Los matices de la violencia de género

Redacción IPS Cuba

. La violencia de género en Cuba “sigue siendo un tema de mujeres y agendas institucionales no políticas”, lamentó Yohanka Valdés. Jorge Luis Baños - IPS

HAVANA TIMES, 22 sep. — Visualizar la violencia de género en toda su complejidad dentro de las familias cubanas figura entre los retos de activistas e investigadores relacionados con esta problemática, insistió la psicóloga Yohanka Valdés durante la sesión mensual del foro permanente del no gubernamental Grupo de Reflexión y Solidaridad “Oscar Arnulfo Romero” (Oar).

Desde su experiencia de seis años de estudio, la investigadora remarcó la importancia de educar sobre otras manifestaciones de este problema como al interior del grupo de las mujeres y de los hombres. En este sentido, ejemplificó cómo también es violencia de género el maltrato instaurado en el vínculo tradicional nuera y suegra, padre e hijo o madre e hijo.

Para profundizar más en el fenómeno, Valdés explicó que se deben analizar las relaciones inter e intragénero a la hora de investigar o encauzar procesos de acompañamiento y transformación comunitaria, durante el debate del Oar, desarrollado el 15 de septiembre en la sede del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (Cips) de la capital de Cuba.

Al desentrañar las inequidades que marcan el seno de la familia cubana, la experta remarcó en la violencia como una de las consecuencias más frecuentes cuando existe desigualdad entre sus integrantes. Para ella, estas relaciones asimétricas están ancladas en diferencias materiales y construcciones subjetivas como mitos y prejuicios.

Determinar y prevenir el momento en que se instaura el dominio de una persona sobre otra, en especial de hombres hacia mujeres, resulta clave para alejar de la familia comportamientos de este tipo que lastran su desarrollo y armonía, explicó.

Este problema comienza con pequeños malos gestos y actitudes, que se van ampliando hasta que estallan y provocan una convivencia familiar disfuncional, abundó. La comunicación y el diálogo constituyen “puertas de entrada” para evitar y frenar el maltrato de género, amplió.

La especialista valoró que las personas viven la violencia como parte de la cotidianeidad y a veces no se percatan de que son victimizadas o violentas. Además, concluyó, esta problemática no tiene un rostro homogéneo y adquiere otros matices en dependencia del color de la piel, territorialidad, ingresos, escolaridad, propiedad de la vivienda, entre otros aspectos.

“El nueve por ciento de las parejas en Cuba reconocen que tienen violencia cruzada. Eso significa más maltrato al interior de la familia”, ejemplificó.

Como acciones necesarias en esta lucha cotidiana, la otrora investigadora del Cips propuso no victimizar a la mujer, capacitar a más actores de la comunidad, visibilizar el tema, sensibilizar a la población cubana y lograr el trabajo en equipo e intersectorial.

Por su parte, la reverenda Daylin Rufin de la Fraternidad de Iglesias Bautistas de Cuba opinó que la prevención de la violencia siempre debe acompañarse de acciones. Así, propuso a las personas que luchan contra ella la necesidad de “estar conectados en saberes y en apoyos”.

A su vez, la psicóloga Mareleén Díaz, quien compartió el panel del foro sobre “La familia y las brechas de género desde una perspectiva de equidad”, consideró que en el país “se ha avanzado muy poco en la atención al fenómeno” y avizoró “un largo camino por andar” en ese sentido.

El Oar persigue consolidar el espacio del foro permanente para debatir sobre problemáticas sociales de Cuba. Este grupo de inspiración cristiana trabaja hace más de 25 años en el acompañamiento a comunidades de todo el país por la equidad de género, la participación ciudadana y una cultura de paz, entre otros.