Los amaneceres cubanos
Hay días que deseamos dormir un poco más, sobre todo, los sábados y domingos. Después de una semana de trabajo nos viene bien un buen descanso. Pero es imposible, los pregoneros se encargan de despertarte.
Hay días que deseamos dormir un poco más, sobre todo, los sábados y domingos. Después de una semana de trabajo nos viene bien un buen descanso. Pero es imposible, los pregoneros se encargan de despertarte.
Algunos comentarios a mis escritos anteriores me han puesto a pensar, sobre todo, los que se referían al post Lo que era y lo que es. Estoy de acuerdo en que no se debe juzgar a nadie y que criticando a un extremista podemos caer en el mismo comportamiento.
En ese pueblo pasé la adolescencia junto a mi hermana; nos mudamos a él cuando yo tenía nueve años y ella doce. Viví allí hasta los dieciocho. Eso fue hace cincuenta años. Cuando la homofobia en Cuba parecía una enfermedad incurable.
Hace más de 30 años tuve un marido; vivimos juntos durante un año y luego nos separamos. Me gustaba, pero eso no era suficiente para seguir adelante; yo necesitaba amar, y amar mucho para sobrellevar la convivencia.
Es posible que un romance alivie mis tristezas, si es que acaso me despierte alguna ilusión. De eso no estoy muy segura, no por la edad, si no por los desengaños de la vida.
Este mes cumplí 59 años ¡Qué horror, como pasa el tiempo!, la juventud dura lo que una botella de ron en las manos de un borracho. De joven me encantaba visitar los centros nocturnos de la ciudad. Estuve en casi todos, menos en el principal, el de más clase, el paraíso bajo las estrellas, Tropicana.
“¡Se cayó el campo socialista! ¡Se desintegró la Unión Soviética!” Eran los comentarios del personal médico que trabajaba en el hospital. Yo no prestaba ninguna atención, mi hijo de dos meses había sido hospitalizado…