Madres cubanas: sobrecargadas con la educación en casa

Las teleclases para la enseñanza primaria llenan el vacío de la escuela, pero representan un trabajo arduo sobre todo para madres y abuelas durante la pandemia por covid-19.

IPS Cuba

Muchas madres cubanas se esfuerzan por estos días para contribuir en la educación de los hijos. Foto: Jorge Luis Baños/IPS

HAVANA TIMES – Los días de confinamiento por el nuevo coronavirus tienen el doble de horas para muchas madres cubanas. Ellas, como tantas otras mujeres del mundo, asumen el reto de convivir, entretener, ejercitar, atender y educar a su descendencia sin salir de casa.

Las escuelas cubanas cerraron sus puertas el 24 de marzo para propiciar el aislamiento social que frena la propagación del nuevo coronavirus.

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Escuela en la pantalla cubana

Aunque la televisión en Cuba apareció en fecha tan temprana para Latinoamérica como 1950, la educación y la pantalla no se dieron la mano hasta después de 1959.

El primer acercamiento fue una programación educativa-cultural, conformada por un equipo de maestros, escritores, bibliotecas, equipos de filmación y un cuerpo de dibujantes.

A raíz de esta experiencia en 1960, el Ministerio de Educación dictaminó resoluciones de planes educacionales y culturales asociados a la radio y la televisión.

En esa época salieron al aire los programas Aprendiendo en TV, Seminario y Revolución (1962), Curso Secundario de Educación Obrera y Campesina (1963), y El Instituto Tecnológico Popular (a partir de 1967).

A finales de la década del setenta la ausencia de materiales marcó una pausa prolongada en la televisión educativa, hasta que aparecieron, en diciembre de 1999, las primeras emisiones del modelo actual.

Sucedieron los cursos de Universidad para Todos, con temas tan disímiles como los idiomas, el ballet, la meteorología, la apreciación de las artes plásticas, la biotecnología y el ajedrez.

La actual parrilla televisiva escolar, según consta en la plataforma web del Canal Educativo, diseña espacios de apoyo curricular, complementarios y formativos.

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Tres historias de vida

Yusnelys Pacheco, Migdreysi Pérez y Orialys Martínez viven en una localidad de la provincia de Pinar del Río, en el occidente cubano. Son jóvenes, madres solteras y tienen hijos e hija en la enseñanza primaria, que conversaron con la Redacción IPS Cuba.

“Es una odisea lograr la atención de mi hija a las teleclases de primer grado”, aseguró Pacheco, quien a pesar de sus cuatro meses de embarazo continúa trabajando en la policlínica del pueblo.

“Mi madre queda al cuidado de la niña todo el día, pero no puedo pedirle también que asuma las clases. Por eso espero a la repetición en las tardes o le pido a una vecina, madre de un compañero de aula de mi hija, que me preste la libreta para copiar las orientaciones que dan”, comentó.

Además, al cierre de las escuelas, no entregaron en su zona los cuadernos de trabajo y la mitad de las encomiendas de la maestra virtual quedan sin respuesta.

Condiciones similares tiene Orialys Martínez, con un televisor pequeño y cuadernos encerrados en el salón escolar.

Martínez contó que a la hora de las teleclases parte de la familia centra su atención en Leandro, el pequeño de segundo grado.

“Mi mamá, mi hermana y yo nos ponemos en función de lo que van diciendo. Una repite, otra copia y la otra vigila que el niño atienda”, dijo.

Heidy Bolaños ayuda a su hijo en la compresión de las asignaturas de 6to grado de enseñanza primaria, mediante el empleo de las tecnologías de la información, en su hogar ubicado en el capitalino municipio de Playa.  Foto: Jorge Luis Baños/IPS

Martínez es instructora de arte del Sectorial Municipal de Educación en San Luis, y en este primer mes de cuarentena recibe el ciento por ciento de su salario desde el hogar.

Confesó que otra colaboración la recibe de una vecina, una maestra jubilada, quien organiza diferentes horarios para recibir indistintamente a tres niños del barrio y repasarles los contenidos.

Por su parte, Migdreisy Pérez previó los días que estarían en confinamiento y recogió todos los materiales de su hijo el último día de clases.

Ella es trabajadora en el hogar y advierte cómo las clases televisadas afectan en sus quehaceres de higienización, alimentación y cuidado familiar, que se incrementaron con el nuevo coronavirus.

“Los días que toca clases me levanto más temprano porque sé que no es solo estar al lado de mi hijo por el tiempo que dure, sino después, haciendo ejercicios, revisando y repitiendo…”, describió Pérez, quien tiene condiciones ideales para grabar las emisiones y buscar informaciones por Internet.

No obstante, muchas veces no puede enfrentar las dudas de su hijo.

¿Clases para mamá?

Todos los hogares, así como el universo estudiantil, presentan situaciones diferentes. Sin embargo, hay elementos comunes, ligados a los estereotipos sexistas asociados al cuidado de hijos e hijas y la irregular corresponsabilidad en cuanto a su formación.

Muchas madres y abuelas abordadas por la Redacción IPS Cuba respondieron que ellas tienen más paciencia para el acompañamiento a los menores, las figuras paternas salen a trabajar o a buscar alimentos en esos horarios; o simplemente ellos prefieren no participar a menos que sea “un caso extremo”.

Algunas madres que realizan teletrabajo señalaron en redes sociales la incomodidad de mantener los límites de las labores profesionales y las hogareñas.

Rosy Amaro, periodista de la televisión cubana, publicó en su perfil de Facebook un post haciendo alusión a esta difícil paradoja.

Hilda junto a sus dos nietos que cursan la enseñanza primaria durante la transmisión de la tele-clase, en la sala de su casa en el capitalino municipio 10 de octubre, La Habana, Cuba. 15 de abril de 2020.Foto: Jorge Luis Baños/IPS

“… entre la cocina tres veces al día (desayuno, almuerzo y comida, más sus respectivos fregados), las teleclases que coinciden trágicamente con la conferencia de prensa (parte diario sobre la pandemia) de las 11 am…”, escribió Amaro sobre sus quehaceres diarios.

Pero el exceso de cargas para las mujeres en este periodo abriga no solo la desigual distribución de responsabilidades al interior de las casas, sino la poca soltura del alumnado cubano para asumir otras maneras de aprender.

Para la antropóloga Leticia Artiles sería más fructífero en esta etapa fomentar actividades y habilidades que motiven a niñas y niños al análisis, la comunicación y la interpretación, en tanto promuevan la incorporación al juego o estudio de padres, abuelos y tíos.

“La modalidad de enseñanza para los primeros grados a través de la televisión representa una sobrecarga para las madres o la persona a cargo de sostener la educación desde casa, porque lo que se transmite son orientaciones metodológicas”, explicó Artiles.

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Otras alternativas

De lunes a viernes en la tarde el canal Telerebelde retransmite las teleclases de la educación primaria ofrecidas en las mañanas.

De acuerdo con declaraciones a la prensa local de Dania López Gulbone, viceministra de Educación, las teleclases impartidas quedan archivadas en el perfil de YouTube del Canal Educativo.

Asimismo, las sedes locales de educación graban tales materiales. Y existe además el repasador virtual, con servicio gratuito para estos meses en el portal CubaEduca.

La especialista recalcó que, por lagunas heredadas, los alumnos aún no tienen las competencias para escuchar la televisión y cumplir con las demandas de la clase.

“Entonces la madre o la abuela, fundamentalmente, tiene que aprender lo que está dando la figura educadora para luego transmitirlo al niño o la niña”, concluyó.

Después de un sondeo de opiniones, la Redacción IPS Cuba recabó que son las madres y abuelas quienes más se ocupan del proceso docente educativo en el hogar, el alumnado de los primeros grados requiere una atención extrema en estas tareas, las familias deben complementar los encargos de las teleclases con acciones de interés para los infantes; el estudiantado no encuentra motivaciones suficientes en esta modalidad de aprendizaje; y las escuelas no previeron totalmente las necesidades de materiales de apoyo.