Mantener a los de Arizona en el lado norte del muro

Perspectivas cambiantes

Las autoridades de Sonora, México tomaron medidas para proteger la salud de los mexicanos.

Por Keoki Skinner*

HAVANA TIMES – Aquí, en la frontera de Estados Unidos con México, generalmente la política y las personas se han movido en direcciones opuestas. Las decisiones provienen del norte, del Gobierno de Washington D.C. o de las sedes corporativas en otros lugares de los Estados Unidos. A menudo, como resultado de dichas políticas provenientes del norte, los pueblos de México y América Central no tienen más remedio que moverse de sur a norte.

Cuando el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) fue promulgado por el presidente Bill Clinton, en 1993, los efectos aquí en la frontera fueron casi inmediatos. Los agricultores mexicanos pobres, incapaces de competir con el maíz estadounidense subsidiado, se vieron forzados a abandonar sus tierras, quedándoles como única opción marchar al norte en busca de empleo.

Lo mismo pasó con la violencia de las pandillas en América Central. En el libro de Raymond Bonner, “Debilidad y Engaño: La guerra sucia de Estados Unidos y El Salvador”, nos enteramos de que la intervención estadounidense en América Central, por allá por la década de 1980 generó un éxodo masivo de refugiados que se dirigían al norte, hacia la frontera de los EE.UU.   

Décadas más tarde, Trump encontró otra oportunidad para promover su muro fronterizo, bajo la justificación de que los salvadoreños que vienen son miembros de la violenta pandilla conocido como MS-13.

Lo que no mencionó Trump fue que MS-13 tuvo sus orígenes en Estados Unidos, en los barrios de Los Ángeles. Cuando los que buscaban asilo, huyendo del terror, fueron rechazados en la frontera y deportados de vuelta a Centro América, MS-13 estaba para encontrarlos en los aeropuertos, amenazando que matarían a sus familiares si no integran en la pandilla local.

Si bien el número de personas que se mueven desde sur a norte fluctúa, la percepción de este movimiento como una gran amenaza ha sido, durante años, fuente de ansiedad en los Estados Unidos.

Volviendo a los años 80, el presidente Ronald Reagan estaba convencido de que después de que los sandinistas victoriosos llegaron a Managua, su próxima parada sería la frontera entre Estados Unidos y México. En 2001, después de los ataques del 11 de septiembre en los EE. UU., el mandatario Bush temía que los terroristas árabes se encontraran en ciudades fronterizas mexicanas, buscando formas de colarse en territorio estadounidense.

Desde 2016, el presidente Trump ha sembrado de manera continua el miedo en la Patria, mediante la referencia, entre otras ficciones delirantes, a grandes caravanas de hondureños que se dirigen hacia el norte a través de México para inundar nuestra frontera sur con crímenes y enfermedades. Él se ha apoyado en ese miedo para construir un imponente muro fronterizo de treinta pies de altura.

Un uso del muro no planificado

Esta semana los papeles se han cambiado en cierta medida. La cerca está siendo utilizada para mantener a los ciudadanos estadounidenses fuera de México. Aunque la decisión de detener el flujo se tomó en México, es, una vez más, resultado de la política de los Estados Unidos: su mal manejo con respecto a la Covid-19.

Arizona alrededor de 500 kilómetros de frontera con el estado mexicano de Sonora y, típicamente, durante el fin de semana del 4 de julio, miles de residentes de Arizona viajan a Sonora para celebrar la festividad. Sin embargo, recientemente, Arizona, con su postura de “el negocio primero, la vida humana después”, ha logrado el mayor número de casos per cápita de Covid 19 de todos los Estados Unidos.

Cerrar la frontera no fue una decisión fácil para Claudia Pavlovich, la gobernadora de Sonora. Las consecuencias de miles de personas de Arizona potencialmente enfermos propagando el virus en Sonora fueron obvias. Lo que sí no era igual de obvio era cómo el cierre de la frontera podría afectar la visita que el presidente mexicano Obrador tiene programada para realizar esta semana a Trump en Washington. Antes de tomar su decisión, Pavlovich consultó con las autoridades federales de Ciudad México, incluido Jeffrey Landau, embajador de los Estados Unidos en México y otros líderes empresariales.

El jueves 2 de julio, tal vez envalentonado por el cierre de la Unión Europea a los viajeros estadounidenses, Pavlovich anunció que México cerraría tres de sus puertos de entrada más concurridos: San Luis Río Colorado, Nogales y Agua Prieta, esencialmente excluyendo a los visitantes provenientes del norte.

El viernes por la mañana, soldados del Ejército Mexicano portando M-16, la Guardia Nacional Mexicana, la Policía Judicial Federal, la Policía Municipal y las autoridades de Salud locales, establecieron un punto de control o “filtro”, como se le llama aquí, en el cual mandaban de regreso automóviles cuyos ocupantes no pudieron probar que se encontraban realizando viajes “esenciales”. En 15 minutos, mientras conversaba con la policía, observé que tres autos, todos con placas de Arizona, se dieron la vuelta y retornaron a Arizona. Dos miembros de la oficina de Protección Civil de México se apresuraron a señalar que los Estados Unidos habían estado restringiendo la entrada de mexicanos a Arizona desde marzo.

Rubén Sánchez Macías, un músico de mariachi, quien ha estado desempleado desde que comenzó la pandemia hace 4 meses, expresó que estaba contento por el puesto de control, y dijo que la negativa del presidente Trump a usar una mascarilla refleja algunas de las diferencias básicas entre mexicanos y estadounidenses.

Personal del “filtro” en el lado mexicano de la frontera de Arizona y Agua Prieta, Sonora.

“En general, nosotros creemos en la ciencia y respetamos a los expertos de Salud cuando nos dicen que hagamos algo. Somos capaces de dejar a un lado nuestras libertades personales por el bien común”.

La pared de 30 pies del presidente Trump, que está casi terminada aquí en la esquina sureste de Arizona, será igual de efectiva para mantener alejados a los solicitantes de asilo como para evitar que el nuevo coronavirus llegue a Sonora desde Arizona. Sin embargo, el cierre de las fronteras a los residentes estadounidenses muestra que México ahora ve a los Estados Unidos como el paria de la pandemia global.
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*Keoki Skinner escribe desde su casa en Agua Prieta, Sonora, México.