Se acelera la decadencia del transporte ferroviario en Cuba

El transporte interprovincial por ferrocarril también va a experimentar la subida de precios prevista para todo el sector. / Sierra Maestra

Por 14ymedio

HAVANA TIMES – El ferrocarril en Cuba es –cómo no– otra serpiente que se muerde la cola. La falta de inversión, especialmente por escasez de divisas ahonda la crisis de trenes e infraestructuras haciendo que disminuya el transporte de mercancías que, a su vez, desciende porque, con la debacle económica, hay menos que movilizar. En resumen: otro desastre. 

El 67% de las vías y el 40% de las obras de infraestructura necesita mantenimiento, expuso este miércoles en la Mesa Redonda Lisvany Fernández Rivero, director general en funciones de la Administración de Transporte Ferroviario, que comenzó su intervención televisiva vanagloriándose por que el ferrocarril cubano fuese el primero en América Latina y séptimo en el mundo, décadas antes de la independencia.

De vuelta al siglo XXI, pocas alegrías. El funcionario cifró en 900 millones de pesos anuales las necesidades del ferrocarril, de los que buena parte son en divisas, concretamente 25 millones de dólares “para materiales, insumos y piezas”. 

Solo bastó ver los gráficos para comprobar el estado de las infraestructuras y su aceleradísima decadencia. Para el mantenimiento de la vía férrea se necesitan entre 60.000 y 80.000 traviesas de hormigón anuales, pero en 2023 solo se logró financiación para 15.000 –que se ejecutarán este año– y el gráfico de producción mostró la catástrofe. En 2018 se fabricaron 51.600 y en 2019 se aumentó hasta 61.600, cantidades que, sin cubrir las necesidades, hoy se ven espléndidas, ya que en 2020 y 2021 se rondaron las 45.000, mientras en 2022 cayó a 12.000 y el pasado año solo se produjeron 7.200. 

Dijo Fernández Rivero que las traviesas de madera se hacen en el país mayoritariamente –y la diapositiva dejó ver que, frente a las 3.500 de 2020, en 2021 se hicieron solo 270– y que hay problemas en los puentes y vías férreas “en general”, haciendo una buena síntesis con estas últimas palabras.

Tomó el relevo entonces Luis Roberto Rosés Hernández, director general de la Unión de Ferrocarriles de Cuba (UFC), que además de dar cifras de toda la flota, resumió las consecuencias que deja la situación, ya que el transporte de carga funciona tanto para repartir los –cada vez menos– productos de la canasta básica como para la zafra azucarera; para el cemento y los áridos y la operatividad del Puerto de Mariel. Y, lo peor de todo, para el traslado del combustible.  “De las locomotoras, solo 12 son de gran porte, cuando realmente necesitaríamos 34. Esta es la mayor dificultad que enfrentamos en la actualidad”, dijo.

Así “el transporte de carga ha mostrado una tendencia a la disminución, principalmente debido a la reducción de la actividad económica”, indicó, y –aunque eso no lo dijo– la reducción de la actividad económica lastra la mejora de la red ferroviaria. El funcionario afirmó que el pasado año la empresa estatal logró una participación del 24,5% en el transporte de carga y que este año espera contribuir en un 26%, pero necesitará reparar, para ello 335 vagones, además de resolver cuestiones de tecnología logística, balanzas, iluminación, prevención de riesgos laborales y demasiadas cosas, ya que, admitió, hay problemas que van de la falta de piezas a la obsolescencia, falta de herramientas y equipos, combustible y lubricantes.

“El sistema ferroviario necesita aproximadamente 34 millones de divisas para mantenerse, por lo que se deben buscar alternativas para generar ingresos adicionales”, pidió Rosés Hernández, que pretende incrementar el transporte de carga destinada a la exportación para recibir pagos en moneda extranjera.

El transporte de pasajeros afecta menos a la economía, pero sí a la vida de las personas. “En relación a los problemas de demora en los trenes nacionales, estos son bien conocidos por la población”, dijo el directivo. En este apartado, indicó que las demandas de los pasajeros exigen sopesar algunos aspectos, y puso sobre la mesa la dificultad de conciliar sus necesidades. En estos momentos, concretó, hay solicitudes para añadir 15 paradas adicionales, lo que implicaría incrementar en cuatro horas la circulación de cada tren de tramos largos, como los de La Habana a las provincia orientales. La decisión quedará en manos de las autoridades provinciales.

Rosés Hernández alabó a su jefe, el ministro de Transportes, Eduardo Rodríguez Dávila, por su activo perfil en Facebook que “permite no solo brindar noticias e información, sino también recibir opiniones y trabajar en conjunto para encontrar soluciones a los problemas que surgen”. El funcionario expuso que las principales “insatisfacciones” señaladas por los pasajeros son la falta de disciplina –no especificó, aunque se supone, si de los trabajadores– y la falta de atención e información al viajero. 

Entre las mejoras que se pretenden hacer, el directivo pasó revista al apoyo de los aliados, China y Rusia, con quienes se está trabajando en los últimos años –también con colaboración francesa– en la mejora de talleres, locomotoras, trenes e infraestructuras. Además, se prevé continuar construyendo ferrobuses, un remedio híbrido entre el ómnibus y el tren con origen en los años 70 que se intentó rescatar durante el Período Especial y no funciona a la hora de movilizar a grandes cantidades de demandantes.

El transporte interprovincial por ferrocarril también va a experimentar la subida de precios prevista para todo el sector. «El servicio sin aire acondicionado hasta Santiago de Cuba, que es uno de los tramos más largos, costaba 95 pesos y ahora va a costar 670 pesos. Antes costaba 132 pesos, el coche con aire acondicionado desde La Habana hasta Santiago de Cuba, ahora costaría 820», dijo Rodríguez Dávila el día del anuncio del tarifazo. Todo un dispendio para un trayecto de 14 horas de duración.

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