«Nicaragua va a necesitar que los jóvenes lleguemos a reconstruirla”
Esta joven que se ve marcada por el horror vivido en manos del régimen, asegura que a pesar de las circunstancias del periodismo en Nicaragua seguirá sus estudios de comunicación. Es la presa política más joven que tuvo el régimen Ortega Murillo
HAVANA TIMES – A sus 23 años, Samantha Jirón tiene una mirada triste. Sufre migraña y por las noches el insomnio se instala en su habitación. Apenas han pasado tres semanas desde que el régimen Ortega Murillo la desterró de Nicaragua, luego de mantenerla como presa política desde noviembre del 2021, por considerarla “remanente” de los golpistas.
Sin embargo, a pesar de todo lo sufrido, dice que está firme y anhela seguir estudiando comunicación, para defender la libertad de expresión, que es uno de los grandes “pecados” que el régimen castiga en Nicaragua.
Su secuestro fue violento. Un hombre y una mujer la bajaron del vehículo en el que se movilizaba, le golpearon el rostro y quienes ordenaron su rapto, por videollamadas confirmaban que efectivamente era ella. Fue llevada a Auxilio Judicial, sometida a hostiles interrogatorios y luego, para sorpresa de ella misma, vivía entre el Chipote y el Distrito III de policía, donde dormía todas las noches, sin hasta hoy saber por qué.
Jirón es la más joven de los excarcelados políticos que el régimen de Daniel Ortega expulsó a Estados Unidos y se sumó a los 317 desnacionalizados por la dictadura. Era estudiante de Ciencias políticas y también de periodismo. Escribía artículos de opinión en un diario nacional y como alertada por la intuición, había decidido dejar de publicar sus opiniones y alejarse de las organizaciones opositoras dos meses antes de su secuestro. Sin embargo, de nada le sirvió.
Jirón es originaria de Masaya y se involucró en las protestas antigubernamentales de 2018, luego se exilió en Costa Rica en 2020, regresó al país y fue detenida durante las redadas previas, durante y después al fraude electoral presidencial en 2021.
Asegura que fue apresada “para que no siguiéramos jodiendo”, porque era considerada parte del “remanente” de los opositores.
Su vida, sus estudios y sus sueños se detuvieron durante el tiempo que estuvo en prisión, por ser declarada culpable de los delitos de traición a la patria y menoscabo a la integridad nacional.
Fue confinada a las cárceles del Sistema Penitenciario La Esperanza, donde al menos podía recibir la paquetería que le llevaba su familia. Las custodias tenían prohibido hablarle y las reas comunes ni siquiera podían comunicarse por señas con ella.
“Sufría por el dolor que le provocaba a mi madre”
La relación entre Samantha y su mamá es fuerte. Ella asegura que es su todo y su principal dolor era el sufrimiento que le estaba provocando al verla encarcelada.
“Mi mamá es todo para mí, es mi mejor amiga y lo que yo soy se lo debo a ella. Siempre me ha instado y me ha apoyado, entonces perderme en ese sentido, físicamente, verme sufrir y verme en esas circunstancias fue muy doloroso fue un golpe muy duro te digo y siempre lo he dicho mi sufrimiento no era más por mí era por ella”, reconoce.
Ella fue de las primeras desterradas en decir sí a la nacionalidad española, aunque tiene algunas dudas, porque desea continuar sus estudios de comunicación en Estados Unidos.
“El problema es que no tenemos mucha información sobre cómo van los trámites migratorios o si va a ser compatible. Lo que me dijeron es que si yo aceptaba la nacionalidad de España yo no podía aplicar a un refugio, porque ya mi país no me estaba persiguiendo”, señala.
Sus anhelos de estudiar
A pesar de las evidentes secuelas de las torturas psicológicas y del encierro, ella afirma que está optimista y segura de que podrá superar todo esto.
Asimismo, está firme en su postura de defender la libertad de expresión que se ha coartado en el país por ello su deseo de seguir preparándose académicamente.
“Me interesa quedarme acá (Estados Unidos) por el tema académico. Quiero estudiar, creo que es importante prepararme, porque Nicaragua va a necesitar en un futuro que nosotros los jóvenes lleguemos a reconstruirla”, señala.
“La carrera de comunicación me apasiona, es la mejor carrera del mundo, la mejor profesión del mundo”, prosigue, y quiere “instar a los jóvenes y a los que estudian y a los que quieren estudiar esta carrera, que lo continúen haciendo, porque cuando nosotros optamos por esta carrera tenemos una responsabilidad con la sociedad, tenemos una gran responsabilidad de comunicar, de hacer valer el derecho de la comunidad a la información”, enfatizó.