Un espacio en La Habana para hablar entre mujeres

Por Lourdes Mederos (El Toque)

Una de las sesiones del proyecto Espacio para el diálogo y la liberación femenina. Foto: Tomada del perfil de Facebook de Claudia Genlui.

HAVANA TIMES – Quizás La Chiqui, como prefiere que la llamen, no hubiera dicho antes “me siento maltratada”. La situación que vive era normal para ella. “Ahora me siento más fuerte”, dice.

Ella y otras mujeres del barrio habanero San Isidro han encontrado un lugar para conversar sobre sus problemas cotidianos en las sesiones del proyecto Espacio para el diálogo y la liberación femenina. Cuando se reúnen hablan sobre la violencia de género y su reproducción, la sexualización de la infancia y la autoestima. Además, hacen ejercicios de sanación y relajación, en los cuales confluyen el arte y la naturaleza (sembrar una planta entre todas, pintar, leer poesía, etc.).

“Se tiende al aislamiento cuando sucede este tipo de problemas. Por ejemplo, ellas cuentan que solían ocultar las golpizas, pues lo contrario era un signo de debilidad”, explica Claudia Genlui, historiadora del arte y coordinadora de la iniciativa. Su objetivo es conectar a mujeres violentadas mediante el diálogo íntimo, el debate sobre temas de género y ejercicios artísticos.

Relata que durante el tiempo que ha trabajado como curadora en esta comunidad ha ido detectando problemas con los que se sintió identificada. “Conocí a mujeres que estaban siendo violentadas y que muchas veces no lo percibían”, recuerda. Aunque no es especialista en temas de género, está convencida de que el arte es una herramienta poderosa para conectar, sanar y acompañarlas.

A La Chiqui el proyecto le ha permitido descubrir que puede contar con mujeres como ella para recibir ayuda. “Hemos aprendido a unirnos para sentirnos seguras, porque nos apoyamos mutuamente en los problemas que tenemos”.

También han intentado incluir a los hombres en los encuentros. “Me interesa que ambos sexos se conjuguen dentro de esta experiencia”, aclara Genlui.

Además, hacen ejercicios de sanación y relajación en los cuales confluyen el arte y la naturaleza (sembrar una planta entre todas, pintar, leer poesía, etc.).

Cuando se reúnen hablan sobre la violencia de género y su reproducción, la sexualización de la infancia y la autoestima. Foto: Tomada del perfil de Facebook de Claudia Genlui.

Aislamiento físico: reconfigurar oportunidades

La sala de una casa, un parque o un grupo de WhatsApp son los escenarios de estos intercambios. Lo importante es que todas se sientan cómodas y seguras. Cuando comenzaron en el país las medidas de aislamiento físico a consecuencia de la COVID-19, la dinámica grupal se reconfiguró con la intención de seguir fortaleciendo el vínculo.

Aunque la pandemia les impidió verse, lograron adaptarse a las nuevas dinámicas. Los diálogos a través de las redes sociales les permitieron seguir conversando sobre sus problemas, detectar necesidades y alternativas de apoyo.

“He notado que después de estas sesiones varias de ellas tienen más seguridad de sí mismas. Incluso, una emprendió un proyecto para ayudar a personas desvalidas durante la pandemia”, dice Claudia Genlui.

Entender en la actualidad —en un barrio con historial de marginalidad como San Isidro— lo que significa violencia de género y abuso puede ser un reto para algunas personas. La cotidianidad de estos sitios en la Isla ha generado con el tiempo dificultades que en ocasiones escapan de las agendas públicas y mediáticas.

La curadora Claudia Genlui, coordinadora del proyecto Espacio para el diálogo y la liberación femenina. Foto: Hitch.

Ante un sistema de apoyo y atención a la mujer desarticulado por parte de las instituciones, iniciativas focales como estas constituyen una gran ayuda: “Pienso que todo empeño, sea privado o institucional, es válido cuando se trata de erradicar un problema. Estoy a favor de todos los proyectos estatales, que no creo que estén del todo mal, pero considero que hay que aterrizarlos a la realidad cubana. Eso me gustaría lograr con Espacio…, un trabajo lo suficientemente sólido como para que sea capaz de respaldar. Sueño con poder brindar a estas mujeres apoyo psicológico, económico, legal. Quiero que se convierta en algo más que una charla, que sea funcional y que con su aporte pueda mejorar la calidad de vida de cada una”

La Chiqui asiente. Cree que Espacio… tenía que haber surgido hace muchísimo tiempo. “Tengo la esperanza de que siga, no solo por mí, sino por tantas mujeres que necesitamos de esta fuerza y compañía”.

Violencia de género más allá de San Isidro

La psicóloga y feminista Ailynn Torres ha anotado que “mientras en el mundo aproximadamente el 35 % de las mujeres ha sufrido, en algún momento de su vida, violencia física y/o sexual por parte de un compañero sentimental o violencia sexual por parte de otra persona distinta a su compañero sentimental, en Cuba el 39,6 % de las mujeres declara haber sido víctima de violencia al interior de las relaciones de pareja en algún momento de su vida”.

Aunque el debate sobre este tema ha tenido más visibilidad en los últimos tiempos e, incluso, ha sido objeto de organización ciudadana, existen múltiples carencias para la atención a las mujeres víctimas de violencia machista. Por solo citar algunas, en el país no existen refugios de acogida y persisten obstáculos para el acceso a la justicia penal en casos de situaciones de violencia de género.

A todo lo anterior se suman otras situaciones sostenidas en estructuras de la desigualdad y que complejizan el panorama social y económico para las mujeres. En el artículo Regímenes de bienestar en Cuba: Mujeres y desigualdades, publicado en el número 39 de la revista Cuban Studies, Torres ofrece un detallado mapa de varias de estas cuestiones, entre las que se encuentran la baja tasa de participación laboral de las cubanas en empleos formales y el hecho de que dedican más horas al trabajo en el hogar, 14 horas semanales más que los hombres, según los datos arrojados por la Encuesta nacional sobre igualdad de género de 2016.

Con relación a los feminicidios, si bien Cuba posee cifras menores a las de países de la región, datos oficiales de 2016 publicados en 2019 dan cuenta de una tasa de femicidios de 0.99 por cada 100.000 adolescentes y mujeres a partir de los 15 años. Aproximadamente una mujer por semana fue asesinada por su pareja o expareja en la Isla.