Presos políticos: casa por cárcel y régimen de convivencia familiar

La presa política Ruth Matute fue llevado desde el hospital a su casa en el barrio Monimbo de Masaya. Foto: Carlos Herrera / Confidencial

 

Ruth Matute, Danny García, Danilo Alvarado y Brenda Muñoz relatan su traslado de la cárcel a sus casas

“Sé que no estoy libre… Lo seré hasta que tenga mi carta de libertad”, afirma Ruth Matute, la presa política de Monimbó, operada del corazón

 

Por Maynor Salazar  (Confidencial)

HAVANA TIMES – A pesar de estar rodeada por toda su familia, Ruth Matute Valdivia no está del todo feliz. Si bien cambió el ambiente hostil del hospital y de la cárcel del Sistema Penitenciario La Esperanza, por el agradable clima de su casa en Monimbó, Masaya, todavía no se siente libre. “Esto es algo momentáneo. Lo seré hasta que tenga mi carta de libertad”, expresó un tanto esperanzada.

Matute Valdivia es una de las cien presas y presos políticos, recluidos en “La Esperanza”, las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial, y el Sistema Penitenciario “La Modelo”, que fueron trasladados este miércoles a sus hogares tras recibir el “beneficio” de casa por cárcel, régimen de convivencia familiar, y la ejecución de órdenes de libertad, de parte de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

A diferencia del resto de presos políticos que salieron a primera hora en microbuses y camionetas desde “La Modelo”, Matute Valdivia, firmó su orden de salida en el hospital Carlos Roberto Huembes de la Policía Nacional. En este centro hospitalario estuvo desde inicios de enero, pues se recuperaba de una cirugía que le realizaron para cambiar el marcapasos que usa.

“Un funcionario del sistema que llegó al hospital me dijo que alistara mis cosas porque me llevaban a mi casa. Me sorprendí. Me explicó que tenían esa orden y que debía firmar unos papeles. También puse mis huellas digitales. Luego me dijo que debía ir mensual al juzgado y después me vinieron a dejar a mi casa”, relató Matute Valdivia.

En Monimbó fue recibida por su suegra, quien firmó una orden de entrega que le dieron a rubricar las autoridades del Sistema Penitenciario. Todo fue fotografiado y filmado por los funcionarios públicos. Al entrar a su casa, Matute Valdivia recibió otra sorpresa: el abrazo de Danny García, su esposo, quien al igual que ella, fue llevado a Masaya bajo el estatus de casa por cárcel. Ambos, junto a su tío Lázaro García, son acusados por la dictadura de “terrorismo” y otros delitos.

“Yo estoy expuesta, todos los que salimos estamos expuestos porque todavía no somos libres. Es algo así como ‘los pongo aquí, pero al mismo tiempo soy dueño de su libertad’. A mi suegra le explicaron que tenía que presentarme cada mes a firmar al juzgado, eso quiere decir que mi caso está abierto y que me están dando casa por cárcel”, afirmó la presa política.

¿Qué implica la casa por cárcel y la convivencia familiar?

Daniel Esquivel, miembro del Comité Por Libertad de Presas y Presos Políticos, confirmó a CONFIDENCIAL que a ningún detenido se le entregó carta de libertad. Tampoco les otorgaron una copia del documento que firmaron en el sistema penitenciario y al ser entregados a sus familiares en sus casas.

Danny Garcia y Ruth Matute. Foto: Mayor Salazar

Las autoridades penitenciarias informaron a la mayor parte de presos políticos que su salida del penal se les otorgó bajo el régimen de convivencia familiar, que se establece como un período previo a la libertad definitiva y cuyo objetivo es fortalecer las relaciones del reo con su núcleo familiar y prepararlo para recuperar su vida social de cara al futuro.

“El régimen de convivencia familiar no los obliga a presentarse periódicamente a firmar en los juzgados y tampoco les limita a moverse dentro del país. Esto significa que los años que vas a estar detenido vas a estar en tu casa conviviendo con tu familia, pero a como es esta gente seguramente los presos tienen restricciones migratorias”, explicó Esquivel.

Cuando un reo recibe el beneficio de casa por cárcel, un familiar o alguna institución, debe comprometerse a hacerse responsable por el preso. Asimismo, debe realizar una visita mensual al juzgado que le asignen las autoridades. Generalmente tiene una orden de restricción migratoria, debe realizar un trabajo o incorporarse a programas educativos y tiene prohibido consumir alcohol, portar armas y conducir vehículos.

En un comunicado publicado la noche de este miércoles el Comité declaró que el Gobierno no liberó a sus familiares, sino que cambió sus medidas cautelares por casa por cárcel y convivencia familiar. Exigió la libertad absoluta para todos los presos políticos y condenó que el régimen no hiciera pública información alguna previo a la salida de los ciudadanos.

El Gobierno publicó, casi nueve horas después de haber trasladado a los presos políticos, una lista de cien personas que recibieron el cambio de medidas cautelares. La información preliminar del Comité solo ha confirmado que 79 fueron “beneficiados” con este estatus. Están pendientes de corroborar 17 y los otros cuatros no figuraban en sus listas de detenidos.

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), expresó en su cuenta de Twitter que sigue con atención los hechos ocurridos en Nicaragua y que la información difundida hasta el momento no permite determinar la condición jurídica de la liberación de los manifestantes detenidos ni la confirmación del número exacto de personas excarceladas.

“En este contexto, la CIDH pide al Estado de Nicaragua que aclare ambos aspectos en base al cumplimiento de sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, así como a las recomendaciones hechas por la CIDH en el contexto de crisis”, publicó el organismo internacional.

La salida desde “La Esperanza”

Brenda Muñoz confesó que se asustó cuando una oficial del sistema penitenciario “La Esperanza”, le dijo que sacara sus cosas porque se tenía que retirar de la celda en la que se encontraba. Muñoz, originaria de Diriá, Granada, es acusada por la dictadura de robo, crimen organizado, y otros delitos.

“Luego un teniente me dijo ‘recogé tus cosas que te vas’. Yo no sabía si creer o no, porque lo ideal es que, si salíamos, pues debíamos ser todas. Si no éramos muchas, estábamos 26 mujeres. Me dijeron que si quería podía llevarme el colchón o que lo dejara, pero me estaban apurando”, relató Muñoz.

Al salir de la celda habló con otra teniente. La funcionaria la felicitó, le dijo que tuviera cuidado en la calle y que al salir se realizara todos los chequeos y análisis para que la enfermedad poliquística que le aqueja, no le provocara mayores problemas.

Brenda Munoz. Foto: Mayor Salazar

Muñoz estuvo en “La Esperanza” hasta las dos de la tarde. Junto a nueve compañeras, fue trasladada al sistema Penitenciario “La Modelo” donde le confirmaron que al día siguiente saldría de prisión, aunque sin especificar, bajo qué estatus sería.

“Todo esto fue el martes. En ‘La Modelo’ nos dieron cena. A nosotros nos pareció raro que nos ofrecieran comida empacada. Ninguna comió, no sentíamos esa confianza. Luego nos llevaron a una celda donde íbamos a dormir, pero al final no lo hicimos, nos quedamos haciendo manualidades que intercambiamos como recuerdos”, relató la presa política.

A las once de la noche los funcionarios del sistema penitenciario les condujeron a otro salón, donde les mostraron unas hojas. Aparentemente eran las “cartas de libertad”. Las mujeres firmaron, regresaron a la celda y continuaron elaborando sus manualidades.

“A las cuatro de la mañana nos llamaron para que nos bañáramos. Después nos llevaron el desayuno, nadie se lo comió, y luego nos pasaron en fila a firmar otra vez, no nos dijeron en qué condiciones salíamos, solo alcancé a leer que era algo de régimen familiar. Después nos juntaron en un galerón con los otros presos y miramos la fila de microbuses y el montón de funcionarios”, afirmó Muñoz.

Junto a otros presos políticos de Masaya y Granada, abordó el microbús rumbo a su añorado Diriá. Durante el viaje un funcionario le confirmó que salían de la cárcel bajo el régimen de convivencia, que podían trabajar y hacer una vida normal.

“También nos dijeron que no teníamos derecho a una carta de libertad, que supuestamente estaba en proceso. Durante el viaje nos repitieron que meditáramos, que éramos adultos, que ya sabíamos qué era estar tras unas rejas, que no nos dejáramos envolver por los que van a ocupar una silla más adelante, porque ni se iban a acordar de nosotros. Era cizaña más que todo. Nosotros les respondimos que éramos inocentes y pedimos la libertad los otros presos políticos”, refirió.

En Diriá, Brenda Muñoz fue recibida por su tía, quien firmó la orden de entrega a los funcionarios. Al igual que a Matute Valdivia, también les tomaron fotos y videos y luego se retiraron del lugar.

“Estoy alegre porque estoy con mis hijos, los dos más pequeños, la grande que no la he visto. Aquí se derrumbó la gente, emocionada. Pero también estoy con miedo porque los que llegaron a señalarnos en las audiencias, ellos no van a estar contentos de que nosotros estemos libres, me siento que estoy en riesgo”, finalizó.

La salida de “La Modelo”

Danilo Alvarado y Danny García, ambos originarios de Masaya, no tuvieron tiempo de despedirse de sus compañeros de la celda. Todo fue muy rápido, si bien existía el rumor de que iban a trasladar de las celdas a cien reclusos, la desconfianza en las autoridades del penal, les hizo dudar de sus “buenas intenciones”.

Los presos políticos se percataron de que varios microbuses llegaron al sistema penitenciario a las tres de la mañana del miércoles 27 de febrero. “Nosotros nos habíamos propuestos no dejar salir a nadie en la madrugada, porque representaba un peligro, nuestro miedo más grande era ser trasladados a la 300, donde están los dirigentes como Edwin Carcache, Cristhian Fajardo y Miguel Mora”, relató García.

La noche previa a la salida del penal algunos presos políticos de la galería 300, la de máxima seguridad, gritaron que la mañana del miércoles saldrían cien reos. La mayoría consideró que era un falso rumor, pues hasta ese momento sentían que Ortega no había cedido en nada.

Después de la llegada de los microbuses, un funcionario del sistema penitenciario llegó con una lista en mano y comenzó a retirar a uno por uno a los presos políticos que iba llamando. Les decía que iban libres y por eso los estaba sacando. Atónitos ante tal noticia, la mayoría no tuvo oportunidad de despedirse del resto.

“En el momento ese funcionario nos dijo que íbamos libres. Salimos todos, de Estelí, de Managua, de Masaya, Carazo, ellos llevaban una lista. A las mujeres las llevaron de la ‘Esperanza’ a ‘La Modelo’. Ya cuando llegamos al salón miramos que estaban con unas cartas. Habían de la 300, de la 161 y la 162. Firmamos, no nos dio chance de leer. Nos pusieron en fila, cada quien, para su lugar, nos acomodaron, y cuando íbamos viajando, el funcionario nos dijo que no era libertad sino casa por cárcel, no estábamos libres, que el proceso iba a seguir, que buscáramos la manera de no salir, de no estar expuestos”, relató García.

Al llegar a su casa fue recibido por su mamá. Se alegró al ver a sus hijos, aunque después tuvo sentimientos encontrados al recordar a sus compañeros de celda, de quienes no logró despedirse como él hubiese deseado.

Danny García asegura que logró hacer amistades fuertes con personas que comparten el mismo sentimiento de lucha. Dejarlos en prisión le dolió, pues lo ideal hubiese sido que “saliéramos todos”. “Estos cinco meses (el Gobierno) nos dejó con las manos arriba, exterminaron nuestro negocio”, agregó.

A pesar de estar en su casa, con su esposa, sus hijos, y demás familiares, García explica que no se siente seguro, sin embargo, no se marchará de su hogar porque “no le voy a dar el gusto a nadie, estoy en mi lugar, nadie debe ser dueño de nadie”.

“El sentimiento de los presos es el mismo, siguen fuertes, unidos y hoy más unidos que nunca. Todos creemos que lo primordial es la democratización del país, es lo más importante para que logremos concebir una verdadera sociedad en paz”, expresó García.