La suerte de dos empresarios cubanoamericanos en la Isla

Obel Martínez (camisa rosa) es el principal dueño del restaurante La Carreta / Facebook de la Federación Culinaria de Cuba

Por 14ymedio

HAVANA TIMES – No todos los negocios particulares reciben el mismo trato en la Isla por parte del Gobierno cubano. El restaurante La Carreta es de los que corren con suerte. Este lunes, un año después de que el icónico establecimiento reabriera, restaurado y en manos privadas, ha sido reconocido por la estatal Federación Culinaria de Cuba por «promover la auténtica cocina criolla».

En una publicación de Facebook, ilustrada con fotografías, la institución destacó la labor de los propietarios del local, Obel Martínez y Ramón Feria, que «manifestaron su decisión de que el restaurante sea un sitio de obligada referencia para nacionales y extranjeros». El texto también elogia que el «emprendimiento» haya rescatado «la emblemática instalación que tuvo vida durante 50 años y el tiempo y el abandono la deterioraron», sin mencionar el anterior propietario que llevó a la ruina el lugar, hace casi ocho años: el Estado.

Desde su reapertura y con su rica oferta gastronómica, La Carreta se hizo un lugar obligado no solamente entre los extranjeros, sino entre los habaneros de la clase media emergente, con dólares para gastar. Sin embargo, el éxito fulgurante de su principal dueño, Obel Martínez, levantaba suspicacias.

La Carreta se hizo un lugar obligado no solamente entre los extranjeros, sino entre los habaneros de la clase media emergente, con dólares para gastar

Justo cuando fue aprobada su empresa en Cuba, se le concedió la nacionalidad estadounidense, concretamente en diciembre de 2022. Su firma se encuentra en el lugar 5.639 del registro de mipymes con el nombre de Mojito Martínez, y con ella abrió un primer lugar de ocio, el bar Mojito-Mojito, en el corazón de La Habana Vieja.

“Obel salió huyendo del castrismo y ahora vive de él, gozando al mismo tiempo de todos los beneficios y bondades del sueño americano: juega al capitalismo desde La Habana, con el apoyo de las autoridades locales”, señalaba a este diario entonces una fuente anónima, que aseguraba que Martínez seguía viviendo en Miami, Florida.

Como proyecto de desarrollo local, agregaba la misma fuente, había recibido un préstamo de 10 millones de pesos del gobierno municipal, concretamente en la sucursal 250 del Banco Metropolitano, situada la calle Línea, en El Vedado. Tal y como confirmó la televisión oficial en un reportaje del pasado septiembre, La Carreta «fue recuperada gracias a la estrecha colaboración con el gobierno del municipio de Plaza de la Revolución».

Martínez forma parte de la lista de empresarios cubanos emigrados a Estados Unidos que, sigilosamente, desde hace años y con la aquiescencia del régimen, llevan a cabo negocios en Cuba.

Otro de ellos era Frank Cuspinera Medina, dueño de Diplomarket, el llamado “Costco cubano”. El verbo en pasado se debe a su reciente caída en desgracia, que contrasta con los elogios a Martínez.

Martínez forma parte de la lista de empresarios cubanos emigrados a Estados Unidos que, sigilosamente, desde hace años y con la aquiescencia del régimen, llevan a cabo negocios en Cuba

Cuspinera fue supuestamente detenido, junto a su esposa, Camila, el pasado 20 de junio. Fue la página de Facebook La Tijera la que se hizo eco de un mensaje que informaba de que al supermercado había llegado un operativo de la Seguridad del Estado y “dos guaguas” con auditores de Gaesa (Grupo de Administración Empresarial S.A.), el conglomerado de las Fuerzas Armadas.

El pasado 21 de junio, en el grupo de WhatsApp gestionado por Diplomarket, un mensaje anunciaba que se encontraban “cerrados hasta nuevo aviso”, explicando: “Tenemos problemas para operar por la licencia comercial que debe ser renovada”. De igual manera, la app del comercio, que aún puede visitarse, presenta la leyenda: “We are offline – Send us an email” (“Estamos fuera de servicio – Envíenos un e-mail”). 

Desde entonces, no se tienen noticias del empresario y su mujer, pero sí la evidencia de que no todos los privados son iguales ante la ley en Cuba.

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