Cómo me ven los extranjeros

Yusimí Rodríguez

En el Parque Central de La Habana hay un lugar donde se habla día y noche sobre deporte y otros acontecimientos.

HAVANA TIMES— Comencé a hacerme esta pregunta tres años atrás. Estaba en el Parque Central en la Habana Vieja, a un par de metros del punto donde mucha gente, hombres en su mayoría, se reúnen a discutir sobre baseball, fútbol, volleyball, o la muerte de Michael Jackson en su momento.

Pasaba una pareja de turistas y me preguntaron si hablaba inglés para que les explicara qué sucedía. Lo que para nosotros sería una animada discusión sobre deporte, ante sus ojos era una trifulca y de un momento a otro podía correr la sangre.

No me tomó dos minutos explicarles la realidad, en inglés. Al final me sonrieron agradecidos y la mujer hizo algo que me sorprendió: sacó un jabón de su cartera para obsequiármelo.

No era la primera vez que recibía un regalo de alguna persona extranjera. En realidad, ahora que lo pienso, gran parte de mi ropa me ha sido regalada por amigos extranjeros o cubanos que viven fuera del país.

Pero esa fue la primera vez que me sentí una mendiga muerta de hambre. ¿Por qué aquella mujer pensaba que debía regalarme un jabón?

Creo que empezó en los años noventa, durante el Período Especial, cuando todo era salvajemente bienvenido: desde un tubo de pasta de dientes hasta un par de zapatos.

Hotel in Old Havana.

Escuché o leí una anécdota sobre una cubana que escribió que no tenía almohadillas sanitarias, y una europea le envió una cantidad exagerada de paquetes. La cubana era escritora y había escrito una historia de ficción. Ficción basada en dura realidad.

En los noventa, las cubanas usábamos pedazos de tela durante la menstruación, y los lavábamos para volverlos a usar.

Con el fin oficial del Período…, tendríamos que haber dejado atrás cualquier dependencia de lo que pudiera regalarnos algún extranjero. Tendrían que haber dejado de vernos como los pobres muertos de hambre que a duras penas sobreviven con sus salarios que deben penar para comprarse un jabón.

Hace cuatro meses, una amiga jamaicana estaba a punto de viajar a Cuba y me preguntó que deseaba que me trajera. Aunque pedí solo una memoria flash, ella insistió en que le pidiera cualquier cosa que necesitara, sin pena: ropa, zapatos, comida, jabón.

Le pregunté si haría el mismo ofrecimiento a una amiga canadiense, en caso de viajar a Canadá. La respuesta fue sí. Una amiga canadiense podría pedirle un tipo especial de té, especies o algo por el estilo.

¿Pero una canadiense adulta, universitaria, tendría que pedir memorias flash, ropas, zapatos, desodorante? No tengo respuesta para eso. No sé cómo vive una mujer adulta, universitaria en Canadá.

Cuando finalmente vi a mi amiga en el hotel donde se hospedaba, me presentó a un grupo de amigas suyas, que para mi sorpresa, también traían regalos para mí.

¿Cómo me sentí, ante los rostros cálidos y respetuosos de aquellas mujeres, que sin darse cuenta, me daban una fría ducha de mi subdesarrollo, y me despojaban de la poca dignidad que me quedaba aquella mañana?

No había contado el pequeño detalle de que media hora antes, monté el elevador del hotel con mi amiga, y el guardia de seguridad me hizo sentir una criminal potencial. Quizás, esta expresión sea exagerada. Cuando le expliqué lo que había sucedido (mi amiga ignoraba que yo no debía subir a su habitación sin pagar o sin un permiso especial, y yo ignoraba que quería llevarme a su habitación), el guardia fue muy cortés. Solo llamó a su jefe como parte del procedimiento, porque las cámaras me habían visto. El jefe también fue muy amable.

Hotel Parque Central

Sentirme como una criminal potencial es aún un reflejo condicionado. Hace apenas cuatro años que los cubanos podemos entrar a los hoteles sin sentir que nos vigilan, que estamos fuera de lugar.

Podemos incluso hospedarnos (aquellos que lo pueden costear). O sea, oficialmente, ya no somos ciudadanos de segunda clase en nuestro propio país. Pero cuesta trabajo acostumbrarse al nuevo estatus.

Volviendo a la pregunta: ¿Cómo me sentí ante los regalos de mi amiga y sus amigas, mientras recordaba las veces que mis padres y todos los adultos a mi alrededor me dijeron “estudia para que seas alguien en la vida, para que no dependas de nadie”?

Toda mi generación se formó con esa idea. Ahora recibo artículos de primera necesidad de manos de personas extranjeras; incluso personas de países subdesarrollados, que no son ricas, pero pueden traerme cosas que no puedo costear.

¿Cómo me sentí? Tremendamente agradecida. Afortunada y tremendamente agradecida.

¿Adivinaron si acepté el jabón que me ofrecía aquella mujer de no sé que país anglófono? Por supuesto que sí. Sofoqué mi incipiente ataque de dignidad en cuestión de segundos. Era un lujo que no me podía permitir.

13 thoughts on “Cómo me ven los extranjeros

  • Como turista en Cuba es siempre un problema para mí: regalar algo o no a la gente. Al final adopte la posición siguiente: regalar únicamente a la gente que conozco muy bien. Siempre tengo miedo de herir o lastimar a las personas desconocidas al ofrecer un regalo.

  • Esta bien que lo aceptes, no hay ninguna verguenza en aceptar ayuda. Y la mayoria de las personas son buenas y no malas y dan de corazon y porque quieren ayudar. Nada de indigno en aceptar cuando uno necesita. Todo el mundo ha estado en aprietos y la empatia con quien esta en una situacion desfavorable es algo humano y sincero.

    Hablando de cuanto vale un jabon en Cuba. (Y un blumer, y una blusa y un pomo de aceite). Le zumba que en Cuba pongan tanta restricciones en Aduana. Mi amiga salvadoreña va cargada pero cargada cada año. Su hermana vende ropa de marca que ella le lleva (aqui hay muchos especiales y la ropa llega a valer bien poco), en pagos, en su trabajo. Un negocio de sobrevivencia. Mi amiga es mas o menos una mula, cuando viaja lleva y lleva. La restringe el sobrepeso que tiene que pagarle a la aerolinea pero en su pais entra sin problemas, ya ella pago ese sobrepeso.

    Y cuando le hablo de las 66 libras que yo puedo pasar y como me pesan la maleta al llegar, no lo cree, simplemente no lo cree y al final cuando procesa la informacion me dice “que gobierno tan malo, con tanta necesidad…”.

  • Pero aqui en cuba el gobierno quiere que pases lo menos posible, para que sigas comprando la basura que vende en las tiendas a presios desorbitantes.

  • Soy un hombre padre de familia y trabajador ,resulta que cuando el periodo especial mis hijas no tenian zapatos y saben quienes se lo compraron ,pues si ,unas amigas mias que eran jineteras.Que triste verdad?

  • Por eso en Cuba son respetadas las mujeres de la VIda nocturna , a mucha gente han aliviado la vida y el hambre, si SR…

  • mira lo que te decían tus padres era verdad, qué bien te vino hablar inglés!

  • Yusimi: dinos la verdad, el jabon lo usaste o lo vendiste?

  • Hey, Yusimi, me parece que al menos media docena de estos comentaristas tomaron tu texto mas que a chunga, y hallo bien que buena racion del intelecto latinoamericano se destine a burlarse, que no burlar, la propia jodidez, pero cuando proviene de los otros la wasa entonces tiene tintes mas que imbeciles. Las cosas son de una sola forma y ya esta, pero la dignidad tiene infinidad de matices… “turistear” en la Habana con un jabon en la cartera? en que clase de putrefacta cabeza tan mas jodida cabe algo asi!

  • Pues a mí no me dio vergüenza mientras acepté regalos de mis amigos que venían de fuera. La necesidad en Cuba es real y si alguien me la podía aliviar durante 15 días o un mes, era bienvenido! No me importaba que al mes siguiente tuviera que arreglármelas de nuevo.
    Por otro lado, viviendo ya fuera de Cuba, siempre que visito a alguna amistad de otro país o provincia diferente a la que vivo, siempre llevo un presente típico o algo que les pueda satisfascer o alegrar de donde vivo. Eso no es raro, creo que lo hace mucha gente.

  • jajjajaj, Yusi estrá mal, pero no para tanto

  • No tienes por qué avergonzarte. Si tú estuvieras en una situación más cómoda probablemente ayudarías a alguien que supones o sabes que está necesitando. Es lo mismo. Eso es compartir.

    No te están dando una limosna, te aseguro que ellas no lo ven así. Son personas comunes que trabajan y no te están dando lo que les sobra sino algo que te puede ser útil.

  • Interesante ver la postura de quién viene de fuera y le cuesta adivinar como reaccionará cada nueva persona en Cuba ante un regalo.

  • Yo no le veo lo putrefacto por ninguna parte. De hecho, lo menos putrefacto que me puedo imaginar ahora mismo es un jabón. ;-)
    Que esta persona haya decidido regalar a cualquier persona por pura empatia jabones (o lo que sea) y hasta hacer sitio en su mochila para llevar jabones para cubrir una necesidad a cubanos desconocidos, me parece más que loable. Putrefacto es ocupar igual volumen solo con preservativos e ir a lo que van muchos…

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