¿Qué el mejor trasmisor del coronavirus en Cuba son las colas?

¿Quién es indisciplinada(o), Yo?

Texto y fotos por Regina Cano

HAVANA TIMES – “¡¡¡Nenitaaa!!!, quédate en casa”, gritaban a una señora que transitaba por la acera de la tienda. A lo que esta espetó: “Si me quedo en casa me muero de hambre”.

Dicho así, pareciera una mera justificación para realizar colas por productos de primera necesidad, que provocan el circular en las calles habaneras. Pues la “cuota” racionada -informal canasta básica-, ofertada por instituciones estatales en CUP, cubre mensualmente 10-12 días per cápita, sin incluir productos agrícolas frescos. Esta compra, unida a las no racionadas en tiendas en CUC, complementa “llegar a fin de mes” -siendo esta moneda la segunda en circulación-más valorada y no cobrada como salario por la gran mayoría.

El “choteo”* de aquellos interlocutores aludía a la campaña “Quédate en Casa” por la Covid-19, que insta a mantenerse distanciados de espacios públicos.

Y sí, desde el Período Especial, ha quedado en los pobladores de La Habana la percepción de un regular desabastecimiento –escasez estructural y/o precariedad permanente en la psiquis-, que ni el coronavirus contrarresta. Pues al convencimiento de que la Covid-19 mata, se sobrepone el “morir” por “no tener qué llevar a la boca”, cuando los productos ofertados pueden desaparecer inesperadamente.

Las filas

Hacer colas en la capital en tiempo de pandemia lleva la certeza de un “no te muevas” de ella hasta que compras o te desestimula la probabilidad de no alcanzar el/los productos, pues la cola se convierte en transición. Una dimensión de difícil escape, donde una idea se vuelve vital: “hay que comer”, “necesito comprarlo…”, “¿cuándo volverá a haber…?”.

Y comienza el estar atrapada(o) sin apreciarlo, porque quieres alcanzar pollo, aceite, detergente, pasta dental y/o cualquier otro. Ya que si saliste dispuesta(o) a emplear cerca de 12 horas de sacrificio, mañana podrías no hacerlo.

Y así te ves compelida(o) a caminar la cola ansiosamente. Averiguando: ¿Qué quedó de ayer? ¿Qué trajo ese camión? O vigilar el turno increpando a los que no estaban ahí. Suceden actualizaciones en segundos y la invariabilidad de pensamientos, entre la confrontación constante y la conversación crítica sobre la cola, lo institucional oficial o personal, además de bromas que nunca faltan.

La cola se vuelve exorcismo, se iguala al Muro de los Lamentos. Se puede llegar al atontamiento, a una situación rara que te desubica y deja en desazón. Te ves envuelta(o) en situaciones supuestamente conocidas, pero traumáticas, con un plus por la crisis del coronavirus.

No importa si tus datos (CI) formarán la base de información que prevé no regreses en no se sabe cuántos días y si esto representa un control de tu vida, que el universo-cola no permite te cuestiones.

Mucha gente inicia la cola sin saber qué se oferta. Hay familias que asisten en diferentes madrugadas, hasta estar seguros de alcanzar pollo. Ese pollo, entrañable a falta de otras carnes -importado y de cría industrial- hoy, una proteína popular en la cocina cubana, tanto como el cerdo que ahora no se ve.

Entre tanto, cada uno(a) tiene su propia razón e intenta entenderse con la policía: que si “…deben dar turnos para mantener la disciplina…”, de si aquella/aquel “…se coló*” –por establecer justicia-, o que no se quitó el nasobuco y “…fumaba por un costado…”. También se imponen multas por violar la prohibición de “marcar” desde el día anterior y la gente se oculta en las escaleras de edificios cercanos o autogestionan listas -de hasta tres días- para mantener su derecho.

En alguna localidad fue abastecida una sola de sus tiendas con gran diversidad de mercancías, provocando la concentración de más de 500 personas y enfrentamientos entre ellas.

Por otro lado, muchos pobladores se trasladan a barrios aledaños o comercios más alejados, aunque implique caminar kilómetros. Otros se transportan en sus automóviles, motos o bicicletas, aumentando la posibilidad de indagación.

Así y todo puede afirmarse, que no nos gusta hacer colas, pero que tampoco sabemos realizarlas: “!Tanto tiempo haciendo…y no aprendemos…!” –se escucha decir.

Y aunque después los recuerdos parecen lejanos -aún doliéndote los pies-,  disfrutas del pollo asado o del obligado jabón de tocador, porque el más común no lo había. Y te dices: “…no volveré a hacer una cola como esa”. Pero pasan 20 días o menos y la percepción de desabastecimiento te vuelve a asaltar inevitablemente.
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Notas:
-Choteo: hacer bromas o chanzas sobre algo.
-“Se coló”: quien se pone en la cola sin tener derechos (“colao”).

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2 thoughts on “¿Qué el mejor trasmisor del coronavirus en Cuba son las colas?

  • Creo que que es terrible Cuando una sociedad cómo la cubana no cuestiona una revolución obsoleta que data de 60 años de mentiras y engaños haciendo que la libertad y la igualdad se desintegren,si verdaderamente hubiera una revolución tienen el ejemplo equitativo del comunismo democrático en Canadá que tanto miedo le tiene el catrismo creo que ha llegado el momento de que el pueblo cubano tenga su anciana revolución llena de abundancia y prosperidad y opulencia,no de mentiras y engaños y fracasos y miedos que beneficia nada más a un 1% del pueblo cubano,la revolución no se limita si no se convierte en tiranía….

  • La canasta básica dejo de ser básica hace treinta años, hasta cuando seguirán diciendo canasta básica, al igual con la crisis que tiene el cubano que cosa no es de primera necesidad, en una casa todo es necesario, quien me dice que una colonia no es de primera necesidad, una cuchilla de afeitar, cuando nada hay todo es necesario todo hace falta.

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