Las 11 lomas de La Habana

Por Vicente Morín Aguado

Castillo principe

HAVANA TIMES – Lomas llaman en Cuba a las colinas, Roma con sus siete elevaciones las hizo célebres. A pesar de su baja altura y suaves laderas, sobresalen cuando las rodea el terreno llano, como ocurre en ambas ciudades destinadas por la historia a sobresalir en respectivos e inmensos imperios.

He contado 11 lomas habaneras, no descarto otras, mi interés comenzó cuando mi padre me llevó hasta la Colina Lenin, así denominada en 1924 por decisión del pueblo de Regla, municipio ultramarino al fondo de la emblemática bahía, decidido a perpetuar la memoria del líder ruso que estremeció al mundo.

Plantaron un olivo y colocaron un busto, ambos símbolos fueron derribados y vueltos a levantar hasta el triunfo revolucionario. Lo triste de tan mal ejemplo es que no se detuvo con la era Castro, en la Avenida de los Presidentes (calle “G” del barrio El Vedado), las estatuas de presidentes cubanos de la primera república fueron abatidas, cambiadas por esculturas de jefes de estado amigos de la Revolución, operación fuera de la idea inicial del proyecto urbano.

Lomita Cecilia

Volviendo a la periferia capitalina, hacia el suroeste encontramos la Loma del cacahual, sitio de respetuoso peregrinaje por albergar el mausoleo donde descansan los restos del Mayor General Antonio Maceo Grajales y su ayudante Francisco Gómez Toro, además de otros mártires agregados por decisión del gobernante partido comunista.

Maceo fue uno de los libertadores de la nación, de piel oscura y “tanta fuerza en la mente como en el brazo”, según dijera el apóstol de la Patria José Martí.

Las alturas aquí descritas nunca superan los 100 metros sobre el nivel del llano, la siguiente es la Loma de Atarés, coronada por un castillo del siglo XVIII, la ruinosa fortaleza muestra el especial celo de la corona española para preservar la ciudad donde todos los años en primavera se reunía la flota de las Indias antes de su regreso a Europa.

La Habana bateria desde Loma de la Cabaña

Acercándonos a Centro Habana se antepone el municipio Diez de Octubre, con sus lomas del Mazo,  del Burro, de Chaple y de Jesús del Monte.

La primera marca el punto culminante de la zona al topar los 80 metros, la dedicada al noble animal de carga es tristemente recordada por el cercano barrio de Las Yaguas, concentración de míseras casuchas levantadas con las hojas fibrosas que cubren el tallo tierno de la Palma real, árbol nacional.

Las yaguas servían para empacar el tabaco destinado a la elaboración de puros habanos, una vez desatada la paca eran desechadas en esta loma, donde los desahuciados por no pagar alquileres las empleaban en fabricarse efímeras moradas. Es una historia terminada con la reforma urbana revolucionaria, pasaron los años y el permanente abandono urbanístico, junto al hacinamiento poblacional, determinaron la actual era de los derrumbes que ha multiplicado aquel problema supuestamente resuelto para siempre.

Entrada de la Bahía de La Habana por satelite

La Loma del Chaple reserva una de las más hermosas vistas de la ciudad, en tanto Jesús del Monte conserva una vetusta iglesia, la primera extramuros de la colonia. La historia se detuvo aquí al ser ahorcados los vegueros rebelados contra el monopolio monárquico sobre la comercialización del Tabaco, cuyos cuerpos oscilaron al viento junto a la vistosa edificación católica. Serían enterrados en un cementerio aledaño el 24 de febrero de 1723.

En días pasados el tornado que azotó La Habana se llevó la cruz del campanario Dios sabe a dónde, arrasando también con numerosos techos, ventanas y propiedades de los capitalinos.

Llegando al mar no faltan las alturas, un ejemplo es la loma de Aróstegui, sitio definitivo de la colina universitaria, resultado de sucesivas construcciones durante las décadas iniciales del siglo pasado, destacándose la escalinata de 88 escalones, rematada por un pórtico neoclásico, entrada del campus ante el cual la figura en bronce del Alma Máter, con sus brazos abiertos, nos invita a nutrirnos del conocimiento.

Alma mater escalinata

Son evidentes varias elevaciones disimuladas por la acción humana porque el fondo de un valle cercano sirvió de natural espacio al estadio universitario, mientras una cima superior a la universidad alberga los edificios principales del extenso hospital Calixto García. Una de las faldas desciende hasta la Avenida de los Presidentes, cortadas a pico las margas calizas que forman la loma del Castillo del Príncipe.

En El Príncipe guardaron prisión comunes y políticos hasta bien entrada la década del sesenta, actualmente es sede de la compañía de ceremonias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. La fortaleza cierra el entorno del sistema defensivo de La Habana colonial.

Corresponde viajar hasta la loma de la Cabaña, pieza clave del complejo de fortificaciones, antes hay un momento de agradable atracción a un lado del antiguo palacio presidencial, hoy Museo de la Revolución. Nos recibe la mulata cubana inmortalizada por la literatura romántica-costumbrista de la primera mitad del siglo XIX en el título Cecilia Valdés o la loma del Angel, de Cirilo Villaverde.

Loma y castillo desde la entrada del mar.

La pequeña altura fue uno de los tablados imaginarios de la obra cumbre del pensamiento antiesclavista latinoamericano. Permanece la iglesia cuya plazoleta adorna con su presencia escultórica la mulata irresistible, amor prohibido de un apuesto joven de origen ibérico.

El canal estrecho que guarda la bahía indica cruzar hasta La Cabaña, la mayor edificación militar española de América. Carlos III ordenó su construcción en 1764 sobre los 60 metros de altura junto al mar, porque los ingleses emplazaron allí sus cañones cuando conquistaron la ciudad dos años antes.

Parque histórico militar abierto al público, de entre muchas atracciones ofrece la ceremonia del cañonazo de las nueve, cada noche a la hora indicada, ejecutado a la usanza del siglo XVIII con una pieza de bronce de la época.

Armas mucho más destructivas se exhiben en una explanada detrás del castillo, sobresale el SR-12, misil de alcance medio capaz de trasladar ojivas nucleares, testigo de la crisis de 1962, cuando la irresponsabilidad de los gobernantes puso al mundo al borde del abismo con con nuestro país de protagonista.

(El autor agradece la información documental y gráfica aportada por el escritor Fernando Pruna Bertot)

Vicente Morín Aguado: mardeleva@gmail.com

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