Mujeres migrantes son revictimizadas en Costa Rica

Cindy Regidor, periodista de Confidencial, conversa con Selena Obando y Silvia Cerda, migrantes nicaragüenses; Ana Quirós, del Movimiento Autónomo de Mujeres (MAM); y Karina Hernández, de RET International, durante el foro sobre migración. Foto: Confidencial

Las mujeres que huyeron de la represión en Nicaragua ahora sufren discriminación y abandono en las calles de Costa Rica, el país que las acogió.

Por Ivette Munguía  (Confidencial)

HAVANA TIMES – Las mujeres nicaragüenses que emigran hacia Costa Rica, huyendo de la represión de Daniel Ortega, están sufriendo un tipo de “violencia estructural” por parte del país que les dio acogida, ya que las instituciones de aquel país “no están respondiendo a las necesidades” que ellas tienen. Es así que muchas de estas damas realizan trabajos precarios y hasta comercializan sus cuerpos para poder comer ellas y sus hijos.

Para la socióloga, Karina Hernández, Oficial Prevención Violencia Sexual Basada en Género de RET Internacional, “el Estado costarricense ha quedado completamente en deuda” con los 82 000 nicaragüenses solicitantes de refugio, ya que el proceso para regular su estatus migratorio es lento apesar que históricamente Costa Rica ha sido un país receptor de fuerza laboral, independientemente del género.

Hernández explicó, durante el foro “¿Qué tipos de violencia viven las mujeres nicas que han migrado a Costa Rica?” organizado por Confidencial, que la mayoría de los nicaragüenses solicitantes de refugio no pueden acceder al servicio de salud, salvo los niños y las mujeres embarazadas, por lo que estimó: “Estamos poniendo en un nivel más bajo a las personas que vienen huyendo de la violencia, en Costa Rica están viviendo un tipo de violencia estructural porque las instituciones no están respondiendo a las necesidades que tienen”.

La desprotección que denunció Hernández ha llevado a los nicaragüenses solicitantes de refugio  a albergarse en cuarterías, dormir en la calle o en el parque de La Merced, en muchos casos han tenido que dedicarse a comercio sexual y no tienen acceso a salud o educación. “Realmente estamos en un estado, en una dinámica de precariedad y yo diría de mutilación de los derechos humanos de las personas solicitantes de refugio”, subrayó.

Por su parte, Ana Quirós, de la Articulación Feminista, lamentó la xenofobia que existe en Costa Rica hacia la población nicaragüense, principalmente hacia las personas más pobres y mujeres migrantes. En este contexto social “las mujeres nicaragüenses (migrantes) están en una condición de desventaja con relación a la población costarricense” porque se les violan todos sus derechos y los de sus hijos.

Parte de esa revictimización que mostró Quirós la ha vivido en carne propia Silvia Cerda, una exiliada de Masaya, quien no pierde la esperanza de volver a su patria. “Este exilio de año y medio duele, se los digo sinceramente, duele. Saber que mi hija tres gravedades ha pasado y yo viviendo aquí, no es justo, eso es violencia. Mi hija desarrolló asma, a raíz de los enfrentamientos, cuando yo salí de la ciudad mi hija quedó en cuidados intensivos”, evocó Cerda.

Selena Baltodano es otra exiliada de Masaya, ella migró a Costa Rica con toda su familia mientras estaba embarazada. Tener sus hijos cerca le da tranquilidad, pero a la vez le impide trabajar y tiene que vivir en una cuartería porque los dueños de apartamentos “no aceptan niños”, para ella y familia el exilio “es una cosa muy dolorosa”.