La iglesia de Regla
Religiosamente, siempre que estoy en Cuba visito nuestra parroquia de Regla en semana santa. De las cosas que un reglano recuerda, en cualquier parte del mundo donde se encuentre, es esa iglesia.
Religiosamente, siempre que estoy en Cuba visito nuestra parroquia de Regla en semana santa. De las cosas que un reglano recuerda, en cualquier parte del mundo donde se encuentre, es esa iglesia.
Hace dos días tomé el ómnibus A-7 con dirección a Guanabacoa. Al entrar me percaté de que el chofer, un cincuentón, llevaba a su lado, dentro del tubo de protección, a una jovencita muy hermosa; la conversación parecía amena, pues las risas brotaban de ambos lados.
Esto no es una narración surgida de la fantasía o por escribir algo, voy a hablar de un hecho real, triste por demás, ocurrido a una persona en el año 70 del pasado siglo.
No tengo nada contra la música, al contrario, desde pequeño me sentaba a oírla por la radio, sobretodo, la romántica; soñaba mientras la escuchaba y eso me hacía sentir bien y feliz. Mi padre era violinista y el ambiente musical en la casa me venía de muy cerca.
Hace unos días estuve en Regla, mi pueblo, la sierra chiquita como lo bautizara Fidel Castro. Al descender del ómnibus en el parque Guaicanamar, el principal del poblado, quedé asombrado y al mismo tiempo confundido. (9 fotos)
Para ir a una farmacia a comprar un medicamento hay que pensarlo dos veces. No se trata muchas veces que no lo haya, que también ocurre a veces, sino por la interminable cola que no avanza.
A través de la experiencia y de la vida misma se ha comprobado la influencia negativa que tanto el cigarro como el ron ejercen sobre las personas, son incontables los métodos y formas que se han empleado y se emplean para minimizar sus efectos.
Hace unos días venía de regreso de La Habana en un ómnibus urbano, cuando pasábamos ya la embajada española el ómnibus comenzó a detenerse. Había una cola de carros delante del nuestro y comenzó a formarse otra detrás.
Nací en el ultramarino pueblo de Regla, donde viví hasta que me casé. Bautizado como La Sierra Chiquita por el entonces presidente Fidel Castro, era un pueblo bonito, conservado y feliz.
Esta es una breve historia de un cubano común. Nací de una familia humilde, solo tenía por riqueza el trabajo. Fui criado en el concepto de la unión familiar, católico desde pequeño siempre en el amor a Dios y al prójimo. Me enseñaron la sencillez, la honestidad y honradez.