Desórdenes de la Revolución… Energética

Yusimí Rodríguez

revolucin-energticaHAVANA TIMES — Cuando fueron a la casa de Lorna para sustituir su refrigerador viejo, que aún funcionaba (como era el requisito para el cambio) por uno nuevo, su esposo cumplía sanción penitenciaria y ella estaba impedida de trabajar por su salud. De todas formas la sustitución se llevó a cabo.

Un par de años después, su esposo salió de prisión y se jubiló. Lorna continúa impedida de trabajar, sobreviviendo gracias a negocitos temporales. Entre ambos, apenas logran llegar a final de mes.

¿Cómo pagarán el refrigerador?

Lorna no tiene la menor idea. “No lo pedí, dice, si quieren llevárselo, que me devuelvan el mío, que funcionaba y se los di gratis”.

La historia de Jorge sería más divertida si no fuera un hombre de más de sesenta años, con su única hija enferma; su mujer y él mismo con poca salud. Hace varios años vivía en Párraga, de donde permutó para Víbora Park, y de ahí a Santos Suárez.

En Víbora Park recibió y pagó al contado los enseres repartidos en la Revolución Energética: ollas reina y arrocera, hornilla eléctrica, jarro para hervir agua. Recién empezaba a vivir en Santos Suárez cuando recibió una notificación del banco avisándole que debía pagar el aire acondicionado que había adquirido, mientras vivía en Párraga.

¿Cómo pagarán el refrigerador? Lorna no tiene la menor idea. “No lo pedí, dice, si quieren llevárselo, que me devuelvan el mío, que funcionaba y se los di gratis”.

A menos que Jorge padezca amnesia, o que sea lo suficientemente tacaño como para asarse con el calor de julio y agosto, teniendo un aire acondicionado, no ha comprado ninguno.

La Zona de Comercio, que realizaba la distribución de los efectos eléctricos a través de las bodegas, le exigió presentar una carta del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), declarando que no había adquirido ningún aire acondicionado.

Jorge presentó la carta y supuso que con eso quedaba zanjado el asunto, prueba de que los cubanos no perdemos el optimismo ni la confianza en la burocracia socialista. No pasó un año antes de que volvieran a molestarlo por el aire acondicionado, que nunca compró, y han continuado molestándolo.

La carta que llevó a la Zona de Comercio se extravió y ha tenido que regresar con la presidenta de su antiguo CDR para que la vuelva a redactar. Su firma no aparece en ningún contrato del banco, pero el asunto no termina.

Lo interesante es que se supone que adquirió el aire acondicionado mientras vivía en Párraga, de donde permutó antes de que allí hubieran repartido los efectos eléctricos de la Revolución Energética.

“Ya decidí que no haré nada más, no buscaré más papeles. Que venga la policía, si quiere. Me llevarán a mí esposado de un lado, y a ellos del otro, por el mal trabajo que han hecho, y ahora quieren cobrarle al que ya pagó”.

La historia de Jorge sería más divertida si no fuera un hombre de más de sesenta años, con su única hija enferma; su mujer y él mismo con poca salud.

Pero no todos pueden decir que los jodió la Revolución… Energética. Reinaldo, un chofer de camión que trabajó en la distribución de refrigeradores y televisores, me cuenta que aprovechó para ayudar a un socio que no tenía refrigerador para cambiar.

“A él sí le hacía falta, así es que le resolví uno y lo está pagando. No me cogí ninguno para mí, como hicieron otros. Le resolví a quién pude porque les hacía falta, y ahí había refrigeradores de sobra”.

No son casos aislados, pero no me alcanzaría el espacio para mencionar todos los ejemplos que conozco de personas que no han pagado los efectos eléctricos que adquirieron, lo que se ha convertido en un problema para el Estado, y de personas a las que les están exigiendo el pago de algo que nunca adquirieron.

Pero estas irregularidades tendrían compensación si al menos los equipos funcionaran de manera óptima, si las personas no tuvieran que llevarlos a reparar constantemente, si en los talleres hubiese las piezas de repuesto necesarias para repararlos cuando se rompen.

2 thoughts on “Desórdenes de la Revolución… Energética

  • “El PODER DEL PUEBLO, ese si es PODER”

    Un ejemplo claro que muestra que cuando el estado usurpa las funciones del ciudadano, todo termina en un gran relajo. El credito lo debe solicitar el ciudadano, y no ser impuesto por la burocracia-estado.

  • EL PODER DEL PUEBLO, eso si es JODER! jajajajaja

Comentarios cerrados.