Una mirada cubana en Pekín a las relaciones China-Corea del Norte

Harta de las rabietas del Norte, China da un “pellizco en el costado” a su viejo aliado

Por Isidro Estrada

Los surcoreanos se han traído a Pekín cuanto pudieran añorar de casa, desde trajes típicos y muñecas hasta kimchi.

HAVANA TIMES — Quienes se preguntaban hasta dónde llegarían los límites de la proverbial paciencia china con Corea del Norte, ya tienen la respuesta. Se han terminado los paños tibios de Pekín hacia su vociferante vecino, al que no le ha quedado más salida que despachar a un entorchado emisario a la capital china, con la misión de aceptar “la sugerencia” con que le aguardaban sus anfitriones.

O sea, se sientan a la mesa de negociaciones, retomando las charlas a seis bandas y dejando a un lado las poses de bravucones, o China se pondrá seria. Muy seria.

Todo apunta a que, al fin, Kim Jong Un y sus generales han captado la señal, pues ni cortos ni perezosos han presentado disculpas al Gobierno chino – si bien simbólicamente, pero disculpas al fin y al cabo -, por todos los riesgos y peligros que han generado en la península coreana en los últimos meses, los cuales han tenido una incidencia negativa directa para los  planes  estratégicos chinos.

La comisaría del Barrio Coreano de Wangjing se anuncia en coreano, además de en chino e inglés.

Lo que en otros tiempos hubiera resultado pura formalidad protocolar, es decir, la comparecencia de un enviado especial de un gobierno ante otro – ahora en la persona del vice mariscal Choe Rypong-hae -, adquirió esta semana naturaleza de mea culpa norcoreana.

Sobre todo por el hecho de que su presencia en Pekín siguió a la negativa china a enviar a un personero suyo cuando Corea del Norte se lo solicitó en abril.

Este desplante debió dejar claro al Norte hasta qué punto su principal – y de hecho, único – aliado en el mundo, resentía su comportamiento. Y vaya si lo hacía.

Con su negativa, Pekín dejaba interrumpido el habitual intercambio de representantes viajeros, que suele ocurrir una o dos veces cada año, y que ambos gobiernos han mantenido desde que establecieron relaciones diplomáticas en 1949.

En 1999, Wanjing era “La ciudad dormida” de Pekín, todavía con olores a aldea. Hoy es un próspero emporio comercial que acoge a casi 200 mil surcoreanos.

Baste recordar que estos envíos sólo quedaron truncos en 1992, cuando China estableció vínculos formales con Corea del Sur, y el Norte hizo palpable su disgusto dejando de enviar emisarios por un tiempo, a la vez que se negaba a recibir a los de su vecino.

Pero esta semana, al ver a los chinos parados en sus trece, los norcoreanos no tuvieron más salida. Lo que no habían conseguido hasta hoy el Pentágono, Corea del Sur ni el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, lo ha logrado Pekín con un ligero pero decisivo pellizco en el costado, que incluyó el cierre a principios de mayo de las actividades financieras entre el Banco de China y el Banco de Comercio Internacional de Corea del Norte.

Con tal preámbulo en el equipaje, el mariscal Choe llegó a Pekín listo a recibir y acatar el sermón de sus anfitriones. A cambio, reiteró la urgente necesidad de que China mantenga su apoyo económico. Sin esa entrada de combustible, cereales y otras vituallas, que representan casi el 70% del comercio exterior del Norte, éste se hundiría aún más en su actual marasmo.

Sin restaurantes de barbacoa, carne de perro incluida, no puede haber Barrio Coreano

China lo sabe, y de hecho está ante un dilema. Si mantiene una actitud en exceso permisiva con Kim y su equipo, estos podrían recrudecer su retahíla de provocaciones, hasta conseguir que EEUU llene de buques y portaaviones el mar de la China Meridional, entre otras posibles reacciones.

Y eso es justo lo que teme Pekín, en momentos en que trata de pactar, en condiciones de cierto equilibrio, el proclamado “regreso de EEUU” a Asia y el Pacífico, por no hablar ya de un posible conflicto armado “en caliente”, que se extendería por toda la zona del Oriente.

Por otra parte, si China aprieta demasiado las tuercas a los norcoreanos, cerrando el envío de ayuda económica, en el Norte podría estallar una crisis humanitaria, que se traduciría, sólo para empezar, en un flujo incontrolado de norcoreanos a través de la muy porosa frontera común.

Por lo pronto se ha conseguido evitar esta posibilidad. Pero la mera sugerencia de este escenario pone la carne de gallina en el lado chino de la frontera.

El matrimonio surcoreano de Lee Jun-Ha y Park Ji-yung ganan su sustento con la venta de café y electrónicos en Mobizone.

Hasta ahora los observadores no parecen colocar debida atención en sucesos que, a mi modesto entender, ofrecen señales muy a tomar en cuenta sobre el deterioro de la situación interna en la República Popular Democrática de Corea.

En mayo de 2012 y en el mismo mes de este año, fuerzas militares del Norte secuestraron a sendos grupos de pescadores chinos, cuando estos faenaban en aguas territoriales norcoreanas – al decir de sus captores-, o en territorio marítimo chino – según los secuestrados -.  Comoquiera que sea, quedó en evidencia que los plagiadores procuraban ante todo – y con nada disimulado desespero – obtener rescate a cambio de devolver las embarcaciones y sus tripulantes.

El año pasado dejaron libres a los 29 chinos tras robarle casi todo lo que poseían. Este año, los norcoreanos exigían casi cien mil dólares por liberar a sus rehenes. Al final, los dejaron ir sin conseguir rescate. Pero, también en el mejor estilo filibusteril, les despojaron de cuanto pudieron, alimentos incluidos. Otra gota que llenó la copa de la decepción china.

La raíz de gingseng coreano es una de las importaciones más populares en el Barrio Coreano. Dicen que lo cura todo.

Para colmo, el estamento militar norcoreano no parece haberse dado por enterado de cuál de sus secciones se dedica a estas tareas tan poco santas.

Ambos sucesos colocan sobre el tapete dos realidades: la agudización de las carencias materiales en el Norte están compulsando a algunos de sus militares a cometer actos que rayan en la vulgar delincuencia. Y – lo más preocupante – estos asaltantes están actuando con  aparente independencia – o peor aún, con impunidad.

De mantenerse esta tendencia, las escaseces al límite y la complacencia de las autoridades podrían mezclarse en explosiva combinación, haciendo de la zona marítima aledaña a Corea del Norte un remedo del peligroso Golfo de Adén, donde por años los piratas somalíes campearon por sus respetos. Algo para preocuparse.

Refugiados del Norte; empresarios del Sur

El estira y encoge de meses recientes entre la RPDC y China se ha saldado a un precio: China ha comenzado a marcar distancia del que fuera su aliado de “uña y carne”. Y ello ocurre en múltiples niveles.

No se dice en los comunicados oficiales, habida cuenta de los intereses estatales que así lo desaconsejan, pero basta con revisar el parecer de la prensa china, y lo que resulta más representativo aún, palpar el sentir de su población, para comprender que el desatino de Kim y su gobierno no cabe en la China de la reforma y la apertura, además de que el empuje norcoreano está consiguiendo justo lo contrario a lo que se propone.

Los surcoreanos se han traído a Pekín cuanto pudieran añorar de casa, desde trajes típicos y muñecas hasta kimchi

Muestra fehaciente en este sentido son las palabras de Zhang Liangui, un especialista en el tema de Corea del Norte en la Escuela del Partido del Comité Central del Partido Comunista de China, quien, citado por el diario chino Global Times, afirmó: “Pionyang trata de influir en la diplomacia de China.

Sin embargo, sus  provocaciones han tenido un resultado adverso, ya que han acercado más aún a China y a EEUU, con el resultado de más frecuentes intercambios de alto nivel entre ambos países. En consecuencia (Pionyang) está procurando nuevas formas de sabotear los lazos chino-estadounidenses”.

Si se quiere entender mejor la metamorfosis que ha sufrido la percepción popular china respecto a las Coreas, bastará con visitar los dos Barrios Coreanos que acoge Pekín en la actualidad – en la zonas de Wudaokou, en el occidente de la ciudad -, y en Wangjing, en el lado oriental de la urbe.

De los cerca de 300 mil coreanos que hoy residen en China, la abrumadora mayoría proceden del Sur. China les ha abierto las puertas a una nueva vida y ellos han sabido corresponder con creces, generando riquezas que comparten a caballo entre su país de origen y su suelo adoptivo.

El matrimonio surcoreano de Lee Jun-Ha y Park Ji-yung ganan su sustento con la venta de café y electrónicos en Mobizone.

Esta imagen contrasta con lo que muchos chinos consideran una “actitud ingrata” del Norte, que a cambio de tanta ayuda han colocado a China en más de un aprieto en los últimos tiempos.

En un reciente recorrido por Wangjing, conocí al joven matrimonio formado por Lee Jun-Ha y Park Ji-yung. Esta pareja es paradigmática del creciente y fructífero intercambio entre Pekín y Seúl.

Lee y Park llegaron a China en 1997, estudiaron en sendas universidades de la capital, donde se conocieron por aquel entonces. Tras graduarse, se casaron y hoy viven en Wangjing. Allí  administran en conjunto un singular negocio, Mobizone, en el cual conjugan la venta de café y meriendas con la comercialización de dispositivos electrónicos como Iphones, tabletas y microcomputadoras.

Mientras la discreta Park prepara un aromático Moca, el dinámico Lee atiende a la clientela deseosa de estar al día con los más recientes adminículos de moda.  Los dos jóvenes me piden que no los fotografíe, aunque me dejan tomar instantáneas del recinto.

“Prefiero estar al margen de la política”, aclara Lee cuando indago por las posibles repercusiones que los lanzamientos de misiles norcoreanos pueden tener para su país. “Sólo  deseamos vivir tranquilos y seguir prosperando. Aquí lo estamos logrando”, agrega.

Si se tiene en cuenta que en 1999 a Wangjing se le conocía como “La ciudad dormida” de Pekín, carente en buena medida de infraestructura moderna, y que hoy es todo un monumento a la prosperidad, gracias al esfuerzo de decenas de miles de surcoreanos, se podrá aquilatar el porqué, a los ojos de millones de chinos, el Norte y Sur de Corea son cada vez más dos países ubicados en las antípodas de todas las narrativas posibles.

El listado de “exportaciones” de cada uno de ellos da la medida de a qué atenerse.

3 thoughts on “Una mirada cubana en Pekín a las relaciones China-Corea del Norte

  • Me gustaria que el comandante que nunca se equivoca pero que no come llerva porque no puede, dijera algo al respect y no esuviera escribiendo esas barrabasadas que llama relfexiones y que no son mas que un babeo mental. El Articulo muy bueno por demas.

  • Muy interesante este articulo Isidro. En los medios de prensa es raro leer algo sobre los problemas entre corea del norte y china.

  • Gracias a los comentaristas…Hay mucho que contar de esta zona del mundo…

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