Omara Durand: el deporte le dio sentido a mi vida

Por Ronal Quiñones

Omara Durand con su guía Yunior Kindelan. Foto: lima2019.pe

HAVANA TIMES – Nacer con una discapacidad puede ser un gran motivo de tristeza en una familia, y no todo el mundo logra aceptarlo. En el caso de los débiles visuales, por lo general se tornan personas tímidas al no tener pleno conocimiento de todo lo que les rodea, y puede sobrevenir también el sentimiento de indefensión.

Sin embargo, si la familia y el entorno contribuyen, ese niño o niña puede convertirse con el tiempo en una persona plena, y en casos excepcionales hasta sobresalir dentro de la sociedad, como es el caso de la multicampeona olímpica y mundial cubana Omara Durand, primera mujer con discapacidad visual en bajar de los 12 segundos en los 100 metros planos.

Una catarata congénita, condición que causa miopía crónica (imposibilidad de ver de lejos) y astigmatismo (impedimento de enfocar) fue el gran obstáculo que tuvo que enfrentar.

Desde pequeña tuvo gran inclinación por el atletismo (aunque también le gustaba el voleibol y la gimnasia), y recuerda con mucho cariño a su primer entrenador, Reinaldo Cascaret.

“Me siento muy agradecida, porque no solamente se preocupaba por mí en el deporte, sino también en todos los aspectos de mi vida. Tenía únicamente siete años cuando comencé, becada en una escuela especial para ciegos y débiles visuales (Antonio Fernández León, en su natal Santiago de Cuba), y él hizo de mi padre en ese centro.”

Con apenas 15 años fue campeona mundial en Sao Paulo, en 2007, en su primera competencia internacional.

“Estaba muy nerviosa y ansiosa por tener un triunfo importante, pero me sentía fuerte y gané 100 y 200. Apenas una semana después triunfé en los 100, 200 y 400 metros planos en los Parapanamericanos de Río de Janeiro.

“En 400 competí con la brasileña Teresina Guilhermino, que era de otra categoría, pero se unificaron y tuve que esforzarme al máximo, pese a que ella es ciega total, porque tenía el apoyo de su público y quizás no contaba conmigo.”

Sin embargo, luego de ese debut soñado. Omara vivió el fracaso al año siguiente en los Juegos Paralímpicos de Beijing, donde una lesión le impidió brillar al máximo.

“Venía con muchos deseos de sentirme campeona olímpica. Había entrenado bien fuerte y las cosas no me salieron, porque me lesioné. Me sentí muy mal y lloré mucho, fue mi primer momento duro en la vida deportiva. Tuve que esperar cuatro años, me repuse de mi lesión, y como estaba muy joven sabía que me quedaban muchas cosas por hacer y eso me ayudó a recuperarme también emocionalmente.

“Fui campeona mundial en 200 y 400 metros en el Mundial de Nueva Zelanda, en 2011, incluso con récord de 24,24 en los 200.

“En los Parapanamericanos de Guadalajara en ese mismo año me impuse en los 100, 200 y 400, pero lo más importante fue bajar de los 12 segundos. Para mí es más notable, porque no soy una buena arrancadora; eso no me golpea mucho en las otras pruebas, pero en 100 sí hay que arrancar rápido.

“Cuando al final gané los títulos olímpicos en Londres 2012 estaba embarazada, pero me enteré estando en Cuba ya. Mi niña Erika es lo más lindo que me ha pasado en mi vida, me ha dado mucha más fuerza y sentido para seguir preparándome y compitiendo, para que ella viva orgullosa de su madre.”

Las huellas denmano de Omara Durand estarán al lado de las de Usain Bolt en el Paseo de la Fama en el estadio de Lima, Perú. ⒸLima 2019

Desde entonces todos han sido triunfos, incluidos los tres oros obtenidos en la cita paralímpica de Río de Janeiro 2016, en las pruebas de 100, 200 y 400 metros planos, que ya se han convertido en parte de su rutina competitiva. Además, fue con récords mundiales en el hectómetro y la vuelta al óvalo, con 11.40 y 51.71 segundos, respectivamente.

La santiaguera, que compite en la categoría T-12 -para débiles visuales profundos- lideró este año, gracias a ese triplete dorado, la votación del Comité Paralímpico Internacional en Twiter para decidir el mejor momento de la última década en citas de los cinco aros para todos los atletas discapacitados.

Parte importante en sus grandes triunfos es la entrenadora Miriam Ferrer, quien ha llevado su carrera en el alto rendimiento desde el principio.

“Supera todos los límites, porque no es solamente decirte cuántas tandas tienes que correr, tramos, kilómetros, o pesas para levantar, es estar pendiente de todo, hasta de la escuela de la niña. No tengo quejas del trato con mi familia.”

También tiene palabras de elogio hacia su compatriota Yunidis Castillo, quien fue la pionera en este tipo de competencias, al reinar en las pruebas de velocidad en Beijing 2008, cuando ella comenzaba.

“Es un orgullo para toda Cuba y en especial para nosotros los discapacitados, la respeto mucho y me estimula a exigirme más.”

Igualmente, destaca la labor del guía Yunior Kindelán, con quien lleva más de una década corriendo, y espera seguir haciendo historia en los Paralímpicos de Tokio, reprogramados para el próximo año.


‘Kindelán es mucho más que mi guía, es amigo, hermano. Somos un dúo fenomenal, muy completo. Cuando era deportista convencional fue corredor de 400 metros planos y lo escogí también por su experiencia y sus cualidades humanas.”

Entonces aumenta considerablemente el brillo de sus ojos, esos mismos que cuando oscurece prácticamente no le sirven de nada, y reflexiona sobre lo que ha conseguido y lo que ha contribuido el deporte en su vida en general.

“Hay que vivirlo para saber lo que significa llegar a esas medallas, entraña mucho sacrificio: Levantarse temprano todos los días y dejar a tu familia, sin importar si tienes una niña pequeña como fue mi caso, dejar de darle cariño y privarte de muchas cosas en la vida, como fiestas y otras diversiones propias de los jóvenes.

“En Cuba entrenamos a veces con un sol muy fuerte, pero al final ves que valió la pena. El deporte sirve en mi caso y el de muchos otros discapacitados como rehabilitación. No hablo de ser campeona, porque eso no todo el mundo lo consigue, sino de aquel que está triste en su casa y se siente disminuido.

“El deporte le puede devolver la vida, socializar y dejar las inhibiciones que muchas veces acompañan a las personas con discapacidad. Yo misma era muy tímida, muy cohibida, y aunque no puedo decir que sea extrovertida, he mejorado muchísimo a través del deporte. Me siento feliz y si volviera a nacer, no tendría problemas con tener mi discapacidad.”

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