Música hecha desde el exilio: la vida de tres artistas nicas


De izquierda a derecha: Bruno Cortina, Gaby Baca, Mario Rocha; músicos en el exilio | Montaje: Juan García

Tres artistas nicaragüenses nos cuentan en primera persona cómo es hacer música en el exilio. Salieron del país para resguardar sus vidas y no han dejado de crear. Aquí sus relatos.

Por Franklin Villavicencio (Confidencial)

HAVANA TIMES – Tres cosas unen a Gaby Baca, Bruno Cortina y a Mario Rocha. La primera es que son músicos, la segunda es que alzaron sus voces durante las protestas de abril y la tercera es que no han parado de hacer música, incluso en el exilio. Los tres tuvieron que salir de Nicaragua, por amenazas, por proteger a sus familiares y en el caso de Bruno, una mezcla de ambas sumada a la búsqueda de nuevas oportunidades.

Entre los setenta mil nicaragüenses condenados al exilio desde abril de 2018, según cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), hay decenas de músicos, pintores, escritores y artistas. Pese al exilio, no dejan de crear composiciones que conforman la banda sonora de la rebelión de abril.

En Niú conversamos con tres artistas nicaragüenses que nos contaron cómo es vivir de la música desde el exilio.

Gaby Baca, cantautora nicaragüense

Si como artista se gana poco, como migrante se gana menos. Seguir produciendo son verdaderas proezas a las que les otorgo siempre el crédito al acto solidario de otras personas, que están en las misma circunstancias.

Hay días peores que otros, hay días en que te hace falta estar allá, y se te bajan las llantas. Vamos avanzando según lo que se logra. Lo que sí trae consigo el exilio es una explosión de creatividad, que no se traduce solo en nuevas canciones, sino en la búsqueda de formas de cómo seguir aportando. La creatividad es algo básico para hacer la música y para la subsistencia, para seguir produciendo y aportando sin más ayuda que la que pueden dar mis dos manos y solidaridad de la gente.

El exilio se ha traducido en mucha nostalgia, pero también en sentimientos positivos como la solidaridad y el amor. Esos sentimientos que son tan duales son los que traen como consecuencia un crecer artístico y de creatividad muy grande.

Mis canciones de rap han sido fuertes y contundentes ante sucesos fortísimos. No podía dejar de ser contestataria ante lo que me rodeaba. Toda esta situación con la que nos arrastran hacia el odio, pues yo busco refugio en el amor y en la sonoridad.

Empezó una tensión muy fuerte en mi entorno, sentía que estaba cada vez más insegura que nunca, y tuve que salir por eso. Mafe (rapera nicaragüense y colega) y yo teníamos planeada una gira que tuvimos que adelantar. Salimos por tierra hacia Costa Rica y así iniciamos nuestra gira: primero por toda Centroamérica y luego por Europa.

Y así se transformó el viaje, en cada lugar que íbamos llegando nos topamos con gente que nos compartía sus luchas, sus anhelos y lo que cada quien en su territorio quería cambiar y aportar. Eso se volvió en una gran enseñanza. En cada lugar que he visitado siempre me encuentro a un nicaragüense, y aunque sean poquitos siempre se oye el gran molote; poder llevar no solo la música, sino nuestra manera de hablar, nuestros rebanes y nuestra alegría; tratar de enfocarse en eso aunque hay momentos muy duros en el viaje, que el cuerpo no te da más pero sabés que tu espíritu se tiene que mantener.

Quisiera seguir trabajando desde mi país. El lugar donde me gusta vivir está en Managua. Deseo sentir que puedo aportar a la lucha sin temor y sin horror. Yo no quiero ver dinámicas de armas. Esta es la tercera guerra que veo en mi vida y eso definitivamente es lo que no hace falta.

Bruno Cortina, músico nicaragüense

Mi salida fue a finales de mayo de 2019. Las razones podría resumirlo en la búsqueda de nuevas oportunidades, por seguridad y por mi familia, ya que estaba muy expuesto en las protestas y los plantones culturales que se hacían fuera de la UCA, desde el incendio de la reserva Indio Maíz.

Continuó haciendo música a pesar de los obstáculos que representa el exilio. Las condiciones que te facilitan el proceso creativo son reducidas. En mi caso me he autoproducido, usando todo lo que tengo a mi disposición, y el cambio ha sido rotundo.

Una vez que se finalice un disco acústico que estamos trabajando, tendrá bastante experiencias y emociones por todo lo vivido en cada uno de los países en los que hemos estado. Gracias a la comunicación instantánea, es más fácil comunicarse con otros colegas y amigos, para así crear canciones con mensajes sociales y de lucha sobre nuestros derechos.

Para mí la música es imprescindible en toda protesta. Ninguno de nosotros sabía controlar ese impulso interior de llevar la música a esos plantones culturales. La música funciona como un escudo contra el miedo, porque cataliza las emociones.

Es imposible separar la música de la política y la cultura. Por eso hay muchos artistas que han sido censurados, porque los dictadores saben el poder que tiene la música para mover a la gente.
En el exilio todo cambia, desde los planes de vida que uno tenía hasta las metas. Se trata de empezar desde cero. Ha sido muy duro aceptar este retroceso que ha tenido el país en todos los sentidos, pero principalmente cultural y artístico.

A todos los artistas exiliados quisiera decirles que esto que está pasando en nuestro país será uno de los momentos más difíciles de nuestra vida, pero tengo la certeza que después de que termine esta dictadura vamos a renacer con una fuerza que no nos imaginamos.

Mario Rocha, cantante lírico

Como músico uno llega al exilio sin saber qué te espera. Desde que me uní a las protestas fui amenazado de muerte, pero resistí en el país tres meses. Llegó un momento donde ya no podía seguir más, porque primero tenía que resguardar mi vida y seguir trabajando. Nicaragua no me daba garantías de nada de eso.
No soporté el hecho de ver que los chavalos estaban siendo masacrados, no podía quedarme callado. Para nadie es un secreto que yo colaboraba con Incanto (propiedad de Laureano Ortega). Dejé palpable mi repudio hacia la Policía, hacia la barbarie que se estaba cometiendo en mis redes sociales. Dejé Incanto y les manifesté que no podía ser indiferente a lo que pasaba y no era ético que después de pronunciarme siguiera apoyando el proyecto.

A los diez días tenía amenazas de muerte desde perfiles falsos. También difamaciones, acoso, hasta llegar a decirme que iban a dejarme sin cuerdas.

Uno de los días más difíciles para mí fue el 30 de mayo de 2018, donde yo iba a cantar una canción que había compuesto a las madres. De pronto se empezaron a escuchar disparos por la UCA. Como estaba arriba de una tarima, era un blanco fácil. Uno como músico, lo hace porque sí, había algo que nos movía a hacer cosas a pesar del peligro.

Aquí en Costa Rica estoy en varios proyectos, soy maestro de capilla en una parroquia de San José y tengo un proyecto independiente de formación. Quiero formar un coro «azul y blanco» con exiliados nicaragüenses. Esto nació por la necesidad de seguir haciendo música de protesta.

El exilio es lo más duro que existe, porque yo tenía en Nicaragua una vida como artista, una familia, una casa, todo lo que necesita una persona. Tenía una carrera profesional como solista y cantante lírico. Tener que salir forzosamente de tu patria es lo más difícil que hay.