«Si me deportan que sea a cualquier lugar antes que a Cuba»

Heidy Sánchez fue deportada a Cuba el jueves 24 de abril. Dejó atrás a su esposo, el ciudadano estadounidense Carlos Yuniel Valle, y a su pequeña hija. Cortesía de Carlos Yunier Valle.

HAVANA TIMES – El mismo día en que la cubana Heydi Sánchez Tejeda fue detenida al presentarse a su cita anual en las oficinas del ICE (el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos) en Tampa, Yanier hubiese debido acudir a la suya en Chicago. Pero en la tarde del lunes 21 de abril le llegó un correo electrónico avisándole que la reunión se postergaba hasta una fecha por definir.

De esa forma, su martes transcurrió como otros tantos: primero, trabajando medio turno en una fábrica de alimentos congelados; y luego, conduciendo durante horas al servicio de la aplicación Lyft. «No fue hasta por la noche que me enteré del arresto de esa muchacha, y de que amenazaban con deportarla a Cuba. Mi mujer y yo quedamos en shock. Nosotros somos I-220A», me contó Yanier*.

El resto de la historia de Heydi es conocido. Dos días después de su detención fue enviada de vuelta a La Habana, en un vuelo junto a otros 81 migrantes. De nada sirvieron las denuncias de su esposo, un cubanoamericano con ciudadanía estadounidense, ni el hecho de que hubiera llegado a Estados Unidos en 2020 y que con su partida dejara atrás a su hija de un año.

Para Yanier el peor de los escenarios sería que su historia tuviera un desenlace similar. «Mi esposa y yo entramos a este país en octubre de 2022, y desde del primer día en que existió la posibilidad, empezamos a solicitar la residencia por la ley de ajuste. Pero siempre nos la han denegado. Es una situación en la que vivimos nuestra vida como si estuviéramos en pausa. Tenemos planes, incluso quisiéramos tener hijos y convertirnos en ciudadanos americanos, pero nada de eso es posible porque seguimos sin poder acceder a la residencia. Biden nunca resolvió ese problema y con Trump las cosas han ido a peor».

Foto: ICE

Con la esperanza en los tribunales

Según las estadísticas del gobierno estadounidense, unos 860 000 cubanos ingresaron a ese país desde octubre de 2021. Poco más de 110 000 fueron admitidos al amparo del Programa de Parole Humanitario y un número similar mediante la aplicación digital CBP One. Muchos menores pudieron viajar al cabo de prolongados trámites de reunificación familiar, o con visas humanitarias o académicas.

Pero ninguna de esas vías alcanzó la masividad de los llamados «encuentros en la frontera», el proceso por el que entre octubre de 2021 y enero de 2023 más de 500 000 cubanos atravesaron el límite entre México y Estados Unidos para entregarse a las autoridades migratorias norteñas. Luego de algunos días en centros de detención, la inmensa mayoría fueron liberados (solo se registraron contados casos de deportación a Cuba o México), pero el estatus con que recuperaron su libertad variaba significativamente entre unos y otros.

A los expedientes de un pequeño porciento de migrantes se adjuntaron permisos humanitarios; mientras, en los del resto se indexaban formularios I-220A e I-220B, que constituyen, respectivamente, órdenes de libertad bajo palabra y de libertad bajo supervisión. El primero de esos documentos ha permitido a miles de cubanos solicitar y obtener la residencia permanente en Estados Unidos, pero a los poseedores de los dos últimos hasta ahora se les ha negado esa posibilidad. 

Abogados estadounidenses coinciden en que la decisión de otorgar una u otra condición fue aleatoria. «Se han dado casos en los que una mujer recibió un tipo de documentación mientras que su esposo recibió otra», enfatizaba en marzo el diario El Nuevo Herald.

Antes que Heydi Sánchez, otras cubanas habían tenido problemas con el ICE, marcando un preocupante cambio de política por parte de las autoridades. «Personas con formularios I-220A, sin antecedentes penales y con audiencias judiciales o tarjetas de residencia pendientes, han sido detenidas. Eso genera un pánico enorme», declaró el abogado Wilfredo Allen. Para muchos de los implicados, la única esperanza estaría en el sistema judicial, apuntó.

El primer paso en ese sentido pudiera haberlo dado la jueza Indira Talwani, de Massachusetts, quien el 15 de abril paralizó temporalmente la orden ejecutiva que cancelaba el programa de parole humanitario. La Casa Blanca anticipó que apelará la sentencia, pero el hecho no pasó desapercibido para los representantes legales de miles de ciudadanos cubanos y de otras nacionalidades. Los primeros, en particular, buscan ganar tiempo para aplicar a la Ley de Ajuste Cubano, que les permite obtener la residencia luego de un año y un día de haber entrado a Estados Unidos.

Regresar, ¿a dónde?

Con sus ingresos, Yanier y su esposa mantienen a sus padres en Cuba, y ayudan a otros familiares y amigos. Así ha sido desde que a comienzos de 2022 viajaron a España, y meses después a Estados Unidos. La peor de sus opciones sería volver a verse en La Habana.

«Si me deportan, que sea a cualquier lugar antes que a Cuba. Es muy duro que te manden a un país en el que hasta el servicio eléctrico es un lujo y donde la pensión de un jubilado no alcanza para comprar siquiera un cartón de huevos», me dijo Yanier. Su esposa acotó a la conversación el ejemplo de una operación a que fuera sometido su padre hace pocos meses: «Hasta los guantes para los médicos tuvimos que mandarlos desde acá. Nada de eso hubiéramos podido hacerlo estando en Cuba», contrapuso.

Otros no tienen siquiera adónde regresar. El término «vendo casa con todo adentro» se popularizó entre 2022 y 2024 en los grupos de negocios de redes sociales como Facebook. Miguel Otaño, un albañil de la ciudad de Ciego de Ávila (450 kilómetros al este de La Habana) trabaja en la rehabilitación de una casa que se vendió en esas condiciones. «El actual dueño, que vive en Estados Unidos, se la compró a una familia que quería el dinero para irse. Según oí, todos habían entrado a Estados Unidos con el parole. Ojalá y hayan tenido tiempo de sacarse la residencia, porque si no, no sé adónde volverían», comentó.

Cerca de 42 000 cubanos tienen órdenes de deportación ya aprobadas por cortes estadounidenses. Solo no han sido enviados a la Isla por la reticencia de la administración de Miguel Díaz-Canel a aceptar masivamente vuelos de deportación. Pero «el régimen continúa utilizando la recepción de sus ciudadanos como una moneda de cambio en su estrategia de negociación con EE.UU», recordó hace pocos días el sitio digital El Toque. En un hipotético escenario de negociaciones, La Habana no sería reacia a aceptar migrantes de vuelta, como retribución por «gestos» de Washington.

Es una amenaza que pende sobre miles de cubanos que intentan reiniciar sus vidas en Estados Unidos. La historia de Heydi Sánchez Tejeda ha puesto de manifiesto que prácticamente ninguno está seguro.

*Por error en ese texto, antes se había asegurado que Heydi tenía una condición migratoria distinta a la que en verdad poseía. 

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