¿Tener hijos en Cuba?

Por Fernando Ravsberg

Foto: Raquel Pérez Díaz

HAVANA TIMES — Las autoridades de la isla han lanzado un grupo de medidas a favor de las madres cubanas con el fin de lograr que crezca la natalidad y la sociedad deje de envejecer a la velocidad que lo hace hoy. Son pasos en la dirección correcta, pero ¿son suficientes?

Que se reduzca el pago de círculos infantiles y del seminternado escolar puede significar un ahorro de 3 o 4 dólares al mes para una madre que tenga 2 hijos o más. Sumados a los demás beneficios podrían alcanzar una cifra de 10 o 15 dólares mensuales.

Tal vez lo más significativo sea la reducción de impuestos en beneficio de las madres que tienen un negocio propio pero lo cierto es que, los llamados “cuentapropistas” siguen siendo una mínima parte del total de trabajadores de Cuba.

Posiblemente no hay recursos financieros para más, cuando uno suma el gasto total de estas medidas alcanza cifras de cientos de millones de pesos cubanos. Sin embargo, los países pobres siempre deben buscar la alternativa que les permita hacer más con menos.

Las condiciones en que se atiende a una cubana embarazada son únicas en el tercer mundo pero aun así no son suficientes para decidirlas a parir.  Foto: Raquel Pérez Díaz

Durante un programa de la TV dedicado al tema se hizo mucho hincapié en que el problema económico no era el único que afecta la tasa de nacimientos. Puede que sea cierto, pero es que obviaron el tema o lo tocaron con una ligereza sorprendente.

Es cierto que hay factores como el acceso masivo de la mujer a la educación que la sacó de las “tareas del hogar”. Hoy, muchas cubanas condicionan la edad de reproducción y la cantidad de hijos para que interfiera lo menos posible en su desarrollo profesional.

Sin embargo, hay causas de origen económico que influyen directamente en la baja tasa de natalidad. La emigración masiva de jóvenes, en especial de mujeres en edad reproductiva, resta a la nación la posibilidad de crecer y multiplicarse en toda su capacidad.

Las garantías de salud y educación ya no son suficientes para decidir a una cubana a tener un hijo. Foto: Raquel Pérez Díaz

En la TV aseguran que las madres tendrán facilidades para reparar sus casas pero lo cierto es que antes de mejorar una vivienda hay que tenerla. “Pariré pasados los 30. Quiero tener, por lo menos, una casa. Ahora vivo con mis padres y no me gustaría que mi hijo también termine allí”, me explica una joven de 24 años.

La falta de vivienda es uno de los problemas más serios que enfrenta una pareja joven a la hora de decidirse a procrear, pero no es el único. Se hace realmente complicado comprar a un hijo zapatos cuando hay que invertir el salario de un mes completo para adquirirlos.

Los gastos que ocasiona un niño son enormes cuando se compara con los ingresos de la mayoría de los jóvenes cubanos. Los juguetes, por ejemplo, solo se venden en moneda dura y a precios que están fuera del alcance de cualquier salario promedio.

La escasez de vivienda es uno de los temas que frena a muchos jóvenes a la hora de decidirse a procrear. Foto: Raquel Pérez Díaz

Muy lejos quedan los días en el que la ropa, los zapatos y hasta los regalos del Día de los Niños se compraban por la libreta de racionamiento a precios subvencionados. Cuando las canastillas entregadas a cada bebé venían repletas y el salario cubano tenía un valor real.

Tal vez se podría hacer más sin gastar ni un centavo. Se me ocurre que las tiendas del Estado podrían dejar de aplicar el impuesto del 240% a los pañales desechables, la ropa de niño, los zapatos, los juguetes, los libros infantiles y demás necesidades.

Las rebajas y beneficios no marcan una diferencia cuando se aplican a productos y servicios que ya están subvencionados, con precios módicos en pesos cubanos. Los que realmente golpean el bolsillo del ciudadano de a pie son los que se venden en moneda dura a precios de mercado.

La migración de mujeres en edad reproductiva es la razón por la que el hijo de una cubana termina rejuveneciendo a otra nación. Foto: Raquel Pérez Díaz

Seguramente, las mujeres que integran los 2200 millones de pobres en el mundo (1), no lo pensaría dos veces para parir si le dieran licencia por maternidad, si su hijo tuviera atención médica desde antes de nacer, subvencionada la leche hasta los 7 años y la educación gratuita incluso a nivel universitario.

Sin embargo, las cifras demuestran que para la mujer cubana no basta con eso. Necesitan además círculos infantiles para poder seguir su desarrollo profesional, una vivienda donde independizarse y un ingreso que le permita cubrir las necesidades materiales de su hijo.

 

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