El Reparto Eléctrico, en el municipio de Arroyo Naranjo, es una de las tantas ciudades dormitorios de La Habana. El transporte del Estado presta un servicio muy limitado y son los caballos los que mueven a las multitudes hasta el paradero de ómnibus.
La censura no es un mecanismo de control ideológico exclusivo de los regímenes totalitarios. En casi todos los países, ya sea por razones políticas, religiosas o de cualquier otro tipo existen demarcaciones donde en apariencias se ejerce la llamada libre expresión.
Nadie las llama “jineteras”, ni siquiera “prostitutas”. Para los clientes y quienes las repudian, para todos los que sabemos de su oficio, incluso para los policías, esas mujeres desarrapadas que uno se ve en busca de clientes al borde de una autopista son simplemente “chupachupas”.
Buscar buenos empleos en Cuba no es nada fácil. Aunque demuestres que estás bien calificado para desempeñar una tarea o un cargo, en muchas ocasiones pesa más el haber sido “avalado”, es decir, respaldado, por un ciudadano ejemplar, un miembro del Partido Comunista que, como ha sido definido por el propio gobierno, es la “vanguardia de la sociedad cubana”.
Alexis es egresado de una escuela de turismo. Durante años estudió cocina y se graduó con honores. En algunos concursos los maestros elogiaron su destreza y buen gusto, también la pulcritud y la habilidad de improvisar e innovar. Sin embargo, al buscar empleo, Alexis no ha tenido suerte.
La Habana es una ciudad de gritones. Apenas ha salido el sol y, antes de que comiencen a cantar los gallos, los gritos se imponen sobre cualquier otro ruido. Las voces del vecino que despierta a quien no tiene reloj despertador. Las voces de agitación de las madres levantando a los hijos para que vayan a la escuela. Los pregones del panadero y los alaridos de una señora para que alguien que pasa por la acera apague el motor del agua.
Pregonado como un gran acontecimiento a celebrarse en abril de 2014, el VIII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba enrumba hacia la culminación del fracaso rotundo de la organización.
Ha concluido la Feria del Libro de La Habana. Me he mantenido al tanto de los reportes de los periodistas oficiales sobre los acontecimientos. Como en años anteriores, nuevamente no fue la literatura la que acaparó la atención de periódicos y noticiarios cubanos.
Si Holguín, en el oriente cubano, es la “ciudad de los parques”, La Habana pronto será la de los “parqueos”, me ha dicho en tono de broma un vecino. Mantiene, además, que los precios astronómicios para comprar un auto no son un obstáculo sino un “incentivo”.
Entre los trabajos que el Estado cubano permite realizar por cuenta propia no se contempla el pequeño negocio editorial. Tampoco se permiten labores similares. Los escritores y editores dependen del Estado pero este no garantiza la estabilidad de los ingresos ni la posibilidad de desarrollar libremente cualquier iniciativa individual. Una revista, por ejemplo, o un espacio de debate abierto.