Mujeres, no tan favorecidas en el deporte cubano
Por Ronal Quiñones
HAVANA TIMES — Muchísimos son los éxitos de las mujeres cubanas en el deporte, pero en comparación con sus colegas del sexo opuesto, sus oportunidades son mucho más reducidas, sobre todo en cuanto a proyección internacional.
A nivel de base, son bastante parejos todos los programas y el calendario es muy similar, pero ya cuando se llega a las categorías cadetes, juveniles y de mayores, son notables las diferencias.
Ni en los mejores momentos del deporte cubano hubo participación femenina en torneos continentales o mundiales de las edades previas, y si se trata de la elite, exceptuando al voleibol, el judo, el ciclismo y el atletismo, la diferencia es notable en el resto de las disciplinas en cuanto a fogueo internacional.
El boxeo femenino ni siquiera se practica en el país, las pesas todavía no aportan medallas ni en el área centroamericana, y la lucha ha tenido intervenciones muy irregulares en los Mundiales, por lo cual no acaba de estabilizar sus resultados, aunque va en amplia ventaja con las otras disciplinas mencionadas.
Pudiera pensarse que todo es una cuestión de resultados, pero si se toma que el béisbol masculino no gana ningún torneo importante desde el 2007, y el fútbol no sobresale ni en Centroamérica y el Caribe, pero no faltan a ningún certamen de categoría regional o mundial, otros son los criterios que priman a la hora de tomar ese tipo de decisiones.
Tampoco el ajedrez, que por contar con la gran mayoría de sus torneos por invitación puede ser más propenso a la participación femenina, escapa a la desigualdad. Para que los organizadores de lides prestigiosas inviten a ajedrecistas cubanas, estas deben ganar un renombre, y si no participan en otras justas, jamás lo alcanzarán.
Desde los tiempos de María Caridad Colón, Ana Fidelia Quirot y Mireya Luis las mujeres han ocupado sitiales de privilegio en el medallero cubano, labrando el camino para que hoy brillen algunas como Idalis Ortiz o Yarisley Silva, pero sin dudas la crisis económica juega su papel, y en muchas ocasiones la soga se parte por el mal llamado sexo débil.
El tema es polémico, y Havana Times intentó recabar opiniones entre aficionados, deportistas y especialistas, para profundizar un poco más.
“El tema presupuesto es fundamental”, dijo un funcionario del Instituto Nacional de Deportes (Inder) que prefirió el anonimato. “Confeccionar los calendarios de participación internacional de deportistas cubanos es un verdadero dolor de cabeza, porque todo el mundo quiere viajar y no entiende de prioridades. El atletismo y el ajedrez tienen más facilidades porque casi siempre los organizadores corren con los gastos, pero tampoco es como debiera ser, y casi siempre las mujeres llevan las de perder.
“Por ponerte un ejemplo, la lucha es un deporte de los priorizados, porque aporta medallas en Juegos Olímpicos, pero este año no va a llevar mujeres al Mundial, y van nada más que siete hombres, sumando los dos estilos. Si ese es uno priorizado, imagínate los demás. Los deportes acuáticos, casi todos los colectivos, la esgrima, el taekwondo, la gimnasia y otros, salen nada más que una vez al año, y algunos a veces ni eso. Así no se pueden desarrollar.”
“Hay que estar dentro para ver algunas cosas”, dice Yaquelín, practicante de judo. “A los torneos panamericanos y mundiales juveniles casi nunca llevan mujeres, por no decir nunca, y una se desestimula. Todavía en el judo hay un poquito más de posibilidades, porque existe un prestigio en el mundo y a veces para hacer bases de entrenamiento en algunos países hacen la invitación con los gastos pagados, pero conmigo entrena una de pentatlón, y la verdad, lo hace por amor al deporte, porque a esa gente no los llevan ni a la esquina.”
“Sí hay diferencias entre sexos”, manifestó Adrián, seguidor del deporte. “En mi barrio vive una pesista que es de la preselección y todavía no ha viajado a ninguna parte, y eso que lleva tres años allí. Ya no se puede decir que haya prejuicios, porque el Inder les dio luz verde, pero se pasan el año en el gimnasio. Con las condiciones que hay en Cuba para el deporte, era para que ya fueran las mejores de América Latina, porque siempre la mujer cubana ha estado a la vanguardia. En otros países de América la gran mayoría de las mujeres no piensan en el deporte, con 15 años ya parieron, y esa ventaja no se está aprovechando.”
Mayelín, jugadora de béisbol, tampoco está contenta con la atención a su deporte, de reciente inclusión en el calendario oficial para las féminas.
“Hasta para hacer el Campeonato Nacional es una Odisea. No van todas las provincias porque falta logística, y hasta última hora las provincias se pasan la sede como si fuera una papa caliente. De viajes mejor ni hablar, el año pasado se fue al Mundial, pero aparte de eso, nada más. Una está en esto porque le gusta, pero a veces me he preguntado si soy masoquista o algo así”.
Diferente es la opinión de Yudelmis, quien diariamente devora kilómetros y kilómetros sobre su bicicleta, y da incontables vueltas en el Velódromo Reinaldo Paseiro, al este de la capital cubana.
“En el ciclismo las mujeres somos las que llevamos la vanguardia, y hemos ganado medallas hasta olímpicas, por eso estamos priorizadas y competimos mucho más que los hombres. Nunca es como debiera ser, porque de cuatro o cinco paradas de la Copa del Mundo vamos nada más que a dos, pero con eso topamos y ganamos puntos en el ranking para poder asistir a los Juegos multideportivos. Aquí los desmotivados son los hombres, porque no tienen resultados y los pocos que los han tenido se han ido del país.”
Son verdades como un templo, pero el ciclismo es la excepción, quizás junto al judo, en el que también las mujeres reciben más fogueo que los hombres. La paridad prima en otros como taekwondo, atletismo o tiro, pero en casi todos los demás la balanza cae en el lado de los hombres.
De cualquier manera, contra viento y marea, las mujeres siguen siendo protagonistas en el deporte cubano, y siguen batallando por la verdadera igualdad. A base de sacrificio y resultados han ganado lo que tienen, y con esas mismas premisas llegará el momento en que ninguna se sienta desfavorecida o subvalorada.