Responsabilidad compartida sobre petróleo

Pedro Campos*

Una vista de La Habana. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, April 30 — Una alerta más.  Pasó Copenhague [en diciembre pasado], donde se reunieron gobiernos y desgobiernos y nada bueno pasó para bien de la humanidad. Mucho ruido, pocas nueces. Y el mundo sigue su desenfadado camino hacia el desastre llevado de la mano del productivismo de los capitalistas  todos,  esos a quienes solo importan las ganancias que sacan del sudor y el pensamiento de otros.  Los medios para conseguirlas, no.

El pragmatismo maquiavélico que se adueñó crematísticamente de las mentes sigue siendo la filosofía mundial predominante, porque dominante es la clase que explota el trabajo asalariado en todos los confines.

Ahora se reunieron los pueblos en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra (19-22 abril) —aunque algunas delegaciones las integran solo funcionarios y el movimiento ambientalista popular de algunos países no aparece representado—, en Cochabamba, Bolivia en una oportunidad histórica para tratar de buscar soluciones verdaderas, desde abajo.

El barranco está a la vista, dicen muchos científicos; pero si lo pensamos bien, hace rato vamos descendiendo por él. ¿Cuánto no ha cambiado la Madre Tierra en los últimos 50 años?  La II Guerra Mundial y  sus desbastadoras consecuencias para la geografía europea, de la que ya pasó más de medio siglo, fue  poca cosa en comparación con los desastres causados al planeta y a las posibilidades de vida en él, desde entonces.

Coincide la mayoría de los estudiosos del tema en que la causa directa fundamental del cambio climático está en la emisión de gases de efecto invernadero, que afecta la capa de ozono, provenientes del petróleo que se quema.  Los países capitalistas desarrollados queman el petróleo que les venden los subdesarrollados, capitalistas también.  Es imposible ocultar el papel destructor de la bestia bípeda capitalizada que solo piensa en cómo vivir mejor hoy… “¿mañana?… mañana estaremos con más”, dice un destacado periodista deportivo cubano.

Todas las culpas las echamos a los países imperialistas, los grandes consumidores y productores máximos de toda la basura y gases que están acabando con el planeta.  ¿Pero son los imperialistas los únicos irresponsables?  ¿Qué tienen que ver los países subdesarrollados, los del III Mundo, donde también impera el capitalismo productivista-predador como sistema y son, además, los que mayoritariamente producen el petróleo que queman los países ricos desarrollados?  ¿Porque haya demanda internacional, hay que producirlo?  ¿O será que hay que ganar dinero, no importan consecuencias?

Se combate la producción de drogas. Correcto.  Pero ¿Alguien se ha preguntado que hace más daño a la humanidad, la producción de drogas o la producción y quema de petróleo?  ¿La marihuana, —y conste que nunca la he probado— acaba con la atmósfera, con la capa de ozono, calienta el planeta, derrite los hielos polares?  ¿Cuánto se invierte en combatir la droga y cuánto en combatir los abusos de la naturaleza por el más bárbaro de todos los seres terrestres?  ¿Cuántos millones de seres humanos perderán la vida si seguimos con esta locura petrolera, con la cultura del automóvil individual petrolero actual?

¿Alguien se ha preguntado por qué se ha tratado de salvar el capital financiero especulativo en crisis con multimillonarias cifras incomparablemente superiores a lo invertido en nuevas tecnologías para buscar alternativas a la energía fósil?

A grandes males, grandes curas

Ciertamente no podemos imponerle una reducción de emisión de gases al imperialismo.  ¿Pero no podemos hacer algo más que criticarlos y culparlos de todo?  ¿No sería hora ya de hacer una campaña internacional contra la producción y quema de petróleo, incluso dejando de comprar productos a los mayores depredadores del planeta?

El Presidente ecuatoriano Rafael Correa propuso en aquella reunión una disminución en la producción petrolera para tratar de frenar el consumo.  Más recientemente en la Cumbre  de América Latina y el Caribe  presentó la iniciativa Yusuni ITT para dejar de explotar  846 millones de barriles de petróleo que yacen en los suelos del Parque Nacional del mismo nombre y garantizar su biodiversidad. ¿Podrían otros países productores seguir su ejemplo?

Por esa decisión ya Correa merecería ser nominado al premio más importante que se otorgue por la conservación del medio ambiente.  Todo el movimiento ambientalista del mundo debería apoyar sus propuestas y esa nominación.

¿Qué pasaría si los países exportadores de petróleo recortaran su producción, digamos que en un 20 %, o anunciaran al menos su disposición a no continuar aumentando las áreas de explotación y prospección?

Se elevarían los precios, es verdad; ¿Pero no sería un estímulo a la aceleración de la búsqueda de alternativas energéticas?  ¿A qué obligaría?  ¿Habría guerras?  ¿No se lograría con ello disminuir en un por ciento importante el consumo de petróleo y la producción respectiva de sus gases? A grandes males, grandes curas.

El extremo occidente de Cuba. Foto: Caridad

Es hora de asumir la responsabilidad común por el desastre eco-ambientalista y no sigamos echando las culpas a otros y sigan los “subdesarrollados” produciendo petróleo y más petróleo y explorando más y más zonas, para vendérselo a quienes lo queman y así ganar más dinero para los gobiernos y estados del III Mundo, para sus burocracias, para sus burguesías, para sus planes de ¿desarrollo? o deberían llamarse de destrucción… porque a la verdad, verdad los cientos de miles de millones dólares que genera el petróleo del III Mundo ¿cuánto han ayudado a los pobres a salir de su pobreza, más allá de alivios coyunturales dadivosos?

¿Quiénes controlan de una u otra forma la explotación y comercialización sino mayoritariamente las compañías capitalistas internacionales?  ¿Y podrá ser de otra forma mientras no cambien el sistema de explotación asalariada del capitalismo?

¿Se cuenta con los pueblos cada vez que un gobierno decide exponer una zona geográfica a la explotación petrolera?  ¿Además de cuánta plata entrará, hace alguien los cálculos de cuánto nivel de gases destructores del medio ambiente implica la apertura de un nuevo pozo?

¿Acaso la venta de petróleo no es también parte del productivismo capitalista?  ¿No es contribuir a que se sigan produciendo enormes masas de gases contaminantes y destructivos?

A veces suena hipócrita el llamado de algunos gobernantes del III Mundo a resolver el problema de la emisión de gases.

Es lo que tenemos para alimentar nuestras endebles economías.  Se podría replicar.

¿A costa de contribuir a envenenar más la atmósfera, a limitar los años de vida en la tierra? ¿Será facilismo?

Que reduzcan su producción los países del I Mundo que tienen niveles superiores de vida y dejen a los del III Mundo alcanzar esos niveles (de consumo), en una relación compensada de emisión de gases.  Algo parecido a lo que planteó la China “socialista”.

Y acaso la ecuación final de destrucción para todos, ¿no es la mismas?

El mundo necesita soluciones firmes, efectivas, decididas: Pasos como el dado por el gobierno ecuatoriano y como algunas otras de las propuestas que estamos viendo en Cochabamba.

¿Porqué no usar la poderosa arma de la producción petrolera en parte en manos del III Mundo para forzar a una reducción del consumo?

El imperialismo hará guerras, dirán. ¿Invadirán simultáneamente a 10 países?  ¿Podrán echar 10 guerras al mismo tiempo?  ¿Las fuerzas ecologistas del I Mundo no harán nada?

¿No decimos que el problema de la subsistencia del planeta es el más urgente a nivel mundial?

¿No debería ser esa la principal plataforma para la creación de un frente internacional contra el sistema de explotación capitalista, que es el principal responsable, más allá de cualquier país en particular?  EE.UU. es el primer emisor de gases, pero el culpable es su sistema económico-social.  El capitalismo es el sistema internacional que domina en el mundo.  Él es el culpable.  A él es al que hay que atacar en todas partes, como afirma Evo Morales, en el  I y en el III Mundo y en el otro, porque hay algunos pobres países que ya no se sabe si están en este Mundo.

Hay científicos que consideran que el petróleo no debería ser quemado, porque son extraordinarias  las posibilidades  que brinda para obtener diversos tipos de polímeros con infinidad de aplicaciones en productos necesarios para la vida corriente del ser humano.  De manera que quemar petróleo no es solo producir los gases que están liquidando paulatinamente las posibilidades de vida en la tierra, sino es también destruir una fuente principal de vida para el futuro.

Mucho se habla de la producción alternativa de energía, pero según distintas investigaciones científicas, la causa fundamental de que no se estén explotando, está en el control que ejercen del mercado las empresas capitalistas relacionadas con la explotación, producción, procesamiento  y  consumo del petróleo.

Las respuestas a complejas interrogantes, son a veces muy sencillas, las dificultades están en la instrumentación, donde chocan con los enormes intereses creados.  Según esto a los grandes consumidores de petróleo, no les convienen cambios y avances tecnológicos que los desplacen a ellos del mercado.  ¿Lo mismo pasa con los grandes productores?

Hay países que ya son exportadores de petróleo y otros que no lo son, pero como su venta es muy atractiva, están realizando grandes inversiones para aumentar su producción y ponen en manos de compañías extranjeras nuevas áreas para su prospección y explotación.  ¿Es una buena contribución a un futuro promisorio para la humanidad?

Necesitamos recursos.  Es verdad.  ¿Pero porqué buscarlos en el desastre previsible que tanto criticamos?

Encontrando alternativas

¿No sería mejor concentrar todos los esfuerzos en otros tipos de energías, buscar fuentes de ingreso en el trabajo productivo efectivo y sobre todo cambiar la actual filosofía consumista propia de la concepción productivista capitalista de explotación asalariada por la forma de vida más racional afín al sistema de los trabajadores libres asociados?

Algunas energías, como la  solar,  por poner un ejemplo, también produce tóxicos, pero es -de todas formas- menos contaminante pues sus residuos son más fácilmente reciclables, es menos compleja de trasportar, gobernar y descentralizar, más barata, está más acorde con los micro-proyectos considerados por muchos economistas futuristas, como la base del desarrollo sustentable para los próximos decenios, muy cercanos a las ideas del socialismo cooperativista.

La dependencia mundial del petróleo para la obtención de energía es también un arma hegemónica de control sobre los pueblos.  La dependencia energética es necesaria a los hegemonistas de todo signo para garantizar el control de la sociedad.

Ahora que la tierra tiembla por todas partes y aparecen tsunamis, ¿alguien ha investigado recientemente la relación de estos fenómenos y los movimientos de las capas telúricas que producen los terremotos con la extracción de petróleo y gas y las cavidades que dejan vacías para los subsuelos?

Hay que buscar alternativas de fondo y lo más rápido posible. La propuesta de Correa y los criterios de Evo contra el capitalismo, nos deben poner a pensar a todos los interesados, sinceramente, en que la vida sea prolongada en la tierra.  Pero además hay que actuar.  No se puede dejar esto solo en manos de los gobiernos.  Es la hora de los pueblos. Exijamos.

Algo está muy claro: hacer es la mejor manera de decir, según Martí. A  predicar con el ejemplo, nos ha enseñado Fidel.  Acabemos de entender que en este mundo ya no hay espacio para el festinado pensamiento de Luis XV: “Después de mí, el diluvio”.

*Pedro Campos: [email protected]