Pelota cubana con una final oriental

 

Por José A. Rodríguez

Las Tunas ganó el septimo juego de su semifinal contra Industriales por marcador de 10-0. Foto: Ray Otero, baseballdecuba.com

HAVANA TIMES – Me atrevo a decir que la final de la actual temporada de la pelota cubana no la quería casi nadie. No es por menospreciar a Granma o Las Tunas, sino porque en especial estos últimos estaban contra la pared ante Industriales y lograron ganar los dos últimos partidos, para completar la primera final ciento por ciento oriental en la historia de las Series Nacionales.

Digo que no la quería casi nadie, porque se trata de dos equipos que, aunque tienen su público, este se circunscribe básicamente a sus fronteras, no así el caso de los capitalinos, el equipo más querido y odiado del campeonato cubano, con el añadido de tener también al frente al mentor más odiado del país, pero ya analizaremos por qué se quedaron fuera otra vez.

Granma busca repetir

Empecemos por los actuales campeones, que lograron su avance a la discusión del trono en solamente cinco juegos. A los Alazanes el primer día no les salió nada bien: les falló la defensa, los lanzadores no gozaban del control acostumbrado, y su ofensiva fue dominada por el zurdo Yoanny Yera, quien pretendía quitarse el cartelito de que no gana en postemporada, y en buena medida lo logró.

Sin embargo, al día siguiente los maderos granmenses produjeron como de costumbre, aunque el pitcheo de relevo por poco desperdicia una ventaja de 11×2.

Las acciones se trasladaron entonces al estadio Mártires de Barbados, pero parece que el mal ya estaba hecho, pues los orientales volvieron a ser la máquina demoledora del pasado año y les recetaron una barrida a los Cocodrilos, para asegurarse como defensores del trono.

El caballo de batalla de los granmenses en el box, Lázaro Blanco, no salió mal en una segunda ocasión, como se esperaba, y el resto del staff estuvo inconmensurable, mientras que su tradicional poderío ofensivo se hizo notar con fuerza en los partidos dos y tres, y con efectividad en el cuatro y el cinco.

Raidel Martínez cerro el juego que puso a Granma nuevamente en los finales de la pelota cubana. Foto: baseballdecuba.com

Todo esto a pesar de que el cuarto bate de los Alazanes durante toda la temporada y líder en cuadrangulares de la campaña regular, Lázaro Cedeño, solamente tuvo un turno oficial, en la decisión más criticada para el manager Carlos Martí.

Los actuales campeones de la pelota cubana lograron reponerse al hecho de que el mejor pelotero de Cuba (Alfredo Despaigne) estaba en un pobre estado físico, que el mejor jonronero de la competición estuvo sentado en la banca casi todo el tiempo, y que perdieron el primer juego con su principal carta monticular.

Por su parte, los matanceros se ganaron muchos elogios porque muy pocos los consideraron capaces de sobrevivir luego de perder al mentor que los sacó del sótano y a varias piezas importantes, y no solo lograron el avance a la segunda etapa, sino que bien reforzados implantaron récord de victorias en esa ronda con la actual estructura.

Sin embargo, después de finalizar primeros, se esperaba más de ellos, pero es evidente que la presión de la postemporada pasa factura a más de uno. Outs cantados que no lo fueron y bates importantes dormidos a la hora cero fueron el principal lastre del conjunto yumurino, y de eso no se puede culpar más a Víctor Mesa. El momento de quiebre parece haber sido ese segundo choque, en el cual lograron igualar cuando estaban prácticamente perdidos, y luego no supieron rematar.

Las Tunas sobre Industriales

En la otra semifinal, algo similar ocurrió con Industriales, pero al revés, ya que el bullpen azul fue incapaz de evitar la derrota en el primer encuentro luego de ir delante 7×3, tras una buena apertura de Freddy Asiel Álvarez. La tónica se repitió en los choques cuatro y seis, con un lanzador históricamente efectivo como el avileño Vladimir García totalmente inefectivo.

Varias fueron las decisiones cuestionables de Víctor Mesa en esas derrotas. En la primera demoró en sacar a García, y lo trajo con el juego empatado y la ventaja en tercera.

En el segundo fracaso, le dio boleto intencional a Jorge Jhonson para lanzarle a Danel Castro, el pelotero más peligroso de la nómina tunera, cuando había hombre en tercera y estaba en ventaja en el marcador. No se explica en ninguna situación, pero si además Jhonson estaba mal al bate (terminó con promedio por debajo de .200), con más razón era preferible tratar de dominarlo a él que intentar hacerlo con un veterano de mil campañas, acostumbrado a la presión dentro y fuera de Cuba.

Por si fuera poco, la dirección de los citadinos decidió acudir a un lanzador pescado a última hora como el pinareño Yoandry Cruz, en vez de apelar a quienes realizaron esas funciones con más asiduidad en el campeonato. Quizás no hubiera funcionado, pero parecía lo más lógico.

Victor Mesa fue el mánager de Industriales y de nuevo no pudo llegar a los finales. Foto de archivo: Juventudrebelde.cu

Y en el sexto partido, hubo dos situaciones relacionadas con toques de bola completamente erradas, una en la primera entrada, cuando con hombre en segunda sin outs Víctor Mesa mandó a tocar a su mejor bateador, Juan Carlos Torriente, especialista además en dirigir la bola hacia la parte derecha, y luego, en el séptimo, tras abrir con imparable, en vez de tocar intentó el corrido y bateo con un hombre de mucho menos tacto.

De todas formas, ese no parecía un juego para los capitalinos, pues todos los pequeños detalles les salieron en contra. El balance general es que de nuevo VM32 deja que desear, y probablemente no dirija más por un buen tiempo.

Por el contrario, la directiva tunera tuvo una paciencia china con varios de sus mejores bateadores, no le tembló la mano para moverlos en el orden al bate, pero los mantuvo en la alineación contra viento y marea. Necesitaron más de 20 turnos al bate para despertar, pero al final lo hicieron, y en buena medida esto se debe a la fe ciega de su mentor.

También Civil puso a relevar siempre al hombre que más lo ayudó a llegar hasta esta instancia, aunque le haya salido mal. Esa muestra de gratitud hacia Diego Granado, pese a no haber sido correspondida con actuaciones impecables, dice mucho del estratega tunero.

Los Leñadores nunca se dieron por vencidos, ni siquiera ante la imponente afición del Latinoamericano, que se quedó con las ganas de ver de nuevo a su equipo en una final. Los tres juegos ganados en las postrimerías, amén de decisiones cuestionables del alto mando azul, obedecen en buena parte al ímpetu mostrado todo el tiempo por los tuneros, y a jamás bajar los brazos.

La gran final comenzará este sábado en el Julio Antonio Mella de Las Tunas; luego de esos dos primeros desafíos habrá un día descanso para desarrollar los tres siguientes en el Mártires de Barbados, y si hace falta la disputa regresaría a Las Tunas, con un día de por medio.