Resistencia cívica desde la prisión

Aún en la cárcel los presos políticos continúan protestando contra el régimen Ortega Murillo. Como represalia son golpeados y aislados.

 

Por Keyling T. Romero  (Confidencial)

Ilustraciónes: Juan García | Niú

HAVANA TIMES – En los últimos diez meses más de 700 personas han sido arrestadas por participar en las protestas cívicas que surgieron en abril de 2018 y que cobraron la vida de al menos 325 personas, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Los reos de conciencia ahora son conocidos por el régimen como “golpistas y tranqueros” y a la fecha al menos 138 ya ha sido condenados.

Sin embargo, su lucha no murió en las cárceles, pues desde adentro han encontrado varias formas de protestar y exigir su libertad. Por esto, han sido vapuleados y aislados en celdas de máxima seguridad. El último caso ocurrió el fin de semana pasado, cuando los presos, en un acto de rebeldía, rompieron el techo de la galería 16-1, de la cárcel La Modelo, y se subieron con banderas de Nicaragua y cantaron el Himno Nacional.

Por esta saña, Yubrank Suazo, quien protestó desde su celda en un video que se volvió viral en redes sociales, fue uno de los reos que más fue castigado. Según denunciaron sus familiares luego de que alzara su voz fue golpeado y trasladado a “El Infiernillo” junto a Chester Membreño. Niú hizo un recuento de todas las formas de resistencia que han hecho los presos políticos en las cárceles del país.

Banderas y bolsos azul y blanco

Julio César Espinoza, el antimotín que se negó a disparar, aprendió a hacer pulseras con bolsas plásticas estando en prisión. Esa fue una de las formas de resistencia que él y los cientos de presos políticos usaron para no apagar la lucha que los llevó hasta allí, según contó a Niú. Las hacían con las bolsas de color azul y blanco que sus familiares les llevaban y ellos se las regresaban convertidas en pulseras y bolsos. Este acto, que pareciera insignificante incomodó tanto a los custodios que en varias ocasiones les prohibieron a los familiares el ingreso de bolsas de ese color.

Cartas desde prisión

De las cárceles La Modelo y La Esperanza han salido cartas desgarradoras en las cuales los presos cuentan lo que están viviendo en prisión y también les mandan un poco de esperanza a sus familias. Starina, hija de Irlanda Jerez, se llevó consigo un pedazo de papel que su mamá escribió y pudo sacar escondido en un libro cuando tuvo que exiliarse. Con cartas han denunciado torturas, malos tratos, falta de atención médica. Pero estas cartas les han costado golpes, aislamientos, restricciones y torturas psicológicas, denuncian los abogados y familiares de los presos políticos.

Huelga de hambre

Las presas políticas Nelly Roque, Amaya Coppens, Karla Matus, Johana Delgado, María Adilia Peralta, Yaritza Mairena, Solange Centeno y Yamileth Gutiérrez pasaron más de diez días en huelga de hambre para exigir la libertad total de los reos de conciencias. Ellas no han sido las únicas en hacer esta iniciativa para protestar en prisión, hace unas semanas el periodista Miguel Mora estuvo más de una semana sin ingerir alimentos, pero la abandonó por suplicas de su familia y por el deterioro de su salud.

Cantar el Himno Nacional

 

A los presos de la galería 16, de la cárcel La Modelo, los han golpeado tantas veces por cantar el Himno Nacional que habrá algunos que ya perdieron la cuenta. Una de las últimas veces, cuentan algunos excarcelados, ocurrió en febrero y en esa ocasión los custodios entraron a la galería, lanzaron gases lacrimógenos, repartieron golpes y se llevaron a quienes según ellos habían iniciado el alboroto. Este acto que otros años hubiera sido simplemente por civismo, hoy es criminalizado por el régimen Ortega Murillo.

Golpear los barrotes

Más que una forma de protestas, golpear los barrotes de las celdas de los penales nacionales es una forma de pedir auxilio para los reos que están enfermos y son ignorados por las autoridades del Sistema Penitenciario. En septiembre del año pasado, Dilon Zeledón, de 20 años, convalecía en la galería 16 y los reos tuvieron que golpear los barrotes para que alguien de enfermería fuera atenderlo. En consecuencia, Roberto Cruz, preso de origen matagalpino, fue trasladado a una celda de castigo. Y según denuncian los mismos presos este no fue un hecho aislado.