Viajes a Cuba retroceden por elecciones de EE.UU.
Dawn Gable
HAVANA TIMES, 3 nov. — Las elecciones parciales ayer en los Estados Unidos son interpretadas de diversas formas por periodistas de todo el mundo. Aunque las consecuencias generales y el augurio para la carrera presidencial del 2012 no puede ser más que una simple conjetura en este momento, está claro el efecto para los esfuerzos de restablecer el derecho de los ciudadanos estadounidenses de viajar a Cuba.
Ileana Ros-Lehtinen encabezará el Comité de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes evitando cualquier legislación que mejoraría de forma remota las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
El temor del actual líder del Comité, Howard Berman, por esta posibilidad, unido con recibir la máxima contribución permitida a una campaña hecha por un PAC (Comité de Acción Política) que opone los viajes a Cuba, provocaron que él aplicara su jurisdicción sobre la legislación a favor de los viajes de este año e hacer creer a sus compañeros demócratas a que convocaría a un voto, y en última instancia dejó correr el tiempo.
La gran victoria republicana en el senado no implica necesariamente un cambio en la dinámica de la Cámara. Antes de las elecciones intermedias, la campaña en pos de los viajes a Cuba no estaba probada contra obstrucciones. No existían 60 votos para detener una intervención parlamentaria hecha con el propósito de impedir que un asunto se someta a votación por el senador Menéndez, un demócrata de New Jersey de descendencia cubana.
A pesar de que el senador Dorgan presumió de tener los votos necesarios para levantar la prohibición de viajes, él no hizo nada para probar su afirmación y dejó la duda. Aunque teóricamente es más fácil derrotar a un solitario obstruccionista a través del trapicheo que persuadir a un grupo de oponentes, cuando el que mantiene el show está motivado por una ideología o una venganza personal, como es el caso de Menendez, la teoría se rompe. Por lo que el Senado era un obstáculo antes de las elecciones y lo seguirá siendo después de esta.
Lo que queda es la autoridad ejecutiva
Con el Congreso sólidamente unido contra cualquier reforma en la política Cuba-Estados Unidos, la única esperanza de algún cambio queda en el presidente Obama. Pero la disputa para que Obama usara autoridad ejecutiva para actualizar la política relacionada con la Isla se basaba en su victoria en la Florida en el 2008, lo que indicaba que él no debía preocuparse mucho por el voto cubano-americano en el 2012. Esta idea cobró fuerza por diferentes encuestas realizadas en el Sur de la Florida que mostraban que la mayoría de los cubanos-americanos estaban a favor de que todos los ciudadanos norteamericanos viajaran a Cuba y de mejores relaciones con este país.
Pero esa puerta se ha cerrado de forma decisiva. La carrera por el Congreso del Distrito número 25 de la Florida ganada por David Rivera, un derechista que cree que ni siquiera a los cubanos-americanos se les debía permitir visitar sus familias, y perdida por Joe García, antiguo director de la anticastrista Fundación Nacional Cubano Americana, pero ahora representante de un lado más racional de la comunidad emigrante y abierto a explorar un acercamiento, ha dejado a Obama sin cobertura para tales políticas y obscurece el futuro de las elecciones del 2012.
La carrera de Rivera y García no se decidió únicamente por la posición de los candidatos con relación a Cuba. La reacción general contra los demócratas tuvo, por supuesto, un efecto en la carrera de un distrito que ha sido republicano durante mucho tiempo.
En realidad, el hecho de que García tuviera una posibilidad de ganar se debió probablemente a su voz más razonable con respecto a Cuba. Pero todavía falta por ver si la Administración se molestará en analizar los detalles y seguir adelante tratando de mejorar las relaciones con Cuba, o si Barack Obama, junto a los más de 200 miembros del Congreso a favor de los viajes, encogerán sus hombros diciendo “lo intentamos” y dejarán que los “duros” cubanos-americanos enmarquen esta derrota dentro de la narrativa de Guerra Fría, deteniendo, de esta forma, todo tipo de progreso.