Reviven los negocios cerca de la Embajada EUA en La Habana

En la zona, los negocios que han estado años languideciendo por la falta de actividad de la sede diplomática, se frotan las manos. (14ymedio)

Guardabolsos, ayuda para trámites o vendedores ambulantes para cientos de cubanos que hacen cola para las visas

Por Juan Diego Rodríguez (14ymedio)

HAVANA TIMES – Faltaban 20 minutos para las 9 de la mañana, hora en que abre la Embajada de EE UU en La Habana, y ya había unas 200 personas haciendo cola este jueves, un día después del reinicio de entrega de visados de inmigrante. Eso, sin contar con los que ya estaban en el interior y las dos grandes filas de autos que se extendían por la calle K.

En la zona, los negocios que han estado años languideciendo por la falta de actividad de la sede diplomática, se frotan las manos. «Han sido cinco años muy duros», reconoce Mileydis, quien junto a su madre lleva un pequeño negocio de guardabolsos próximo a la embajada. «Justo cuando cerraron los trámites consulares nosotros nos habíamos embarcado unos meses antes en unas reparaciones para mejorar el local y todo el gasto fue por gusto porque todo se paralizó».

Tras ese tiempo, «muchas cafeterías de esta zona, que vive de la clientela que viene a su cita de visado, se cerraron y en muchos casos los dueños han terminado por salir del país», lamenta la mujer, de 41 años, que vió languidecer a su barrio, próximo al litoral habanero. «A esta parte de El Vedado solo llega la gente que está para la entrevista o va a la funeraria [de Calzada y K] pero sin eso no hay mucha afluencia de clientes».

La multitud, en efecto, es ajena al lugar. La mayoría, incluso, ha llegado expresamente a La Habana para realizar los trámites. «Nosotros no somos de aquí», contestan cuando se les pregunta por un lugar donde encontrar un café.

Los vendedores ambulantes proliferan por la zona, aunque aún le falta la vida de antaño. Una mujer, frente al parque, vende merienda. Otro hombre que pregona maní en voz alta es reclamado desde los autos para conseguir algo de comida.

Dos policías escoltan a una mujer que sale cada poco con una lista en la mano y llama por su nombre y apellidos a los solicitantes hasta formar un grupo de entre 30 o 40 personas. Cuando están todos, los conduce al interior. Muchos solo esperan para recoger en la tarde su visado, mientras otros acuden a hacer sus entrevistas, unas citas que comenzaron el pasado 29 de diciembre.

Los rostros son más jóvenes que de costumbre. El reinicio del programa de reunificación familiar en mayo del pasado año ha rejuvenecido a los que ahora están a la espera. Muchos jubilados que se acogieron a esa modalidad para reunirse con sus hijos ya establecidos en EE UU ya pasaron sus trámites y ahora el público mayoritario es otro. Entre los afortunados del día, una familia con un niño abandonaba el edificio sonriente, con los papeles en la mano, y se abrazaba a quienes los esperaban para felicitarlos en los alrededores de la sede.

Los rostros son más jóvenes que de costumbre. El reinicio del programa de reunificación familiar en mayo del pasado año ha rejuvenecido a los que ahora están a la espera. (14ymedio)

Aunque en el interior de la embajada ahora hay un guardabolsos para ciertas pertenencias, a Mileydis no se le borra la alegría de poder retomar su tarea. «Todavía me parece un sueño que hayamos podido reabrir el negocio y también que estén reabriendo algunos lugares que ofrecen café, desayuno y merienda», cuenta. «Esto era un desierto, hasta la paladar de la esquina la ha pasado muy mal y eso que tiene tremenda vista desde la terraza y ha salido en un montón de revistas».

Mileydis ha tomado el relevo de su madre que ya está muy mayor «para estar parada recogiendo las carteras de la gente que viene a la embajada», entregándoles el número para identificar luego sus pertenencias y colocándolos en un amplio estante a lo largo de la sala de la vivienda ubicada en planta baja. «Ahora yo estoy al frente del negocio y espero que en los próximos meses salgamos del hueco en el que todavía estamos ahora».

El local es solo uno más en el frágil entramado donde hay también alojamientos privados destinados a los cubanos que viajan desde provincia para obtener su cita consular, cuentapropistas que se dedican al llenado de los formularios digitales obligatorios para los trámites consulares y hasta parqueadores que cuidan motos y vehículos.

«Es raro las cosas que uno extraña, yo tenía nostalgia hasta de ese molote de gente. Por suerte ya está de nuevo», cuenta con alivio Mileydis.

Muchos de los que han llegado hasta las afueras del consulado también son miembros de diversos grupos de Facebook en los que los internautas intercambian sugerencias y recomendaciones de cara a la entrevista consular. Desde cómo vestirse, cuáles son los mejores lugares para rentar una habitación para quienes vienen de otra provincia, hasta consejos de cómo comportarse frente al oficial de migración.

Esos grupos han vivido una ebullición en los últimos meses y el ánimo que recorre a muchos de sus miembros es la esperanza. «Ahora sí van a poner el pie en el acelerador y tramitar todos los casos pendientes», advierten algunos optimistas, mientras que otros calculan cuándo será su entrevista a partir del tiempo transcurrido desde que otro, que ya tiene programada su cita consular, presentó por primera vez los documentos para la visa de inmigrante.

«Nada de ropa escotada, ni aretes llamativos», aconseja una de las moderadoras de un grupo de padres solicitantes del visado de reunificación familiar. «Tranquilos en la cola, que allí todo está bien organizado, no es como la cola del pollo», reza la mujer que también recomienda «hablar claro y alto» a través del altavoz insertado en el grueso cristal que separa al solicitante del oficial de migración. Y sobre todo, «hay que mostrarse como alguien muy entusiasmado».

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