“Tengo culpa por estar durmiendo bien, comiendo bien”
Nicaragüenses desterrados a Guatemala piensan en los presos políticos que quedaron
Desterrados viven con la pena de que otros están injustamente presos, resistiendo las peores condiciones en las cárceles de Nicaragua
HAVANA TIMES – Los 135 presos políticos desterrados a Guatemala siguen todavía en un hotel donde gozan de las comodidades que ni podían imaginarse durante estuvieron en las cárceles de la dictadura de Daniel Ortega. Sin embargo, algunos no pueden dejar de sentir culpa por tener una cómoda cama y buena alimentación, mientras aún hay personas injustamente presas, resistiendo las peores condiciones en el encierro.
Muchos de ellos ahora saben, tras las terapias psicológicas que están recibiendo, que tendrá que pasar mucho tiempo para superar la mezcla de sentimientos que los mantienen en alerta por la situación de sus familias que siguen en Nicaragua, la pena por los presos políticos que quedaron y la ansiedad e incertidumbre del futuro lejos de su país.
Gabriela Morales, una de las 135 personas excarceladas, sobreviviente de los ataques a la parroquia Divina Misericordia cuando era estudiante de la UNAN-Managua en 2018, agradece a Dios todos los días su salida de la cárcel, principalmente a las personas que hicieron posible su excarcelación, pero le duele en el alma pensar en las personas que quedaron.
“Tenía la esperanza de que todos y todas saliéramos, pero lamentablemente la libertad solo nos alcanzó a los 135. Doña Eveling (Guillén) se quedó, Nancy (Henríquez) se quedó, doña Carmen (Sáenz) también, por eso no puedo estar tranquila sabiendo que estoy durmiendo en una cama llena de confort, mientras ellas están durmiendo en una cama con un colchón súper sucio, que ni aunque lo laven siempre está sucio. Sabiendo que estoy comiendo bien y la comida de ellas no es buena ni la adecuada para su salud. Tengo culpa por estar durmiendo bien, estar comiendo bien”, dijo Morales, quien estuvo 12 meses y medio en prisión.
Morales, de 27 años y originaria de Managua, dijo que ya decidió vivir en Estados Unidos, porque es un país que ofrece más oportunidades de trabajo, pero aún están en el proceso de reasentamiento para concretar ese paso.
Un amigo que murió tras estar en prisión
José Enrique Sánchez, originario de Masatepe (departamento de Masaya), encarcelado por participar en los eventos religiosos de la Semana Santa en 2023, también tiene problemas para conciliar el sueño todas las noches. Dijo que los primeros tres días de destierro no pudo cerrar los ojos, aunque ahora tiene una verdadera cama, con sábanas limpias y un colchón suave, muy al contrario de las losetas en las que tuvo que dormir durante su encierro de más de un año.
La mayor pena de Sánchez tras salir de la cárcel fue haber confirmado el fallecimiento de José Modesto Solís Aguilar, otro preso político que conoció en su encierro y que solo fue enviado a su casa para morir en diciembre de 2023.
Sánchez dijo que fue testigo de la grave enfermedad que aquejaba a Solís Aguilar y la indolencia de las autoridades del penitenciario que no le daban atención médica.
“Él no podía retener su orina, también se defecaba, ya no tenía acción propia sobre él. Yo lo ayudaba a alimentarse. Más que todo, más que una amistad, más que la lucha, yo pido que no se olviden de Modesto Solís Aguilar. Él fue un reo político que fue opositor desde los años ochenta, siempre fue opositor”, dijo Sánchez.
“Yo quisiera saber qué pasó en sus últimos días de vida. Me dijeron que la Policía amenazó a toda su familia para que no dijeran cómo fue su muerte, ni que dijeran que fue secuestrado ni que fue preso político”, agregó Sánchez.
José Modesto Solís, de 54 años, fue una de las personas encarceladas por pedir la libertad del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.
Miedo e incertidumbre
Otro sentimiento que agobia a algunos de los excarcelados es la incertidumbre. Uno de los desterrados a Guatemala, que pidió no ser identificado por temor a represalias a su familia en Nicaragua, dijo que sabe y siempre le repiten que no los dejarán solos en este proceso, pero no puede evitar la ansiedad ante un futuro incierto, un nuevo país, ya que nunca pensó en vivir fuera de Nicaragua.
La preocupación por sus familiares es lo que aqueja a todos por igual. Los entrevistados saben que todas las familias de los excarcelados están vigiladas. Muchos se preguntan cómo harán para salir del país sus hijos para reunirse con ellos en el exilio.
El desafío de volver a la “vida normal”
El opositor político y también desterrado, Jasson Salazar, manifestó que la atención psicológica que le están brindando tras su excarcelación le ha hecho comprender que su salida del encierro a una nueva vida no puede ser tomada a la ligera ni como que todo está bien de un día para otro.
“Para mí estos 13 días han sido como volverme a reencontrar, es prácticamente un nuevo comienzo, el volver a nacer, reencontrarse con familiares, amigos, conocidos, seres cercanos y queridos, ha sido gratificante. También reconocer en lo personal que ha sido una gran convulsión, saber realmente todo lo que ha venido pasando estos 18 meses secuestrados, el reconocer un nuevo contexto en Nicaragua que sigue siendo desafiante, ha sido como una gran explosión dentro de este difícil proceso de volver a reencauzarme”, dijo Salazar.
Según los entrevistados, los 135 excarcelados se mantienen en distintos hoteles y no tienen ninguna presión ni fecha límite para salir del hotel donde fueron recibidos el pasado 5 de septiembre. Los ex presos políticos están siguiendo todos los pasos para completar el reasentamiento y moverse de Guatemala a sus próximo destinos, la mayoría a Estados Unidos.