de noviembre de 1983, Fidel Castro se dirigió a un millón de personas reunidas en La Habana, para rendir honor a los que murieron durante la invasión Estadounidense, tejiendo esto en una perspectiva más amplia de la agresión del estado del norte a la región y condenó contundentemente los asesinatos del 19 de octubre. Él no mencionó en ningún momento a los sobrevivientes devueltos.

Los Cubanos que regresaron ilesos de Granada, que eligieron la vida en lugar del martirio y la gloria, fueron tratados con una especie de vergüenza. Tortoló recibió un escarmiento público por cobardía; el embajador Cubano en Granada, Julián Torres Rizo, cayó en desgracia, y a muchos -como a Tortoló- se les pidió posteriormente que prestaran servicio en Angola.

Maurice Bishop, que parecía como un hijo para Castro, todavía es aclamado en Cuba. La Asociación de Amistad Granada-Cuba que se estableció en 1974 todavía funciona. En 1998 se realizó una placa en Granada en agradecimiento al Gobierno y al pueblo de Cuba por su ayuda en la construcción del aeropuerto. En ningún lugar hay algún monumento que rinda honor a los Cubanos que murieron en la invasión.

 

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