“Por la izquierda” en Cuba

El mercado ilícito es abastecido "por la izquierda". Foto: Caridad

HAVANA TIMES, Feb. 12 — En la edición digital de hoy viernes, el periódico Granma presenta un artículo sobre lo que significa “por la izquierda” en Cuba, algo muy diferente de lo que la expresión podría significar en otros países.

La periodista Silvia Martinez señala que el fenómeno es totalmente común en la sociedad cubana e implica la participación y/o complicidad de gente a todo nivel.

A continuación Havana Times publica el texto completo:

POR LA IZQUIERDA*

Silvia Martínez Puentes

El término “por la izquierda”, de moda en la sociedad cubana actual, se refiere a la forma de alcanzar un objetivo violando las normas establecidas.  Se aplica lo mismo a ocupar un puesto preferente en una cola, pasando por encima de quienes ya estaban en ella, que a la adquisición de bienes y servicios o de un puesto laboral de forma ilícita, o al disfrute de un tratamiento especial en la realización de algún trámite en el ámbito estatal.

Se actúa “por la izquierda” cuando quienes trabajan en la gastronomía y el comercio, por ejemplo, se aprovechan de sus responsabilidades para estafar al Estado, y a la población, de las más disímiles maneras y con total impunidad ante la imposibilidad de ser detectados por los mecanismos de control económico, pues al final, todo cuadra.  Una de las modalidades más conocidas es la introducción “por la izquierda” en un establecimiento, de materias primas y productos vendidos al público como si fueran del Estado.

“Por la izquierda” se adulteran precios, se desvían hacia el mercado negro recursos que debían haber sido empleados en alguna producción o servicio.

Cuando hurgamos en la sicología de los personajes nos encontramos con el que “lucha” y con el que “resuelve”, pero en otros escenarios, cambian los papeles de ese binomio, uno y otro se convierten en premisa y resultado de un sórdido juego signado por la forma más primitiva de oferta y demanda.

“Por la izquierda” es un trueque ajeno a toda regla de intercambio, desprovisto de valores morales y del sentido de lo prohibido; una total indolencia para disponer como dueños de la propiedad colectiva, privatizando al Estado.  Algunos creen no timar a nadie, “lo tomas o lo dejas” es su lema. Otros saben que actúan en contra de la ley o del orden establecido y lo hacen conscientes de cuáles pueden ser las consecuencias.

Grande es el desgarramiento moral para la sociedad, y el daño monetario, material y de recursos al Estado, de donde se alimenta y engorda el mercado subterráneo.  Hay también un perjuicio directo hacia quien le urge un documento o le apremia un servicio y está obligado a transitar por los mecanismos establecidos, con frecuencia engorrosos, pues no dispone del dinero para comprar voluntades o hacer un “regalito” a cambio de un “favor”.  O sencillamente, no está dispuesto a violar sus principios.

En muchos de esos lugares, administradores y otros directivos conviven con “por la izquierda” en franca armonía.

Es una paradoja que aun cuando las personas se sienten dañadas por tan inescrupulosas conductas, no hacen la correspondiente denuncia, ni se inmiscuyen en su solución, incluso siendo parte del colectivo laboral donde los hechos ocurren, aunque luego muchos ven muy claro “la paja en el ojo ajeno”.

Tan extendido fenómeno amerita cooperación individual y colectiva, no hacer mutis ante conductas tan deleznables. El Estado pierde, y estamos llamados a cuidar el bien colectivo, pero también pierde, y mucho, quien dócilmente se deja arrebatar su derecho.

*http://www.granma.cubaweb.cu/2010/02/12/nacional/artic03.html