Una joya entre el resplandor y la decadencia: La Habana cumple 495
Por Isaac Risco (dpa)
HAVANA TIMES — Anacrónica, bella y deteriorada: pese a la inclemencia del tiempo y el abandono de muchas de sus antiguas villas coloniales, La Habana sigue siendo de las joyas arquitectónicas del continente americano. La capital cubana cumple este domingo 495 años, intentado sacar lustre a su antigua belleza sin perder identidad.
Para muchos son justamente esa vejez y la ausencia de grandes proyectos urbanísticos en el último medio siglo las que han impedido que la ciudad sufriera el crecimiento caótico de otras capitales latinoamericanas, y que conserve su encanto arquitectónico.
A cambio, sin embargo, de un deterioro visible.
La Oficina del Historiador de la Ciudad, a cargo de Eusebio Leal, impulsa desde los años 90 la recuperación del patrimonio más emblemático de la ciudad.
«Lo más importante fue echar atrás las ruinas y restaurar», resumió esta semana Leal muchos de los esfuerzos en el recuperado Palacio del Segundo Cabo de La Habana Vieja.
Es sobre todo ese distrito, uno de los más turísticos de la ciudad, el que más se ha beneficiado de las obras. La Plaza Vieja y el Teatro Martí entre otros tesoros coloniales, pero también antiguos bares de la bohemia habanera de los años 50 como el Sloppy Joe’s o el Muelle de la Madera y el Tabaco, hoy una cervecería para turistas, son algunos de los lugares recuperados.
«Hay que dar una oportunidad para que en estos cinco años se haga un esfuerzo valeroso por La Habana, contra viento y marea», pidió también Leal de cara al medio siglo de existencia que cumplirá la capital en 2019.
Fundada el 16 de noviembre de 1519 por los españoles como la Villa de San Cristóbal de La Habana, la ciudad se convirtió en los siglos posteriores en una de las grandes metrópolis del continente.
La «llave del nuevo mundo» se dio a conocer por su arquitectura portentosa, y desde finales del siglo XX ha adquirido también la pátina de una ciudad romántica algo caída del tiempo, recorrida por viejos autos estadounidenses de las décadas de los 30 y 40.
La leve apertura de mercado emprendida por el gobierno de Raúl Castro en los últimos años ha impulsado también poco a poco la reconstrucción. Desde noviembre de 2011 la isla permite la libre compraventa de casas.
Viejas mansiones han encontrado así nuevo propietarios dispuestos a recuperarlas. «Es de mi propiedad», explica Rodolfo Hernández, un habanero de 44 años sobre la villa que reconstruye en el Vedado, una casona que compró hace dos años de los herederos de un conocido médico habanero de comienzos de siglo.
«La fachada está quedando como era», explica. La casa, de siete habitaciones sobre un terreno de casi 1.200 metros cuadrados, estaba medio abandonada cuando la adquirió. Hernández vivió durante muchos años en España antes de volver a la isla.
La anacrónica belleza habanera, sin embargo, tiene también otra cara. Las décadas de abandono casi han colapsado en muchos barrios las infraestructuras de una ciudad que alberga a poco más de dos millones de habitantes.
Además de villas coloniales en barrios antiguamente burgueses como Santos Suárez, el Vedado o Miramar, la ciudad tiene distritos muy deteriorados, donde la población malvive en viviendas declaradas oficialmente no habitables, que sus propietarios se niegan a abandonar.
Especialmente afectado está el distrito de Centro Habana, aledaño a La Habana Vieja, donde las lluvias intensas suelen causar derrumbes.
A finales de octubre se desplomó parcialmente un inmueble construido en los años 20 en la avenida Galiano, una de las más grandes arterias en Centro Habana.
El edificio «estuvo tres o cuatro días soltando una arenilla hasta que una madrugada hizo ‘bum'», explica Sevani Hernández, uno de los vecinos. La pareja que vivía dentro salió ilesa, por fortuna, al igual que sus hijos.
También en las afueras de La Habana la rotura de tuberías o los desagües atascados causan problemas. «Tengo la casa desde el día 6 (de noviembre) llena de aguas albañales», se queja Gisella Nodarse, una auxiliar de clínica dental de 62 años.
Nodarse vive en el reparto Guiteras, una urbanización con bloques habitacionales construidos en parte después de la revolución de 1959 en el municipio de Habana del Este.
Su casa está en una planta baja. «Necesita mantenimiento», explica Nodarse a la agencia dpa sobre su edifico de cinco plantas construido en 1979. «Lo que más nos golpea a nosotros es el tema de las tupiciones (atascos de las tuberías)», dice.
En febrero sufrió una anegación similar por un desagüe rebalsado.
Los responsables municipales «también se demoraron en venir. 21 días», protesta. De cara a cumplir el medio milenio, la capital cubana tiene una tarea colosal para recuperar sus infraestructuras.